Cien años después de la primera publicación de “Mi lucha” (Mein Kampf), entendemos que dicha obra, es un extenso panfleto ideológico escrito por Adolf Hitler durante su encarcelamiento en la prisión de Landsberg en 1924, que no puede leerse —ni debe jamás leerse— como una obra de valor literario en el sentido tradicional. No posee las virtudes estéticas del ensayo político ni las herramientas narrativas del relato autobiográfico. Sin embargo, por su impacto histórico, por la cruda expresión de una mente obsesionada con el resentimiento, y por su función como manifiesto precursor de uno de los regímenes más genocidas del siglo XX, constituye un documento de estudio ineludible desde la crítica literaria, psicológica e ideológica. Desmenuzarlo supone entrar en un terreno sombrío, donde el lenguaje se convierte en arma y el pensamiento en vehículo del fanatismo. La primera edición, estimada en diez mil ejemplares, fue publicada el 18 de julio de 1925 por la editorial Franz Eher Nachfolger, perteneciente al Partido Nacionalsocialista. “Mi lucha” fue recibido con férreas críticas por su mediocre escritura, repleta de faltas gramaticales, y por su estilo caótico e incoherente, saltando de una idea a otra sin desarrollar ninguna.