
La obra nos presenta a Toni, un joven dramaturgo con un futuro prometedor. Una noche cualquiera, aparecen unas goteras en su techo. Lo que debería ser un simple accidente doméstico, se acaba transformando en el momento más importante de su vida, cuando descubre que su vecino es él mismo treinta años más tarde. Las cosas en el futuro no parecen haber ido como Toni se imaginaba y las dos réplicas intentarán modificar aquello que ha fallado en el presente, para conseguir así el mejor futuro posible. Este espectáculo pretende jugar con un género poco común en el teatro: la ciencia ficción. A partir de los diálogos y los juegos escenográficos, la obra pretende viajar a través del tiempo, mientras intenta reflexionar sobre el significado de hacerse mayor, la lucha entre las expectativas y la cruda realidad y el valor del éxito. Y todo sin perder de vista la comedia. Porque encontrarte con tu yo del futuro y verte convertido en algo que nunca hubieras imaginado, puede llegar a ser trágicamente cómico.
Esta era la comedia que estaba buscando desesperadamente el director Borja Rodríguez para subirla a las tablas, una comedia que le “volara la cabeza”. Rodríguez es un director de larga trayectoria teatral desde los años 90, cuyo último trabajo ha sido la dirección de “El amor enamorado” de Lope de Vega, representado en los grandes festivales de teatro clásico de España, entre ellos el de Almagro, Clásicos de Alcalá o el de Cáceres. Hasta llegar a este montaje, llegó a leer casi un centenar de textos porque no daba con aquel que eludiera los lugares comunes que restan originalidad a muchas obras.

“Goteras” se asienta en el trabajo talentoso de Fernando Albizu y Gonzalo Ramos. Albizu nacido en Vitoria y afincado en Madrid, se graduó en diseño de moda en la Escuela Superior de Diseño y Moda Goymar; trabajando posteriormente como profesor de dibujo. Su primer contacto con la interpretación fue diseñando y haciendo el vestuario para un grupo de cabaret, en el que terminó actuando. Posteriormente creció como intérprete en la zarzuela, demostrando las virtudes de los grandes cómicos.
Nominado dos veces a los Premios Goya por la película “Gordos” (mejor actor revelación) y El buen patrón (mejor actor de reparto), ha compaginado su trabajo en el cine con la televisión y el teatro.
La popular serie de televisión “Física o Química” catapultó a la fama al madrileño Gonzalo Ramos. Desde entonces ha desarrollado una carrera fundamentalmente televisiva en series como “Amar en tiempos revueltos” y “Acacias 38”. Ha frecuentado papeles en numerosos cortometrajes, y él mismo se puso detrás de la cámara para dirigir uno de ellos, que también protagonizó: “Super yo”, por el que recibió el premio al mejor actor en el Festival Plasencia en la categoría de Cortometraje. Entre sus trabajos teatrales destacan “La saga”, dirigida por Cristina Higueras, y “Castelvines y Monteses”, bajo la dirección de Sergio Peris-Mencheta, con el que obtuvo el premio del público como mejor actor de reparto en los Premios Broadway World Spain.
“Buscaba -explica Rodríguez- una súper comedia, entendiendo que después de haber transitado por estos tiempos “rarunos” necesitamos aire fresco que nos llene los pulmones de oxígeno para poder gritar que la vida merece la pena, y que hay que vivirla a pleno pulmón, porque, simplemente, tenemos mucha suerte de poder hacerlo”.
Y cuando dio con “Goteras” supo que tenía delante aquello que ansiaba. Era “uno de esos textos que se lee casi sin sentir, que va creciendo, y que cuando parece que no puede ir a más, efectivamente va a mucho más, para servir magistralmente el plato final a modo de reflexión vital donde todas las piezas encajan”.
A partir de los diálogos y los juegos escenográficos, “Goteras” viaja a través del tiempo, mientras intenta reflexionar sobre el significado de hacerse mayor, la lucha entre las expectativas y la cruda realidad y el valor del éxito.
“Siempre me ha interesado mucho el carácter purificador del teatro -explica Borja Rodríguez-, y su capacidad para hacernos salir de la sala mucho mejor de lo que entramos (aún cuando salimos rotos), pero no siempre tenemos la suerte de asistir al “milagro” que representa esta obra.
