
Jon Fosse siempre plasma en su literatura grandes temas filosóficos con los que dialoga con un lenguaje sencillo y claro. En la obra hay un emocionante juego de enigmas a resolver en torno a la figura de una pareja y un otro que los observa.

Notas del director José María Esbec
¿De cuánta memoria y de cuánta vida se compone el vuelo de la palabra escrita? ¿Cuántas identidades esconde la frase enunciada? ¿De dónde vienen las voces? Calcular la distancia, esófago abajo, en el caso de Fosse, es mirar a un fiordo insondable. Viento fuerte es un poema escénico –así lo define el propio autor– escrito en 2021 y supone su regreso al teatro tras la escritura de Septología, su gran proyecto novelístico.
El texto presenta una trinidad de voces que merodean un espacio impreciso en una temporalidad que solo se corresponde con el mundo onírico: el tiempo es un cielo cuya bóveda no encuentra pliegues. Es por ello que Fosse explora los extremos del lenguaje en los vértices del tiempo: lo ingénito y lo eterno; ahora y nunca… Conceptos que al cabo tamizan las fuerzas existencialistas del relato.
EL HOMBRE, LA MUJER Y EL JOVEN se sitúan en el piso 14 de un edificio. No es difícil, en el caso que nos ocupa, encontrar reminiscencias bíblicas que nos indiquen el paso previo a la muerte en analogía con la Pasión de Cristo. Un hombre regresa a casa y na da es lo que era (ni lo que parece ser).
Fosse ha creado un artefacto poético y críptico en el que el mundo se va construyendo en la retina del protagonista, en un abrir y cerrar de ojos, en un parpadeo que es un instante precipitado y que antes de tomar conciencia ya es pasado. O sea, la mirada como ventana al mundo. Un mundo en el que los ojos son los poetas de nuestra realidad. Esta pieza pone de manifiesto las fuerzas ocultas que nos habitan y recurre a temas abisales: el amor y la muerte; el tiempo y el espacio. Temas que planean en una yuxtaposición de atmósferas muy bien definidas por el autor. La voz del protagonista será la única distancia que nos separe de él en la búsqueda de una salvación que no es de este mundo. Una salvación extemporánea. Porque la vida es un bosque de recuerdos entretejidos; una representación mental, un simulacro, una ficción. Solo cuando lleguemos al final, como nuestro protagonista, entenderemos que el tiempo es el ardid y tendremos conciencia, una última voz, para preguntar, empujados por un viento fuerte, por qué fuimos arrojados por el tobogán del tiempo.

Acerca del Teatro Español: https://www.teatroespanol.es/