En el corazón de la instalación aparecen 55 figuras idénticas, replicadas hasta conformar una comunidad espectral. Mujinga indaga en la ocultación a través de la multiplicación: lo que parece una copia infinita puede leerse como un solo cuerpo en transformación, como las fases de una misma vida, o como el esbozo de una especie inédita, surgida de un mundo paralelo o distópico. El visitante se mueve entre estos testigos mudos, atrapado en un escenario especulativo.
Las presencias oscilan entre lo humano, lo marino y lo extraterrestre. Algunas se alzan sobre pedestales como centinelas, otras son engullidas por las sombras. Los espejos multiplican aún más la multitud, hasta el punto de que el espectador pierde toda referencia. El espacio se tiñe de un verde turbio y cambiante, mientras las luces mutan y el sonido se desplaza, generando una sensación de desorientación absoluta. Mujinga juega con la tensión entre opuestos: quietud y movimiento, visibilidad y desaparición, realidad y simulacro.
Las criaturas evocan avatares digitales, dobles inquietantes, copias que recuerdan al eco de un único ser replicado sin cesar. A través de este juego de ciencia ficción, la artista plantea preguntas urgentes: ¿qué sucede con la identidad cuando se reproduce y se dispersa en el universo digital? ¿cómo se sostiene el yo cuando se multiplica hasta el infinito? ¿sigues siendo visible o te diluyes en el anonimato de tu propia repetición?
Pero el discurso no se agota ahí. Mujinga coloca en el centro la representación de los cuerpos negros, sometidos a la vigilancia constante y, sin embargo, escasamente reconocidos en espacios de poder. Sus esculturas, semejantes a guardianes monumentales, expresan la paradoja entre protección y amenaza, entre ser observado y ser invisibilizado.
En Piel con Piel, la luz verde mutante convierte las telas en pieles de otro mundo, borra las tonalidades conocidas y altera las texturas. Las sombras vibran, los contornos se desdibujan y un paisaje sonoro electrónico envuelve el espacio, como si el espectador penetrara en una dimensión alternativa.
Trayectoria de una creadora indisciplinada
Nacida en Goma, República Democrática del Congo, en 1989, Sandra Mujinga se ha consolidado como una de las voces más innovadoras de la escena contemporánea. Su práctica interdisciplinar cruza artes visuales, música, performance e internet, generando mundos alternativos que cuestionan las lógicas del presente. En 2021 obtuvo el Preis der Nationalgalerie y ha mostrado su trabajo en instituciones de referencia como el MoMA, el Guggenheim, la Bienal de Venecia (The Milk of Dreams, 2022) o la Trienal de Yokohama.
Su recorrido incluye exposiciones individuales en la Kunsthalle Basel (Time as a Shield, 2024), el MdbK de Leipzig (Fleating Home, 2023), el Hamburger Bahnhof (BMSWR: I Build My Skin With Rocks, 2022), la Malmö Konsthall, el Swiss Institute de Nueva York y la Vleeshal de Middelburg, entre otros. También es DJ y música, ampliando su campo creativo hacia territorios híbridos donde la disciplina se convierte en frontera móvil.
Con Piel con Piel, Mujinga no solo presenta una instalación monumental, sino un ejercicio radical de imaginación que cuestiona qué significa hoy ser visto, replicado y, al mismo tiempo, desaparecer a plena luz.









