
Entre 1887 y 1890, el maestro de obras Tiberi Sabater i Carné proyectó para Frederic Marcet un palacete que combinaba influencias neoplaterescas y clasicistas. El inmueble, que luego mutó en el cine de la Comedia de Barcelona, con balcones, cornisas ornamentadas, pilastras y remates escultóricos, ofrecía un lenguaje arquitectónico de opulencia que reflejaba el estatus de su propietario. Su envolvente, ricamente decorada-os-es, se convirtió en un hito visual en la trama ortogonal del Eixample, actuando como cierre de perspectiva en uno de los tramos más nobles del Passeig de Gràcia.
La primera gran transformación llegó en 1935, cuando el empresario Josep Maria Padró decidió reconvertir el palacete en un teatro. Los arquitectos Pere Domènech i Roura y Josep Rodríguez i Lloveras asumieron el encargo, aunque la Guerra Civil interrumpió las obras, que no se completarían hasta los años de la posguerra. Finalmente, el 2 de abril de 1941 abrió sus puertas el Teatre de la Comèdia, con una sala que superaba el millar de butacas y un volumen escénico adaptado a las grandes producciones.
Con el auge del séptimo arte, el Comedia antiguo refugio de la historia detrás del palacete de Mercet se convirtió en sala de proyección a partir de 1960. El modelo del multicine, implantado posteriormente, obligó a subdividir la gran platea en varias salas más pequeñas, instalando cabinas adicionales, falsos techos y nuevos accesos. Si bien esta intervención respondió a la demanda comercial y tecnológica, alteró profundamente la configuración original del interior, introduciendo un diseño más funcional que ornamental.
En 2017, el edificio que se llamaba Cine de la Comedia , experimentó una renovación para modernizar butacas, accesos y sistemas de climatización. Sin embargo, el descenso en la asistencia, unido a la crisis estructural de las salas y a la pandemia, debilitó su viabilidad económica. Finalmente, el 14 de enero de 2024, el Cine Comedia cerró sus puertas, poniendo fin a más de seis décadas de proyecciones y dejando en suspenso el destino de uno de los inmuebles más reconocibles del centro barcelonés.
La respuesta no tardó en llegar. En 2025, el fondo de inversión Stoneweg formalizó la compra del edificio con el objetivo de albergar en él el Museu Carmen Thyssen Barcelona. El plan, que contempla una inversión total superior a los cien millones de euros entre adquisición y rehabilitación, pretende dotar a la ciudad de un nuevo espacio museístico con exposición permanente, muestras temporales, áreas educativas y servicios asociados. La propuesta ha sido recibida con expectativas, pero también con interrogantes sobre la relación entre capital privado y beneficio público.
El proyecto de rehabilitación del cine Comedia de Barcelona está en manos de estudios como Casper Mueller Kneer. También participa en la remodelación OUA .La premisa es clara: mantener la lectura original de la fachada mientras se reorganiza por completo el interior para cumplir con las exigencias de un museo contemporáneo. Esto implica integrar depósitos con control climático, talleres de restauración, itinerarios expositivos fluidos y circuitos logísticos que eviten interferencias entre público y personal técnico. No se descarta una ampliación vertical para unificar medianeras y ganar superficie útil, aunque esto exigirá un minucioso estudio estructural y de cargas.
El caso del cine Comedia es un ejemplo paradigmático de reutilización adaptativa: cómo un edificio con alto valor patrimonial puede asumir un nuevo rol sin perder su identidad arquitectónica. El reto no es menor: garantizar que la transformación respete la memoria material del inmueble, al tiempo que se dota de un programa cultural sostenible y accesible. Lo que ocurra en este cruce de calles no solo determinará el destino de un icono arquitectónico, sino que también marcará un precedente en la gestión de espacios históricos en Barcelona.
