Urban Beat Contenidos

“Risa caníbal”: el humor como dinamita contra la ultraderecha

En la penumbra blanca de la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán, un grupo de mujeres se encierra a reír del poder hasta hacerlo estallar. “Risa caníbal / Riure caníbal”, la nueva creación del colectivo catalán Las Huecas, es una carcajada feroz contra el dogma, un exorcismo teatral que convierte el humor en un arma de demolición antifascista. La obra, una coproducción del Centro Dramático Nacional, Teatre Lliure, Monte Isla y Las Huecas, puede verse en Madrid hasta el 9 de noviembre, y no deja títere con cabeza.

El humor como venganza política

Formado por Júlia Barbany, Núria Corominas y Andrea Pellejero, el trío creador plantea una pregunta urgente: ¿qué sucede cuando la ultraderecha se apropia del espectáculo, del discurso teatral, del lenguaje del humor y la parodia para seducir a las masas?
Las Huecas denuncian esa “usurpación escénica intolerable” que, en su opinión, ha convertido el cinismo político en performance. Ante ello, su respuesta es un contraataque: apropiarse del mismo terreno simbólico para devolver el golpe con ironía, deformación y delirio.
Risa caníbal / Riure caníbal no busca complacer, sino morder. Es una sátira sobre mujeres líderes de la extrema derecha europea, atrapadas en una sala de espera donde el tiempo se pudre y la razón se descompone. Poco a poco, sus personajes —trazados entre la caricatura y la monstruosidad— se desintegran ante la mirada del público, hasta hundirse en su propio esperpento.

La estética del ridículo como resistencia

El montaje oscila entre la comedia, el thriller psicológico y la farsa política, construyendo un lenguaje escénico que se mueve entre el absurdo y el terror. Las Huecas no esconden su intención: “darles de su propia medicina”, desactivar el discurso autoritario a través de la risa.
El humor, aquí, no es evasión, sino un método de sabotaje. “Las idiotas profesionales somos nosotras”, dicen las creadoras, reivindicando el derecho a la estupidez voluntaria, al gesto grotesco, como forma de inteligencia subversiva.
La obra despliega una teatralidad distorsionada, donde lo visual domina: máscaras fragmentadas, parodias que se autodestruyen, cuerpos convertidos en materia simbólica. Es un carnaval de lo siniestro, una risa que devora lo que teme.

Una escenografía de vacío y reflejo

La propuesta visual de Marta Lofi convierte el escenario en un espacio clínico, blanco, casi incorpóreo. Una especie de “backroom” sin ubicación precisa, un no-lugar que remite tanto a una sala de espera como a una cámara de aislamiento mental.
En medio de esa asepsia, los trajes negros de las actrices —diseñados por Oriol Corral— brillan como emblemas de poder en decadencia. Las Huecas explican que querían “jugar con el estatus que otorga cierto vestuario y la manera de presentarse ante el mundo”.
El contraste entre el vacío escénico y la densidad simbólica del vestuario genera una tensión constante: la imagen de autoridad se derrite en un entorno donde todo ha perdido su sentido.

Entre el clown y el horror

El lenguaje escénico del montaje se construye como una alegoría de la descomposición política. La comedia se entrelaza con el metaclown, donde la nariz roja deja de ser un accesorio y se convierte en signo ritual.
El humor convive con atmósferas de terror psicológico, incluso con guiños al gore y al body horror, para mostrar la monstruosidad latente bajo los discursos de pureza ideológica.
Esa experimentación formal y estética reafirma la apuesta de Las Huecas por una vanguardia irreverente, que desenmascara las imposturas culturales de la extrema derecha, autoproclamada “moderna” mientras recicla dogmas arcaicos.

Un equipo que amplifica el vértigo

El reparto lo integran Sofia Asencio, Júlia Barbany, Núria Corominas, Judit Martín y Andrea Pellejero, todas entregadas a un trabajo físico y coral, donde la energía colectiva se impone sobre el protagonismo individual.
La iluminación precisa de Ana Rovira, el diseño sonoro inquietante de Adrià Girona y la caracterización de Núria Isern completan una atmósfera que se mueve entre el laboratorio teatral y la pesadilla estilizada.

