Un refugiado afgano residente en Dinamarca acepta contar su historia personal con la condición de que no se revele su identidad. Para lograr tal propósito, el director decidió emplear un estilo de animación que no sólo protegía al protagonista, sino que potenciaba su historia.
Jonas Poher Rasmussen, director del documental, plasma de una forma verdaderamente emocional y vibrante un hecho único que reconoce a esta historia sobre Amin, amigo real del director, que huyó de Afganistán siendo un niño. Una historia sobre la identidad, también la sexual, ya que Amin también tuvo que vivir con las miradas y los señalamientos por ser homosexual.
FLEE – Tráiler Subtitulado al Español
“Le conocí cuando teníamos 15 o 16 años. Apareció una mañana en la pequeña ciudad de Dinamarca donde vivíamos. Él vivía al otro lado de la manzana, y nunca quería hablar de estos temas. Yo lo respetaba, pero era una caja negra en nuestra amistad que estuvo cerrada durante muchos años”, cuenta el director, aunque confiesa que al principio, su amigo no estaba preparado para contar su historia, pero le aseguró que cuando lo estuviera, la contarían juntos.
La simple naturaleza del filme —producido, entre otros, por Riz Ahmed y Nikolaj Coster-Waldau— y el modo en que reivindica la animación como mecanismo y no como género, lo convierten de por sí en una pieza tremendamente especial. Y es que, si Rasmussen ha dado forma a su obra sustituyendo fotogramas por lienzos, ha sido para ayudar a mantener en el anonimato a Amín.
‘Flee’ pasa de puntillas por el conflicto bélico en Afganistán, explorando sus entresijos geopolíticos y sus terribles consecuencias para la población local con acierto, pero sin ir más allá de lo contextual, para poder centrarse en su verdadero núcleo: el corazón y la vida de un Amín que transpira humanidad, y que sirve de maestro de ceremonias en una historia demoledora y llena de contrastes sobre el descubrimiento personal y el instinto de supervivencia.
Cuando se pusieron en marcha a la hora de realizar el documental, se dieron cuenta del notable cambio que había ocurrido respecto a esta problemática, y decidieron darle un giro al argumento: “Al principio era una película sobre mi amigo, era 2013. De repente, en 2015, explota la crisis de los refugiados en Europa. Incluso en Dinamarca había refugiados durmiendo en las autovías, y me di cuenta de que había que poner cara a esa gente de la que solo hablábamos por ser refugiados o por las cosas que necesitaban. Ser refugiado no es una identidad, y quería mostrar eso, y es algo que le puede pasar a todo el mundo. No puedes poner a la gente en cajas y hacer titulares en los que todo sea blanco o negro, y espero que mi película dé perspectiva a este asunto”. Comenta el director.
En definitiva, la narrativa del documental y la historia de Amín, forman parte de la terrible realidad de miles de personas. Gracias al lanzamiento de este documento audiovisual y de la repercusión debida a la nominación a los Oscar, es una llamada de atención a este terrible situación: “No tengo claro que haya hecho una película política. Pero miro a mi alrededor y veo ese permanente discurso de miedo e inseguridad y siento la necesidad de decir algo al respecto, de refutarlo. Los refugiados siempre son presentados en blanco y negro y es eso precisamente con lo que hay que acabar. Ellos somos nosotros y, por ello, urge cambiar la narrativa como primer paso para cambiar la realidad”