María Casajust.
Gracias al movimeinto feminista, se han producido muchos cambios y las mujeres poco a poco, con esfuerzo y sacrificio, han conseguido equilibrar esta injusticia histórica. Sin embargo, seguimos siendo sujetos inferiores en muchas cuestiones que alteran el curso de nuestra vida, convirtiéndola en una carrera de obstáculos donde las mujeres se enfrentan a dificultades individuales, sociales y estructurales. Por ello, el 8 de marzo es un recordatorio de todo el trabajo que nos queda por hacer para conseguir una sociedad más justa e igualitaria para las mujeres, además de una denuncia a esta situación de desigualdad, violencia e inferioridad a la que nos vemos sometidas a diario.

Los problemas de opresión femenina no dependen de la raza o la religión, ni tampoco de la nacionalidad o la condición sexual. Según la escritora egipcia Nawal Al Saadawi (2016), la opresión está relacionada directamente con el sistema patriarcal, económico y religioso. El sistema de dominación y subordinación más opresor es el de género, conocido como patriarcado. Esta situación está tan normalizada, que solamente hay que prestar atención a su origen: La familia. La primera forma de patriarcado aparece con el estado arcaico a través de las familias, ya que se asentaba en unos claros roles de conducta que venían expresados en los valores, las costumbres, las leyes y los papeles sociales. Las mismas mujeres se convirtieron en un recurso que los hombres adquirían igual que se adueñaban de las tierras y lo más triste de todo, es que este sistema sólo puede funcionar con la colaboración de las mujeres. ¿Cómo puede ser esto posible? Muy sencillo: a través de la inculcación de los géneros; la privación de la enseñanza; la prohibición a las mujeres a que conozcan su propia historia; la división entre ellas al definir la «respetabilidad» y la «desviación» a partir de sus actividades sexuales; mediante la represión y la coerción total; por medio de la discriminación en el acceso a los recursos económicos y el poder político, nosotras mismas favorecemos a este sistema patriarcal.

Las mujeres se han creído esta propia subordinación, ya que a través del sistema se las ha moldeado para que interioricen la inferioridad frente al género opuesto. La ignorancia de logros que realizaron grandes mujeres del pasado, el hecho de que tuvieran que firmar sus maridos por ellas al realizar obras o descubrimientos simplemente por ser mujer, ya propiciaba la ignorancia social al no ser reconocidas por la misma.
¿Te enumero algunas las desigualdades que sufrimos las mujeres? Prepárate:
1. La sociedad, de manera histórica, ha perpetuado esta condición de inferioridad que acoge a la figura femenina, sepultando trabajos, imponiendo barreras que se reflejan en las desigualdades constantes que sufrimos a diario. El papel de la mujer no ha prosperado en la actualidad, haciendo referencia a algunos factores que imposibilitan el transcurso de nuestras vidas como es la brecha salarial, fruto del resultado de las desigualdades sufridas por las mujeres en todos los ámbitos. Este dato refleja cifras abismales en cuanto al salario medio entre hombres y mujeres, siendo para los primeros una cantidad de 27.500€ respecto a los 21.000€ que ingresan las mujeres según los datos de 2016 del Instituto Nacional de Estadística.

2. Relacionado con el ámbito laboral, también recibimos un trato desigual a lo que pensiones se refiere, ya que las pensionistas mujeres en España reciben una bonificación alrededor de unos 450€ menor que la de los hombres. Pero, ¿qué ocurre con el trabajo no remunerado? Según el INE las labores referentes al cuidado de hijos, personas mayores, tareas domésticas, etc, las mujeres dedican 26 horas y media a la semana frente a las 14 horas que emplean los hombres. Además, estas laboriosas tareas se caracterizan por su falta de reconocimiento e invisibilidad.
3. Asimismo, la brecha retributiva de género también está vinculada con la maternidad y la falta de corresponsabilidad de las tareas domésticas entre hombres y mujeres, lo que se traduce en una mayor interrupción de la trayectoria profesional de las mismas. Estos términos se agudizan en deportistas profesionales, añadiendo a esta irrazonable situación cláusulas anti embarazo en los contratos deportivos disfrazados de “mutuo acuerdo”. Las Federaciones Oficiales llegan a calificar de anormal rendimiento o catalogan de lesión a aquellas deportistas que deciden quedarse embarazadas.

4. En ámbitos de cultura y ciencia, los datos no son diferentes, ya que los trabajos de las mujeres han quedado invisibilizados a la sombra de las labores de los varones. El reconocimiento a las aportaciones de las mujeres destaca por su ausencia, reflejando nuevamente datos inferiores en relación con los hombres: En la edición de los Premios Goya de 2020, solamente una mujer fue nominada a la categoría “mejor dirección”, en relación a las 9 nominaciones de los hombres.
5. Pero sin duda el dato más alarmante y que nos conduce a una rabia y dolor insoportable, son las víctimas mortales a causa de violencia de género en nuestro país, una lacra que coloca a España con datos tan desesperanzadores como son las 1.131 mujeres ASESINADAS contabilizadas desde 2003.

6. Los abusos y la violencia sexual, las violaciones, los vientres de alquiler, el aborto y la trata de blancas, no se quedan atrás. Hay muchas maneras de violencia hacia la mujer y, obviamente, no íbamos a dejar impune la que a nuestro cuerpo se refiere. Se puede ver reflejado en la actualidad con el caso de Ucrania y Rusia. Machirulos de turno, ¿pensábais que las mujeres quedaban ajenas a militares que se matan entre ellos? No señora. La dominación patriarcal estructural en toda la región ruso-ucraniana se ha reforzado tras ocho años de guerra a causa de la religión, la cultura política y el contexto cultural del espacio postsoviético. Ucrania se ha convertido en un espacio privilegiado para establecer la industria de la subrogación, gracias a la liberalización salvaje tras la caída del telón de acero y a la vulnerabilidad económica que venían sufriendo las mujeres, acentuándose ahora con la guerra. Mientras que el pueblo ucraniano se enfrenta a la guerra y Europa observa como los pilares de la concordia y el diálogo han quedado destruidos, sorprendentemente ha crecido el consumo pornográfico y el morbo que alimenta esta cruel situación y que, como todo conflicto armado, afecta más directamente a mujeres y niñas. Pues bien, “chica ucraniana” “porno ucraniano” o “porno de refugiadas” , son los términos que se están buscando de forma masiva en Google y PornHurb desde el comienzo de la guerra. Señores, ¿es esto normal? ¿vais a seguir llamándonos histéricas, feminazis y exageradas?

¿Qué más podemos decir? Queda en absoluta evidencia la situación de desigualdad que vivimos las mujeres y, en este contexto, la labor y cooperación ciudadana es fundamental para revertir esta situación. Los hombres también tienen que ser partícipes en esta problemática si quieren vivir en una sociedad justa e igualitaria. Necesitamos más leyes, más medidas, más gritos, más cárcel y más fuego, para que esta situación se solvente. No es fácil, va a ser y es, una carrera de fondo, pero estamos dispuestas a correr más que nunca, no tengáis ninguna duda.
María Casajust.