El disco contiene cuatro composiciones originales —“Frames”, “Scales”, “Circles” e “Imagine”— a las que se suman versiones remezcladas por Adiel y Hanna Svirska, así como interpretaciones instrumental y a cappella del tema principal, lo que ofrece una disección sonora deliberada y valiente: una doble lectura entre lo completo y lo esencial.
El tema titular “Frames” se erige como núcleo simbólico y emocional. Su tejido sonoro combina un bajo denso con percusiones industriales en progresión oscura, mientras una voz contenida parece congelada en la distancia. Es un marco, en sentido literal y conceptual, para comprender la experiencia desde fuera: fijar el trauma, la intensidad emocional, y convertirlo en materia audible.
“Scales” contrapone estructuras matemáticas y resonancias más orgánicas: acordes pianísticos de sesgo clásico se enfrentan a subgraves envolventes, creando una tensión entre lógica y aliento humano. El tempo ralentizado y la voz quieta proponen una meditación sin consuelo ni premura, casi como un monólogo silencioso.
En “Circles”, el pulso se vuelve más rítmico, sostenido por un loop hipnótico que el remix de Adiel amplifica con glitchs y percusión minimal, llevándolo a terrenos bailables sin borrar su vocación introspectiva. “Imagine”, por su parte, clausura el EP con una textura aérea y melodiosa, expandida aún más por la intervención de Svirska hacia zonas abstractas del ambient contemporáneo.
El EP encarna una reelaboración de vivencias personales: Emika ha afirmado que Frames surge tras un proceso de búsqueda espiritual fallida y un retorno reparador a la naturaleza. La inclusión de pistas desnudas —sin instrumentación o sin voz— revela no solo un afán estético sino un deseo de transparencia emocional. Desde una lectura técnica, el EP dialoga con el IDM, el minimal techno y la música neoclásica, donde el andamiaje racional nunca suprime la expresión subjetiva.
Desde sus inicios en la adolescencia con una grabadora de cuatro pistas y un piano clásico intervenido por samplers caseros, Emika ha trazado una trayectoria radicalmente autónoma y coherente. Nacida en Milton Keynes (Reino Unido) de madre checa y padre británico, forjó una estética propia desde muy temprano: una alquimia entre música electrónica, formación académica en composición y una inquietud permanente por la innovación sonora. Hoy, con ocho álbumes aclamados por la crítica y un catálogo ecléctico que recorre desde el dubstep hasta la música sinfónica contemporánea, dirige su propio sello Emika Records desde su estudio autoconstruido en la Selva Negra alemana.
Emika desde su formación en Tecnología Musical Creativa en la Universidad de Bath Spa, se introdujo de lleno en la escena bass de Bristol, antes de emigrar a Berlín para trabajar como diseñadora de sonido en Native Instruments, una de las empresas punteras en software musical. Allí colaboró con el club Berghain en el proyecto conmemorativo Fünf (2010), grabando sonidos de campo del mítico recinto. Esta experiencia marcó el inicio de su presencia activa en la vanguardia europea.
Sus primeros álbumes, Emika (2011) y Dva (2013), editados por Ninjatune, fueron abrazados por nombres clave como Mary Anne Hobbs y Thom Yorke, quien llegó a declarar en la BBC: “Espero que se haga muy famosa”. Su mezcla de bajos abismales, pianismo melódico y una voz susurrante y magnética se convirtió en su huella digital. En 2015, fundó su propio sello para ganar independencia artística y lanzarse a nuevas formas híbridas entre lo clásico y lo electrónico. El éxito viral de piezas como las de su álbum Klavirni (más de 17 millones de reproducciones en Spotify) confirmó su poder expresivo en el minimalismo instrumental.
Más allá del estudio, Emika ha cultivado una conexión íntima con su audiencia. Gracias al micromecenazgo, logró financiar su ambiciosa sinfonía Melanfonie (2017), interpretada por 50 músicos de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de Praga, y nacida de un deseo de reconexión con sus raíces eslavas. Este proyecto fue también el germen de una serie de presentaciones inmersivas —como su show If We Disappear, que agotó localidades en planetarios de Berlín, Praga, Moscú y Hamburgo— con visuales 360º y una experiencia sonora envolvente. Críticos de DJ Mag, Uncut o BE-AT.TV han destacado la potencia sensorial de este formato, que combina tecnología, performance y una sensibilidad casi cinematográfica.
La proyección internacional de Emika incluye giras por Norteamérica, China, Rusia y festivales como Glastonbury (2016) o Atlas Weekend (2019). Ha sido remezclada por Marcel Dettmann, Pinch o Rebekah, y ha trabajado con figuras como Hank Shocklee (Public Enemy) o The Exaltics. Incluso The Weeknd sampleó su tema “Professional Loving” en su debut televisivo de 2013. Su música ha sido licenciada para películas, series como The Blacklist o How To Get Away With Murder, videojuegos como Wipeout, y su versión de “Wicked Game” alcanzó el número 1 en Canadá.
Tras dejar Berlín en 2022, se retiró con su familia al corazón del bosque alemán. Desde allí proyecta una nueva sinfonía, trabaja en una película para planetarios con sonido Dolby Atmos y firma la banda sonora de la cinta Another End de Piero Messina, protagonizada por Gael García Bernal, seleccionada en la competencia principal de la Berlinale 2024. Lejos de encasillarse, Emika continúa redibujando los límites entre géneros, formatos y esferas perceptivas, reafirmándose como una figura única: compositora total, arquitecta del sonido y cronista de su mundo interior.









