Madrid Nuevo Norte. Intereses cruzados: ¿Ciudad para todos o para unos pocos?
Parafraseando titulares recientes, Madrid aspira a convertirse en una especie de “City de Londres”. Detrás de la grandilocuencia, convergen actores con mucha capacidad: BBVA, Merlin, San José —integrados en Crea Madrid Nuevo Norte— han pagado más de 1 200 millones por el suelo. No están solos: las administraciones públicas siguen muy presentes en el tablero, pero no todos celebran. Desde medios críticos hasta urbanistas con nombre propio alzan la voz en un coro de cautela. Les preocupa que el protagonismo privadísimo eclipse el compromiso con lo público. “Más que conexiones, parecen el mismo poder”, escribe con sorna un periodista, recordando que la historia de Madrid está salpicada de movimientos de poder que siempre acaban beneficiando a quienes tienen más recursos. Un arquitecto —Eduardo Mangada— lo dice sin tapujos: a esto hay quien lo llama despectivamente “Cortijo BBVA”. Y desde las ONG como Ecologistas en Acción o el Club de Debates Urbanos, se advertía, también judicialmente, sobre la insuficiente que implica tener acceso a la vivienda protegida o el uso especulativo del suelo. No obstante, este año el Tribunal Supremo cerró definitivamente la puerta a esos recursos, reafirmando la legalidad del proyecto
Economía y territorio: números que impresionan… pero que inquietan
Los cálculos son apabullantes. En total, el desarrollo mueve alrededor de 25 000 millones de euros en 25 años —más de 11 000 en obras y cerca de 14 000 en inversiones inmobiliarias- y además al menos 10 500 viviendas están previstas, con un 38 % de inversión pública. Se habla incluso de triplicar la inversión en un período de 30 años: 17 000 millones invertidos y 52 000 millones de retorno estimado. Esas cifras llegan acompañadas de promesas económicas: un impacto equivalente al 1,3 % del PIB, generación de más de 350 000 empleos… y un distrito de negocios que convertirá a Madrid en motor de atracción internacional.
¿Ciudad viva o ciudad “de oficina”?
Desde los estudios de arquitectura y urbanismo suena una alerta creciente: ¿Tienen sentido 30 torres de oficinas en plena era del teletrabajo y con edificios vacíos en las grandes urbes europeas? Paris, Londres o Manhattan registran altos índices de desocupación en distritos financieros similares.
En ese proyecto hay muchos ojos (y críticas): Carlos Moreno, Carmen Santana y Belinda Tato coinciden en que el modelo está pensado para el pasado, no para el porvenir climático y laboral que vivimos con tanta incertidumbre.
Moreno advierte que, sin integración real, puede agravar la desigualdad entre el norte y el sur de Madrid. Santana considera que torres sin flexibilidad responden a un urbanismo rígido y poco resiliente. Tato reclama calles que refresquen, espacios que vivan también los veranos intensos: en sus palabras, “no todo el mundo tiene terraza o piscina”.
Verde, movilidad… ¿pero suficiente?
Desde el Gobierno regional se vende el proyecto como un hito de descarbonización: nuevas estaciones de Metro y Cercanías, un gran intercambiador, carriles bici, 400 000 m² de zonas verdes y más de 800 000 toneladas de residuos obras reutilizados para nuevos proyectos.
El parque central que suavice el impacto del calor, la “ciudad de los 15 minutos” que conecta todo en Madrid en menos de media hora —o eso se promete—, suenan a declaración de intenciones optimistas. Pero esa visión también encuentra reservas. El equilibrio verde/hormigón, lo público frente a lo privado, el sudor urbano frente al rascacielos corporativo… ¿hasta qué punto será un oasis para todos o sólo para unos pocos privilegiados?
Con la lupa del futuro: entre la esperanza y la prudencia
Madrid Nuevo Norte ya ha recibido luz verde judicial, convenio y financiación para arrancar. El mapa ya está trazado. Pero la ciudad que vendrá sigue siendo un territorio que se escribe día a día, con cada decisión, cada construcción que se levanta, y cada calle que emerge. ¿Podrá resistir el paso de los años? ¿O acabará siendo un enclave de oficinas que hoy tiene sentido y mañana ya no?
En ese pulso urbano, la verdadera pregunta no es solo qué se construye, sino para quién. Permanecen en el aire voces, esperanzas y dudas que el tiempo se encargará de responder.
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