Las fiestas navideñas son un buen pretexto para que la familia se reúna en torno a un mesa llena de manjares, y claro todos los integrantes reunidos luchan de manera furtiva, por evitar que les toque una de las patas de la mesa porque a la incomodidad física se sumaría la incomodidad de ver familiares lejanos con los cuales, en ciertas ocasiones y a duras penas, les quedan sentimientos empáticos o viceversa. A todo esto se suma la hipocresía consumista al más puro estilo neoliberal acompasado por un capitalismo despiadado que todos respiramos gracias a efluvios tóxicos que caen de las nubes contaminantes de las grandes ciudades. El colectivo Capitalism hace, gracias a su última The Uncomfortable, de este discurso, un bastión: “Somos un colectivo de arte comunista-capitalista-irónico de tenso sentido crítico que convierte las paradojas de la sociedad moderna en negocios de todo tipo, pero claro para ganar dinero y siendo profundamente honestos somos tan capitalistas como cualquier artista, simplemente no nos ruborizamos al decirlo, no nos quedan alternativas”

La mesa en cuestión consta de 39 patas, fabricadas con materiales como madera, acero cromado y galvanizado, cobre y metacrilato, asegurando que cada invitado viva de primera mano y de manera equitativa la molestia de toparse con ellas. Los acabados en aceite de teka, linaza y barnices potencian el contraste entre los elementos naturales y los industriales. La susodicha mesa además está construida en roble macizo cuyo tablero presume de un impresionante grosor de 4 cm, ofreciendo una robustez y durabilidad excepcionales. En definitiva esta propuesta busca que la incomodidad se convierta en la verdadera protagonista, dejando el diseño en segundo plano, también es cierto que el sentido utilitario de la mesa en cuestión se ve apocado por el discurso artístico intrínseco, y al final lo mismo que se subasta una “banana” por 6,2 millones de euros es menester por esa regla poder subastar una table donde pocos se sentirían honrados de sentarse y en caso de hacerlo, aceptar con cautela como premisa, la paradoja entre arte disruptivo y sentido práctico.
La producción estuvo a cargo de Arturo Ongil, especialista en diseño de mobiliario y serigrafía, y Andrés Boraita, experto en escenografía teatral y producción artística. Como complemento, el proyecto incluye un video producido por Bana Studio que recrea una cena ficticia donde los actores enfrentan las incomodidades de la mesa, y una sesión fotográfica realizada por Miguel de Guzmán y Rocío Romero.

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