
Un relato visual entre dictadura y democracia
La muestra propone un diálogo transnacional y transversal: piezas históricas y contemporáneas dialogan sin un orden cronológico impuesto, en una disposición que convierte al visitante en actor más que en espectador. Obras de figuras imprescindibles —Manolo Millares, Maria Helena Vieira da Silva, Antonio Saura, Joan Miró, Antoni Tàpies, Paula Rego— conviven con trabajos de creadores actuales como Nuno Nunes-Ferreira, Filipa César o Hugo Canoilas, y con colectivos críticos como Equipo Crónica y Equipo Realidad. Junto a ellos, piezas de Fernando Sánchez Castillo y Harun Farocki aportan otra mirada documental y crítica.
El conjunto traza un mapa donde memoria, crítica política y compromiso social son ejes inseparables: fotografías, audiovisuales, carteles, archivos e instalaciones construyen un paisaje de experiencias que remiten tanto a la represión pasada como a las tensiones democráticas del presente. Algunas obras se muestran por primera vez, lo que aporta estratos inéditos a la narrativa colectiva.

Formato y experiencia: libre, intensa, participativa
La exposición renuncia a la linealidad didáctica; su criterio curatoral apuesta por la intensidad y la experiencia. Cada sala funciona como un espacio de reflexión autónomo: el visitante se deja atravesar por la fuerza de las piezas sin la coacción de una cronología. Esta libertad formal es también un gesto político: evitar jerarquías significa mostrar la historia como un tejido vivo, complejo y conflictivo, donde pasado y presente se encuentran y reconfiguran mutuamente.
Un programa público que extiende la reflexión
De octubre a marzo, La Casa Encendida complementa la muestra con un amplio programa público diseñado para activar el debate sobre la democracia hoy. Las jornadas Lapsus Linguae reunirán voces del pensamiento crítico —Sara Torres, Amador Fernández-Savater, Marta Peirano, Oriol Erausquin, Lucía Lijtmaer y Pablo Simón— para abordar los desafíos del discurso público contemporáneo. El programa escolar Imagina, debate y crea un país (con Los Bárbaros), las visitas guiadas para adolescentes dirigidas por Mireya Larriba y La Asamblea de Juveniles, un laboratorio escénico, completan la apuesta por la pedagogía y la participación juvenil.
Además de encuentros presenciales, la programación incluye podcasts con algunos artistas participantes y diversas visitas guiadas, reforzando la idea de la exposición como plataforma de pensamiento y creación colectiva.

Cartografía afectiva contra la amnesia
Para los comisarios, Inquietud pretende ser una cartografía —cultural, política y afectiva— que combata la amnesia colectiva. La advertencia es nítida: olvidar facilita la legitimación de pasados autoritarios y alimenta discursos autoritarios contemporáneos. Por eso la transmisión de memoria a las nuevas generaciones se presenta como tarea política: conservar relatos, imágenes y testimonios para construir un futuro compartido más consciente.
Carmina Gustrán, comisionada de España en Libertad. 50 años, sintetiza el pulso de la muestra: la inquietud —esa conmoción ante la pérdida de derechos— se transforma en motor de creación, compromiso y esperanza. Recordar, subraya, es reconocer que la democracia no es un logro cerrado, sino un proceso que exige vigilancia y cuidado cotidiano.

Compromiso institucional y apertura de fondos
Pablo Berástegui, de la Fundación Montemadrid, apunta que la exposición refleja la convicción de la institución por entender el arte como herramienta de transformación social. Reunir piezas de cinco décadas procedentes de colecciones españolas y portuguesas persigue abrir contextos nuevos de lectura: la colección se muestra ahora en diálogo con el patrimonio portugués, y muchas obras que durante años permanecieron en los fondos se exhiben públicamente por primera vez.
Así, Inquietud no solo conmemora: expone archivos y memorias que enriquecen la visibilidad del acervo institucional y permiten a la ciudadanía acceder a piezas que antes estaban resguardadas.

Una alianza ibérica que mira al futuro
La muestra en La Casa Encendida forma parte de un proyecto curatorial e institucional más amplio que celebra los cincuenta años de democracia en la península ibérica. Iniciado en abril con una primera exposición en Braga, el proyecto refuerza la cooperación cultural entre España y Portugal bajo la coordinación de Braga 25, CACE y Fundación Montemadrid.
Lejos de un homenaje complaciente, Inquietud. Libertad y democracia se presenta como una advertencia y una promesa: advierte sobre los peligros del olvido y promete —a través del arte y la pedagogía— sostener una memoria viva que nutra la construcción de un futuro democrático más justo. En ese gesto, la exposición convierte la inquietud en una forma de insistir en la libertad como práctica común.
