Coixet, ganadora de dos Premios Goya a la mejor película por La vida secreta de las palabras (2008) y La librería (2018), inaugura por tercera vez la Sección Oficial del certamen vallisoletano. En esta ocasión, lo hace con una obra que ella misma define como “una reflexión sobre cómo vivir sabiendo que vamos a morir”, una confesión que revela el pulso vital y la serenidad que atraviesan toda la película.
La materia del adiós
La protagonista de Tres adioses es Marta, una profesora de instituto que, en pleno naufragio sentimental con su pareja, Antonio, recibe el diagnóstico de una enfermedad terminal. A partir de ahí, Coixet construye una fábula contenida y luminosa sobre la aceptación del fin, sobre los rituales íntimos que acompañan la pérdida.
“Encontré en la historia una manera de darle una vuelta de tuerca a una de mis obsesiones —explicó la cineasta—: no tanto hablar de cómo morir bien, sino de cómo vivir con la conciencia de la muerte.”
El guion, firmado junto al italiano Enrico Audenino, parte de un libro “caótico e inacabado”, según la propia directora, que afrontó el desafío de convertir la obra de Murgia en un relato cinematográfico sin perder su naturaleza fragmentaria. “Tardé en aceptar el proyecto —confiesa— por su cercanía temática con Mi vida sin mí, pero pronto entendí que este personaje me permitía explorar otro modo de estar en el mundo.”
Para Marisa Fernández Armenteros, una de las productoras, la película parte de una intuición sencilla: “Nos interesaba narrar lo que sucede cuando alguien recibe la noticia de que su tiempo se agota y decide no dejar ningún legado, solo seguir viviendo con honestidad.”
Roma, espejo y escenario
Coixet eligió Roma como escenario principal del filme, siguiendo las huellas de la autora sarda. Filmar en la ciudad eterna —confesó— fue un reto tanto logístico como emocional. “Rodar allí fue hermoso y difícil. Tuvimos que adaptarnos a la estructura de producción de los grandes estudios de Cinecittà, algo a lo que no estoy acostumbrada. Hay momentos de clasicismo, pero también otros de pura intimidad, rodados entre tres personas con una Kodak de 25 euros.”
Esa convivencia entre lo majestuoso y lo doméstico impregna la atmósfera visual de Tres adioses, donde Roma se convierte en un personaje más, símbolo del paso del tiempo y espejo de la propia protagonista. Coixet quiso además reflejar una mirada crítica sobre el turismo masivo que despersonaliza las ciudades: “Pensé mucho en Tripadvisor, en esa forma de banalizar los lugares, de convertirlos en experiencias sin alma. Lo he vivido en Barcelona. Quería hablar de eso, pero también de cómo seguimos habitando un espacio cuando ya no nos pertenece.”
Los rostros del adiós
El reparto está encabezado por la actriz italiana Alba Rohrwacher, a quien Coixet eligió sin dudarlo. “Pensé en ella desde el primer momento —dijo la directora—. Tiene un rostro fuera del tiempo. En cada gesto sugiere una emoción visible y muchas más que permanecen debajo. Es meticulosa, obsesiva, atenta a los detalles que otros pasarían por alto.”
La acompañan Elio Germano y el actor español Francesco Carril, que se enfrenta por primera vez a un papel en italiano. “Sentí una libertad enorme”, relató Carril. “Mi voz sonaba distinta. En otro idioma uno descubre algo nuevo de sí mismo.”
Coixet añadió que el personaje del actor madrileño nació de una conversación personal: “Cuando me habló de su madre, que es de Pisa, y de su relación con Italia, supe que debía escribirle un papel. Incorporar a un amigo a mi película siempre la hace más cercana.”
Una alianza de dos orillas
La película es una coproducción entre España e Italia, respaldada por Bteam Pictures, Buenapinta Media y Perdición Films, en colaboración con la compañía italiana Cattleya. El productor Alex Lafuente destacó la importancia de este trabajo conjunto y la confianza depositada por la industria italiana en el cine de autor español.
“Queríamos demostrar que desde España podíamos acompañar un proyecto tan íntimo como el de Isabel, hacerlo crecer sin perder su verdad. Este tipo de películas no nacen con vocación comercial, pero si se las cuida, pueden tener una larga vida internacional.”
El resultado ha sido prometedor: Tres adioses ha obtenido una notable acogida en la taquilla italiana, confirmando el interés del público por una propuesta que conjuga sensibilidad, lucidez y belleza.
Una película que despide sin tristeza
Tres adioses no es un drama sobre la muerte, sino una meditación sobre el tránsito y la conciencia del tiempo. La cámara de Coixet, fiel a su estilo de silencios, miradas y gestos mínimos, convierte la despedida en un acto de ternura y aceptación.
La Seminci celebra así su 70ª edición con una película que, lejos de buscar el impacto, elige la quietud. En los ojos de Alba Rohrwacher, en las calles de una Roma desacralizada y en la voz contenida de su directora, se percibe la esencia del cine de Isabel Coixet: la obstinación por hallar belleza incluso cuando el mundo se apaga.