Una década de irreverencia

Desde su fundación en 2016, Las Huecas han tejido un camino independiente por festivales y espacios alternativos, hasta consolidarse como una de las compañías más singulares del panorama escénico español.
Su metodología —basada en el liderazgo rotativo— les permite experimentar con estructuras cambiantes, donde cada creadora dirige, interpreta o escribe en distintos momentos del proceso. El resultado es una estética híbrida, imposible de encasillar, marcada por la risa crítica y la exploración de los límites entre lo real y lo absurdo.
Antes de Risa caníbal / Riure caníbal, firmaron montajes como Projecte 92, Aquellas que no han de morir y De l’amistat, piezas que ya anticipaban su visión del teatro como campo de juego político y corporal.

Una carcajada que desarma

En tiempos donde la crispación política busca aplastar el humor bajo el peso del dogma, Risa caníbal recuerda que reír también es resistir.
Porque la risa, cuando es lúcida, puede ser más peligrosa que el miedo.
Y en el escenario del Valle-Inclán, cuatro cuerpos femeninos —sudorosos, grotescos, desbordados— lo confirman cada noche: el fascismo teme al ridículo más que a la razón.

Compartir:

Facebook
Twitter

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Urbanbeat Julio 2024
¡Descarga ahora el último nùmero de nuestra revista!

“Pródigo” entra en Matadero Madrid en busca de la parábola de una familia narcisista y desmembrada

En la penumbra de la Nave 10 del Matadero madrileño, resucita un eco antiguo: la voz del hijo pródigo se levanta entre luces de neón y carne empaquetada. Ya no hay desierto ni higuera, ni túnica desgarrada, sino un escaparate frigorífico, un matadero simbólico donde la sangre huele a detergente y las culpas se lavan con la publicidad de las noches festivas. Eva Mir ha invocado la vieja parábola y la ha fundido con el ruido eléctrico del presente: su “Pródigo” es un espejo barroco y pop, donde el hijo que se va no busca perdón, sino una grieta en la realidad por donde escapar del amor que mata en el espacio de una familia desmembrada.. La obra podrá apreciarse hasta el 19 de octubre.

Entrevistamos a Alberto Conejero en el marco de su próximo estreno “Leonora” en Contemporánea Condeduque

Alberto Conejero nos invita a recorrer el laberinto de su creación, donde el teatro se encuentra con la poesía, la memoria histórica y la música. Entre Lorca, Leonora Carrington y los desafíos del presente, revela de qué manera la palabra se convierte en carne, la escena, se transforma en un espacio de libertad donde la ética y la sensibilidad delinean un arte que interpela, conmueve y resiste. Alberto Conejero es licenciado en Dirección de Escena y Dramaturgia por la Real Escuela Superior de Arte Dramático y doctor por la Universidad Complutense de Madrid. De su producción dramática destacan: La geometría del trigo (2019), Los días de la nieve (2017) Premio Lorca 2019 Mejor Autor, Todas las noches de un día, ganador del III Certamen de Textos Teatrales de la AAT; La piedra oscura, Premio Max al Mejor Autor Teatral 2016 y Premio Ceres al Mejor Autor 2016, entre otros. En la siguiente entrevista indagamos un poco más sobre su nuevo proyecto “Leonora” producido por Teatro del Acantilado. La obra se erige como una evocación lírica y desbordada del cosmos íntimo de la pintora, escultora y narradora surrealista Leonora Carrington. La obra se adentra con mirada febril en los años de su juventud, en ese tiempo en que la rebeldía y el delirio aún no habían sido domesticados, y rescata su tránsito por una España herida tras la Guerra Civil, donde la artista dejó que su imaginación se mezclara con los fantasmas del país y las grietas de su propio deseo.

