28 de octubre de 2025

La silla vacía de Celia Cruz en Cuba: una hora de silencio contra una dictadura acostumbrada a silenciar la libertad y la cultura

Nadie lo esperaba, y precisamente por eso dolió tanto. El domingo 19 de octubre , La Fábrica de Arte Cubano (FAC) —ese laboratorio de la contradicción donde conviven el grafiti y el discurso oficial, el jazz y la obediencia— decidió romper el silencio de la censura con otro silencio, más elocuente, más insoportable. Una silla vacía sobre el escenario, iluminada como una reliquia profana, fue la protagonista de la noche que debía celebrar el centenario de Celia Cruz. Durante una hora, el público contempló la ausencia. No hubo discurso, ni proclama, ni aplauso: solo un hueco, un vacío más grande que el Malecón entero. Una hora de silencio por Celia Cruz. ¡NO A LA CENSURA! ¡FUERA LOS CENSORES!”, escribió en su perfil de Facebook Rosa Marquetti, especialista en la artista cubana más famosa de todos los tiempos y que fue la primera en denunciar la medida tomada por el Ministerio de Cultura cubano que aspira a trascender humillando todos los límites.

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Rosalía entra en su Berghain reinventado: violines, pecado redentor y liturgia electrónica con ecos de Björk

Berghain, tema incluido en el nuevo álbum Lux de Rosalía, no es solo una canción: es un experimento teológico pop con violines, sintetizadores y voces en tres idiomas —español, inglés y alemán— que se cruzan como si en una acalorada misa techno futurista se hubieran invitado a Mozart, Yves Tumor,
Björk y Blancanieves . En pocos minutos, la catalana convierte la metáfora del club berlinés más impenetrable del mundo en un espejo barroco donde se refleja su obsesión constante: ser santa y pecadora a la vez, sin pedir perdón ni permiso porque el talento se nutre de todas las pleitesías habidas y por haber. Es una ceremonia de barroquismo pop más audaz, un acto de fe en que el virtuosismo no está reñido con el estertor de un corazón en colapso. Una especie de batiburrillo delicioso que aún debemos esperar encajar hasta que descubramos el disco al completo que se estructura, por cierto, en cuatro actos de una ópera personalísima.

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