Cuando me enfrento ala escritura de un editorial, regreso a mi identidad fundacional como escritor. Se apodera de mí el joven guionista que fui en pánico, frente a la página en blanco. La peor crisis creativa aparece cuando, silenciado el diálogo interior, no tiene uno nada que contar. O no sabe cómo contarlo. No es exactamente eso lo que me pasa ahora que escribo esto mientras cruzo las carreteras de la Mancha, de regreso a Madrid, tras unas semanas en el sur.
Sucede que para explicar el concepto y la misión de Urban Beat, me veo obligado a realizar un viaje al pasado; debo mirar frente a frente a mis fantasmas y revivir muchos años de carrera. Cerré la edición de este número en Tarifa, frente a Tánger, capital del Estrecho, Ville de Plaisir: uno de mis lugares en el mundo, icono de la Beat Generation, de la contrariedad, de la huida, de cosmopolitanismo, de la estafa, del exilio, del encuentro intercultural, de los personajes más insólitos; pero ante todo capital de los fugitivos y refugio del desarraigo.

Ese desarraigo que busca el escondite y enmascara una taimada ficción en torno a la libertad. Los trayectos por el estrecho marcaron mi carrera como periodista durante los últimos diez años; Tarifa, Tánger, y años después el descubrimiento del Rif. No puedo hablar de Urban Beat sin hablar del Mar de Alborán; de la sorprendente ciudad de Melilla donde hace más de una década nació esta revista, como propuesta cultural y de ocio alternativo. Urban Beat nació en plena crisis o post crisis financiera en 2010; cuando la prima de riesgo era la unidad de medida que hoy es la incidencia acumulada.

Entonces también se hablaba del ocaso del papel, del fin del supremacismo cristiano; de una supuesta moribunda hegemonía occidental de inspiración yanki. Presagios que auguraban inquietantes robots que dominarían el tejido laboral, escalando desde el magma de lo no cualificado, hasta llegar a interpelar al poder desde sus puestazos, y quién sabe si también ejerciéndolo.

Lo cierto es que en mis años de carrera he hecho informativos en radio, documéntales en el desierto, programas de entretenimiento en televisiones públicas regionales, de deportes en plataformas especializadas; he escrito como freelance en revistas de gran prestigio y en periódicos de pueblo; he conocido a personajes del más variado pelaje; Políticos, artistas o toreros; magnates, proletarios o funcionarios con ínfulas. Jóvenes gitanos dejaron su testimonio en algunos de mis espacios sobre inclusión, señoras musulmanas me dieron las recetas para la ruptura del ayuno en las mágicas noches de Ramadán y para la vida en general, y héroes anónimos me hablaron de supervivencia. Todo eso es Urban Beat.

Ser redactor -así es como yo me siento- es un ejercicio de supervivencia. Me obliga a construir mi propio relato y a destituir cualquier rasgo que evoque la repetición. Probablemente por eso ideé Urban Beat como una guía. Siempre quise hacer una guía. Una guía que me permitiera sobrevivirme a mi mismo y rescatar todo aquello que vivo y siento cuando miro a mi alrededor. Recuperar en cada página, el pensamiento desnudo y fiero que tantas veces he experimentado frente a los ascensos y las caídas. Cada editorial de moda es para mí un ejercicio de exorcismo, pero también parte de un homenaje muy personal a mi gran pasión: el cine clásico.

Urban Beat es, objetivamente, una revista de tendencias en el ámbito de la cultura, del universo lifestyle más alternativo y los nuevos patrones de emprendimiento y talento. Desde una devoción más que arraigada en mí por la cultura beatnik, Urban Beat quiere ser también un escaparate que conceda visibilidad a la escena más emergente en el extrarradio, así como de los nuevos escenarios de convivencia y mestizaje que genera la interculturalidad. Nos interesa promover la participación en el espacio público de todos los colectivos. Y generar respuestas, o, por lo menos preguntas en torno a los retos que debemos abordar como sociedad en términos de justicia social, sostenibilidad, igualdad, generando propuestas alternativas al relato sobre progreso y desarrollo económico tradicional.

Nos interesa el cine de autor, la música indie, la arquitectura más discursiva y también la voz de los nuevos modelos de gestión empresarial. En este número y junto a esta página tengo el honor de presentar a #BeatBoyJosh, el primer reportero robot. Este guapo y atormentado robot, -ya os contaré- es sólo uno de mis compañeros. Raciel, María, Ewin, Mar, Diego y Rafa, completan el nuevo equipo de Urban Beat, que tras #10añoscontandohistorias, vuelve con la certeza de que sí han pasado cosas.
Jaume Amills, Redactor de Guardia.