Afortunadamente, la comprensión de este tema ha evolucionado y ya es hora de un cambio de paradigma, pues la diástasis puede conllevar ciertos problemas físicos que la elevan a la categoría de patología en sí misma. Para abordar este tema con rigurosidad, primero hay que entender cuándo hablamos de diástasis: cuando existe una separación entre los músculos rectos abdominales en la línea media del abdomen (o línea alba) de almenos 3 cm, lo que deja la zona central de la pared abdominal más debilitada y nos da una sensación de bulto o protrusión del contenido intraabdominal que puede confundirse con una hernia.
Es relativamente frecuente que coexistan una diástasis y una hernia de la línea media del abdomen cuando además hay un defecto de la fascia, sobretodo una hernia umbilical. No sabemos cuál es la frecuencia real de la diástasis en la población general, pero algunos estudios la sitúan alrededor del 70%. Su incidencia seincrementa con la edad y la obesidad, aunque no suele dar síntomas en la gran mayoría de los casos y no hay que hacer ningún tratamiento. Cuando produce síntomas, estos suelen ser: dificultad para incorporarse, dolor lumbar crónico, hinchazón abdominal, estreñimiento o incontinencia urinaria. La diástasis sintomática suele producirse después del parto, por eso hay que valorarla de forma distinta e individualizada.Durante el embarazo, el rápido aumento de volumen que se produce en el abdomen, no solo produce una tensión excesiva y,por consiguiente,estiramiento de los tejidos con pérdida de elasticidad de los mismos, si no que también ocasiona un alongamiento y pérdida de fuerza de toda la musculatura de la zona. La pared abdominal hay que entenderla como una faja tubular que está formada por los músculos rectos anteriores (la famosa “tableta de chocolate”), los músculos laterales (que son 3), los músculos lumbares, además de la musculatura del suelo pélvico. Forman un todo al que solemos llamar el “core”. Cuando en una diástasis uno o más de estos elementos están demasiado débiles y no ejercen su función correctamente, es cuando puede producir síntomas y hay que actuar para corregir el problema. Entender por qué y cómo se instaura una diástasis es vital para comprender el tratamiento a seguir y para conseguir un resultado óptimo, no sólo estético, si no también funcional.
Clásicamente se ha tratado únicamentecon cirugía estética,cosiendo para reducir la distancia entre los músculos rectos y eliminando el sobrante de piel si era preciso, pero obviando el problema fundamental de la debilidad del “core”. Por tanto, el tratamiento ideal tiene que abarcar todos los aspectos modificables que la originan, para conseguir los mejores resultados funcionales y minimizar el riesgo de que se vuelva a reproducir, y consiste en un programa integral y multidisciplinar, al que he llamadoECR (de las siglas Entrenamiento, Cirugía y Rehabilitación).
En primer lugar,hay que seguir un programa de entrenamiento dirigido por un fisioterapeuta especializado en “core”y suelo pélvico, no menos de 6 meses antes de plantear una cirugía. Esta fase requiere constancia y esfuerzo para realizar los ejercicios todos los días. En ocasiones, solo el entrenamiento puede corregir el problema y no hay necesidad de pasar por quirófano. Una vez, terminada la fase de entrenamiento, si aún no se ha corregido la diástasis y no han mejorado los síntomas, es hora de hablar de cirugía. Hay dos formas de abordar quirúrgicamente la diástasis. La primera, es la abdominoplastia. La indicamos cuando hay sobrante de piel, lo que supone realizar una cicatriz grande en la parte baja del abdomen por la necesidad de extirpar el “pellejo”. En esta cirugía se combina la plicatura de rectos (el acercamiento de los músculos rectos mediante puntos de sutura) y una dermolipectomía, que consiste en la extirpación del exceso de piel. En la mayoría de los casos es necesario hacer una reimplantación del ombligo para que este quede en su posición inicial.La segunda forma de abordarla, es la plicatura de rectos mínimamente invasiva, que se realiza por laparoscopia y es la opción más estética posible dado que solo es necesario realizartres pequeñas incisiones de entre 5 y 10 milímetros,que quedan ocultas en la línea del bikini. Solo se puede practicar en las pacientes en las que no hay exceso de piel. La técnica más extendida es la que llamamos REPA (Reparación Endoscópica PreAponeurótica). Una modalidad extendida de la REPA es la técnica llamada MILA (Minimally Invasive Lipo Abdominoplasty), que incluye una liposucción en el mismo acto, pero sólo la aplicamos en caso de realizar esta cirugía por motivos puramente estéticos.Una vez completada la fase quirúrgica, el programa se completa con 6 meses más de rehabilitación para terminar de fortalecer la musculatura y aprender qué ejercicios debemos hacer y cuáles debemos evitar. La gran pregunta siempre es cuál es el mejor momento para valorar el estado de una diástasis, así que un consejo para aquéllas de vosotras que acabáis de ser madres: tened paciencia. Hasta que no han pasado almenos 6 meses del parto no se puede valorar realmente si tenéis una diástasis o no, así que calma. Si pasado ese tiempo creéis que la podéis tener, y no queréis ser madres de nuevo, es el momento de consultar con uncirujano especialista en pared abdominal para hablar de cómo tratarla. El especialista os guiará en todo el proceso de toma de decisiones y que os ofrecerá el tratamiento más adecuado en cada caso.En resumen, una diástasis no es un problema meramente estético y se puede curar, pero no es un camino fácil que requiere compromiso, esfuerzo y constancia.
Cirujano Experto en Pared Abdominal
Compleja@doctorcrusellas