“Leonora”, entre el delirio y la revelación: Conejero resucita el espíritu surrealista de Carrington

Del 10 al 12 de octubre, el escenario de Contemporánea Condeduque será territorio de tránsito entre la razón y el delirio. Allí se estrenará Leonora, la nueva creación de Teatro del Acantilado, dirigida por Alberto Conejero y protagonizada por Natalia Huarte: una pieza que no pretende narrar una biografía, sino encender un espíritu. El de Leonora Carrington, esa alquimista inglesa que convirtió la locura en arte y el exilio en mitología.

Entrevistamos a Tiziano Cruz en el marco del estreno en Madrid de su espectáculo “Wayqeycuna”

Tiziano Cruz llega a Contemporánea Condeduque con “Wayqeycuna”, cierre de su trilogía “Tres Maneras de Cantarle a una Montaña”. Tiziano, no se presenta como un invitado dócil al escaparate cultural, sino como quien trae consigo el barro de su infancia en el norte argentino y lo convierte en gesto poético, memoria y denuncia. Su obra es un grito contra el mercado del arte domesticado, contra el privilegio de clase que dicta quién merece ser escuchado y quién debe callar. En escena no ofrece un recuerdo nostálgico, sino un manifiesto vivo: la certeza de que el cuerpo indígena no es folclore ni ornamento, sino territorio en disputa.”Wayqeycuna” podrá apreciarse el 1 y 2 de noviembre.

También te puede interesar

¿La dictadura de los influencers?

Hay épocas en que las palabras pierden su peso específico porque el lenguaje se desnaturaliza y pasa a seducir con una naturalidad impostada. Vivimos precisamente en esa era: la del impacto inmediato, la del titular que brilla tres segundos y desaparece en el flujo de una pantalla. El periodista, antaño custodio de la verdad, observa cómo su oficio se diluye ante una nueva casta de narradores improvisados: los influencers, esos demiurgos digitales que dictan tendencias, emociones y opiniones desde el altar de la autopromoción. Las redes sociales —esa ágora sin moderadores donde todos hablan y nadie escucha— han diluido la frontera entre información y entretenimiento, entre noticia y rumor, entre periodista y celebridad. Es un batiburrillo donde cabe todo. Las plataformas digitales han democratizado la comunicación, sí, pero también han democratizado la mentira, en sus disímiles contextos poco verificados.

Maria Helena Vieira da Silva: anatomía de un espacio que respira

El Museo Guggenheim Bilbao abre sus salas a una de las miradas más complejas del siglo XX: la de Maria Helena Vieira da Silva, artista franco-portuguesa que transformó la pintura en una cartografía del pensamiento. “Maria Helena Vieira da Silva: Anatomía del espacio” es mucho más que una retrospectiva; es una disección poética del modo en que el espacio se hace memoria, geometría y latido.

“Risa caníbal”: el humor como dinamita contra la ultraderecha

En la penumbra blanca de la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán, un grupo de mujeres se encierra a reír del poder hasta hacerlo estallar. “Risa caníbal / Riure caníbal”, la nueva creación del colectivo catalán Las Huecas, es una carcajada feroz contra el dogma, un exorcismo teatral que convierte el humor en un arma de demolición antifascista. La obra, una coproducción del Centro Dramático Nacional, Teatre Lliure, Monte Isla y Las Huecas, puede verse en Madrid hasta el 9 de noviembre, y no deja títere con cabeza.

“Good American Family”: el espejo roto del sueño americano

Hay historias que parecen imposibles de creer y, sin embargo, ocurrieron. “Good American Family”, es una serie dirigida por Katie Robbins, que podemos apreciar en Disney+. La historia se alimenta de una de esas verdades que superan cualquier ficción: el caso de Natalia Grace, la niña ucraniana con enanismo adoptada por una pareja estadounidense que acabó acusándola de ser una adulta infiltrada. Un drama tan desconcertante que desborda las fronteras del thriller para internarse en la región moral de lo inasible: el miedo, la culpa, la duda como enfermedad familiar.

Scroll al inicio

¡Entérate de todo lo que hacemos

Regístrate en nuestro boletín semanal para recibir todas nuestras noticias