Adam Raine tenía dieciséis años cuando empezó a interactuar con un chat bot de ChatGPT
que no solo no puso reparos, sino que exhortó al chico a quitarse la vida, después de una larga y tóxica relación virtual llena de altibajos existenciales. Era un nombre que sonaba en el instituto, un chico tímido pero inteligente, que ostentaba una mochila de piedras existenciales que siempre, llegaba tarde a clase. Sobre todo, era un niño hermoso lleno de vida más allá de los escaparates cerrados de la condescendencia social nutrida del desapego que parasita el bulling y la soledad. Cuando encontró una inteligencia artificial conversacional buscó, como tantos, una voz para las noches largas llenas de plenas incomprensiones humanas. Según la BBC Matt y Maria Raine, padres de Adam Raine, presentaron el pasado martes una demanda a OpenAi, en la Corte Superior de California por la muerte de su retoño. Es la primera acción legal que acusa a OpenAI de una muerte por su negligencia sin juicios, es la primera vez y no la última, que la IA destruye una vida. La familia adjuntó a la demanda los chats entre Adam, que falleció en abril, y ChatGPT de OpenAI, en los que él explica que tiene pensamientos suicidas y el chat bot le incita, al final, a quitarse la vida. La demanda, a la que tuvo acceso la BBC, acusa a OpenAI de irresponsabilidad manifiesta y muerte por negligencia. Solicita una indemnización por daños y perjuicios, así como “medidas cautelares para evitar que algo así vuelva a suceder”.