
El historiador Roberto Muñoz Bolaños se toma su tiempo como brillante demiurgo, para desnaturalizar con su fina pluma la leyenda tejida con una sinrazón insensata acerca del relato de las “Las Trece Rosas”. El pasado, en este caso, es una historia de mujeres heroicas que debe ser puesto con voluntad en estos días. Las nuevas generaciones deben entender que la historia no solo se hace hoy en TikTok, sino que es imprescindible conocer nuestro pasado histórico en profundidad para evitar que hechos tan terribles vuelvan a repetirse en el futuro. Muñoz Bolaños (Madrid, 1970), doctor en Historia Contemporánea y especialista en historia militar y política de España en el siglo XX, denuncia cómo el mito de las “Trece Rosas” «ha sido utilizado para romper los consensos de la Transición y polarizar a la sociedad española» y aboga por una memoria «más reconciliadora e inclusiva».
El autor recuerda que «Las Trece Rosas fueron parte de un movimiento de resistencia armado y organizado, en el que participaron de manera consciente».
En concreto señala que fueron militantes de una organización, las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que intentó organizar una guerrilla urbana en Madrid en los primeros meses de la posguerra.
Sus miembros «recogían armas y explosivos, preparaban robos y atentados, planificaban secuestros e intentaban infiltrarse en las instituciones franquistas para destruirlas desde dentro», por tanto «pertenecían a la resistencia armada comunista».
Esa actividad fue una de las causas de su condena a muerte ya que «los jueces militares no se molestaron en evaluar sus niveles de responsabilidad», indica el historiador, que también destaca la influencia de la visión del género femenino que tenían los sublevados, que veían cómo esas mujeres invadían el espacio público tradicionalmente reservado a los varones.
Otro aspecto influyente en su ejecución, subraya, fue el asesinato del comandante de la Guardia Civil Isaac Gabaldón Irurzun, de su hija Pilar y de su chófer, José Luis Díaz Madrigal, un suceso sobre el que se construyó la teoría de una gran conspiración comunista contra las instituciones del Estado.
Esta tesis, creada por el Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) con el objetivo de evitar que trascendiera su pasividad a la hora de detener a los responsables del triple crimen antes de que se produjese, tuvo como consecuencia que un consejo de guerra condenase a muerte a la casi totalidad de los encausados.

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