Desde el punto de vista psicológico, la caída de Alicia por la madriguera es un símbolo potente de la inmersión en el inconsciente. El País de las Maravillas funciona como un espacio onírico donde las leyes del yo racional se ven suspendidas. Alicia, sometida a transformaciones físicas constantes (crecer, encoger, flotar, desaparecer), experimenta una pérdida progresiva de control sobre su cuerpo y su identidad: “¿Quién soy yo?”, se pregunta repetidamente, una interrogación que anticipa las crisis del sujeto moderno. El absurdo del lenguaje, las paradojas temporales y los personajes esquizoides (el Sombrerero Loco, la Liebre de Marzo, la Reina de Corazones) confrontan a Alicia con un universo sin coherencia, donde la lógica cartesiana fracasa y la subjetividad se fragmenta. Carroll parece sugerir que el yo no es una esencia fija, sino una construcción frágil, atravesada por el deseo, el miedo y el sinsentido.
En el plano social, la obra subvierte los códigos de la educación victoriana. Alicia, como niña burguesa educada en la disciplina, la obediencia y el rigor lingüístico, se ve inmersa en un entorno donde las normas se invierten, las autoridades gritan absurdos y el lenguaje se emancipa de la razón. Esta desestabilización de la lógica adulta no es gratuita: Carroll exhibe con ironía las limitaciones del sistema pedagógico de su tiempo, que reprimía la imaginación y castigaba la desviación. En el País de las Maravillas, la inteligencia no garantiza poder, y el conocimiento no asegura sentido. El sinsentido deviene una forma de resistencia lúdica frente a la rigidez social. El hecho de que muchos personajes adultos se comporten de manera arbitraria, infantil o cruel refleja una crítica encubierta a la hipocresía de la autoridad y al absurdo de las convenciones sociales.
Por último, en su dimensión política, la obra desmantela la idea de soberanía. La Reina de Corazones —ridícula, caprichosa y violenta— representa una parodia del absolutismo y del poder sin legitimidad. Su consigna “¡Que le corten la cabeza!” se repite como un mantra que revela el vacío autoritario de un régimen donde la violencia sustituye al juicio. El proceso judicial al final del libro, carente de pruebas y lleno de disparates, satiriza las instituciones judiciales y su supuesta racionalidad. Carroll, matemático de formación, ironiza sobre el orden supuestamente lógico de la ley y de la política, exponiendo su dimensión teatral y coercitiva.
Alicia en el país de las maravillas, bajo su velo de inocencia lúdica, se convierte así en un campo de batalla simbólico donde el yo se disuelve, el poder se desnuda y el sentido se retuerce. Carroll no ofrece salidas, pero abre grietas: en el lenguaje, en la infancia, en la autoridad. Una obra profundamente moderna, que más de siglo y medio después sigue resonando en nuestras crisis de identidad, nuestras instituciones tambaleantes y nuestras búsquedas de sentido en un mundo que, como el de Alicia, no deja de encogerse y estirarse a voluntad.
En colaboración con el V&A Museum de Londres la exposición “Los mundos de Alicia. Soñar el país de las maravillas” es la primera que ofrece una visión amplia sobre el impacto y la influencia de esta obra victoriana, un fenómeno cultural en cuanto a su alcance y una fuente de inspiración para las mentes más creativas. La propuesta reivindica la vigencia del personaje de Alicia, casi 160 años después de su creación a manos de Lewis Carroll, y la presenta desde una visión amplia, protagonista de estos diferentes “mundos” en la que el personaje ha sido reinterpretado.
La muestra ahonda en los antecedentes y el contexto de la obra y repasa sus interpretaciones a partir de diferentes disciplinas: cine, artes plásticas, moda, o ciencia. Con una puesta en escena teatral e inmersiva, ofrece una visión amplia del personaje, e incluye una dimensión lúdica y un espacio de reflexión que establece un diálogo entre el mundo de Alicia y este en el que habitamos.
“Los mundos de Alicia. Soñar el país de las maravillas” sigue la estructura de los doce capítulos de Alicia en el País de las Maravillas y está dividida en cinco ámbitos: La invención de Alicia muestra sus antecedentes y contexto literario, social y político; A través de la pantalla repasa las películas que se inspiran en las novelas; Alicia, puerta a otros mundos revela cómo conceptos que en ella aparecen, como el sueño, el espacio y el tiempo, han inspirado a artistas y movimientos; Alicia en escena la muestra como origen para diferentes géneros escénicos en los que “el país de las maravillas” es un espacio para imaginar lo imposible; Convertirse en Alicia, por último, se centra en lecturas contemporáneas que presentan al personaje como uno actual, una exploradora armada para el siglo XXI.









