Inveterado insomne, un guionista de cine tangerino descubre que para conciliar el sueño necesita matar. La primera víctima será su madre. Pero el efecto se reduce con el tiempo y debe reincidir. Se transforma en un durmiente a sueldo. De incógnito, comete crímenes tan perfectos como los del cine. Cuanto más importantes son sus víctimas, mejor duerme, y así proseguirá la escalada.
«Noches en vela, noches yermas, sin sueños, sin pesadillas, sin aventuras. Noches tristes. Noches estrechas, mezquinas, reducidas a sufrimiento. Noches inútiles, sin interés, sin gracia. Noches para olvidar, para tirar a la basura. Noches traidoras. Noches sin pudor. Noches de bandidos, de canallas, de cabrones. Noches sucias, perversas, crueles, repulsivas. Noches indignas del día, del sol, de la luz y de la belleza del mundo.»
Tahar Ben Jelloun, el autor.
Tahar Ben Jelloun, nacido en Fez en 1944, es un escritor marroquí de expresión francesa. Cursó estudios en el Liceo Francés de Tánger y se licenció en Filosofía en la Universidad Mohamed V de Rabat. Desde 1968 ejerció como profesor en Tetuán y Casablanca, trasladándose en 1971 a Francia donde se doctoró en la Universidad de París. Poeta, novelista y ensayista, mezcla en sus libros la cultura magrebí con los problemas de la sociedad occidental actual, siempre alejado del extremismo religioso. De su extensa producción destacamos Harruda (1973), El niño de arena (1985), La noche sagrada (1987), novela por la que recibió el Premio Goncourt, Día de silencio en Tánger (1990), Papá, ¿qué es el racismo? (1997), Mi madre (2008), La felicidad conyugal (2012) y El castigo (Cabaret Voltaire, 2018). En 2008 fue elegido miembro de la Académie Goncourt. Actualmente reside en París.
He matado a mi madre. Con una almohada so-
bre la cara. Apoyé un poco. Ni siquiera se agitó.
Dejó de respirar. Eso fue todo. Luego me quedé
dormido, larga y profundamente.
Debí de dormir varias horas, pues tuve muchos
sueños, muy bonitos, luminosos, de colores, perfu-
mados.
Por primera vez, pasé toda la noche sumido
en un letargo prolongado, plácido, reparador. Ni si-
quiera me levanté a orinar. Me sorprende, ya que de
costumbre lo hago cada dos horas. Tengo una veji-
ga pequeña que con la edad se ha vuelto intolerante.
Pero esta noche, no.
Amanecí bien. Como se suele decir: fresco
como una rosa. No sentí el menor remordimien-
to, el menor pudor o vergüenza. He escrito a me-
nudo historias sobre asesinatos bien orquestados.
Soy guionista de cine. Siempre me divirtieron, y
estoy muy solicitado por los productores. En esta
ocasión, soy yo quien se ha despertado convertido
en asesino. Ya no invento historias, me he puesto a vivirlas y a aprovecharme de ello. Como por arte de
magia, he pasado de la escritura a la vida.
Tahar Ben Jelloun.