
Con una visión global y un enfoque profundamente humano, Lanchas defiende que el éxito empresarial no se mide únicamente en resultados, sino en la capacidad de generar impacto, inspirar a otros y dejar huella. En esta entrevista exclusiva, comparte las claves de su metodología, su forma de entender el liderazgo y su propósito: formar emprendedores que piensen en grande, actúen con conciencia y estén preparados para transformar su entorno.
Alberto, llevas años al frente de Rayber y ahora lanzas un programa internacional de emprendimiento. ¿Qué fue lo que te inspiró a abrir las puertas de tu experiencia a otros emprendedores?
A lo largo de los años al frente de Rayber he tenido la oportunidad de vivir de cerca los desafíos, aprendizajes y satisfacciones que implica emprender. Esa experiencia me hizo ver que el conocimiento solo cobra verdadero valor cuando se comparte. El programa internacional surge precisamente de esa convicción: la de crear un espacio donde otros emprendedores puedan acceder a herramientas, metodologías y experiencias reales que los ayuden a crecer de forma sostenible. Más que un proyecto, es una manera de devolver al ecosistema parte de lo que éste me ha dado y de contribuir a una cultura empresarial más colaborativa y global.
Dices que condensas toda tu experiencia como CEO en tres meses. Si tuvieras que elegir un aprendizaje clave que todo alumno debe llevarse, ¿cuál sería?
Si tuviera que elegir un solo aprendizaje, sería la importancia de la mentalidad estratégica. Muchos emprendedores comienzan con pasión y energía —y eso es fundamental—, pero a menudo olvidan que el crecimiento sostenible depende de una visión clara, disciplina operativa y capacidad de adaptación. En el programa trabajamos precisamente eso: cómo pensar como un CEO, no solo como un fundador. Entender los números, liderar equipos con propósito y tomar decisiones basadas en datos y no en impulsos. Esa forma de pensar marca la diferencia entre una idea prometedora y una empresa que trasciende.
El programa tiene plazas limitadas y atención personalizada. ¿Cómo logras que cada alumno se sienta acompañado y guiado en su proyecto?
La personalización es el corazón del programa. Desde el inicio, cada participante recibe una evaluación individual de su proyecto y objetivos, lo que nos permite diseñar un plan de acompañamiento adaptado a su realidad. No creemos en fórmulas genéricas, sino en un proceso que combina mentorías uno a uno, sesiones grupales estratégicas y un seguimiento constante de los avances. Además, yo mismo participo activamente en las mentorías, porque entiendo que el valor del aprendizaje está en la interacción directa y en la capacidad de conectar la teoría con la práctica real. Esa cercanía garantiza que cada alumno se sienta acompañado, comprendido y, sobre todo, impulsado a dar el siguiente paso en su emprendimiento.
Tus módulos combinan teoría y práctica. ¿Qué tipo de ejercicios prácticos sorprenderán a los alumnos y les darán una ventaja real en su negocio?
En este programa busco que cada ejercicio sea una oportunidad real de crecimiento, no un simple trabajo académico. Por eso, los alumnos trabajan directamente sobre su propio proyecto desde el primer día. En lugar de ejemplos genéricos, aplican las herramientas a su modelo de negocio, validan su propuesta de valor en el mercado y desarrollan estrategias reales de crecimiento.
Uno de los momentos que más sorprende es cuando deben enfrentarse a simulaciones de decisiones críticas: cómo responder ante una crisis de liquidez, cómo liderar una ronda de inversión o cómo escalar operaciones sin perder el propósito. Estos ejercicios los sacan de la zona de confort y los obligan a pensar como verdaderos CEOs. Al final, no solo adquieren conocimiento, sino que desarrollan criterio, visión y confianza para liderar con claridad en entornos complejos.

Hoy existen muchos cursos de emprendimiento. ¿Qué hace único a tu programa frente al resto?
La gran diferencia está en que este no es un curso sobre emprendimiento, sino una experiencia de dirección real aplicada a tu propio proyecto. Durante tres meses, los participantes viven el proceso completo que atraviesa un CEO: desde la validación del modelo de negocio hasta la toma de decisiones estratégicas bajo presión. No trabajamos con teoría desconectada, sino con metodologías probadas en empresas reales y con acompañamiento personalizado en cada etapa.
Además, el programa combina visión global con ejecución práctica: los alumnos reciben retroalimentación directa y mentorías individuales. En esencia, no formamos emprendedores que buscan arrancar un negocio, sino líderes capaces de dirigirlo, escalarlo y sostenerlo en el tiempo. Esa diferencia se nota desde el primer día.
El riesgo de fracasar es alto para los emprendedores. ¿Cómo enseñas a identificar y sortear esos obstáculos antes de invertir tiempo y dinero?
El fracaso forma parte del camino emprendedor, pero muchos tropiezos pueden evitarse si se aprende a analizar con rigor antes de actuar. En el programa trabajamos precisamente eso: cómo pensar estratégicamente antes de invertir recursos. Enseñamos a los alumnos a validar su idea con datos reales, a entender la viabilidad financiera y a identificar los puntos críticos de su modelo de negocio desde el inicio.
A través de herramientas de diagnóstico, simulaciones y análisis de escenarios, cada participante aprende a detectar señales de riesgo —como la falta de tracción, la mala definición del público objetivo o la ausencia de ventaja competitiva— antes de que se conviertan en problemas costosos.
La clave está en cambiar la mentalidad: dejar de actuar por intuición y empezar a decidir con información, estructura y propósito. Cuando un emprendedor domina eso, no solo reduce el riesgo de fracasar, sino que aumenta su capacidad de adaptarse y salir fortalecido ante cualquier desafío.
¿Quién es el perfil ideal de alumno para este programa? ¿Buscas más ideas disruptivas, startups consolidadas o ambos?
El programa está diseñado tanto para emprendedores que ya han dado sus primeros pasos y quieren llevar su proyecto al siguiente nivel, como para quienes aún no se han iniciado y desean comenzar con una base sólida. No buscamos únicamente ideas disruptivas, sino personas comprometidas con construir empresas sostenibles, con propósito y visión a largo plazo.
Más que el punto en el que se encuentran, lo que me interesa es su actitud: que estén listos para pensar como CEOs, tomar decisiones estratégicas y transformar su forma de liderar. Al final, el verdadero valor del programa está en ayudarles a convertirse en la mejor versión de sí mismos, como emprendedores y como líderes.


Has recibido premios como Best CEO 2024 y reconocimiento a tu trayectoria. ¿Cómo influyen estos logros en tu manera de enseñar y orientar a los futuros emprendedores?
Los reconocimientos son, sin duda, un honor, pero más que un punto de llegada los veo como una responsabilidad. Cada logro representa el resultado de años de aprendizaje, decisiones difíciles y trabajo en equipo, y me recuerda la importancia de compartir ese conocimiento con otros emprendedores que están recorriendo su propio camino.
Estos premios no cambian mi manera de enseñar; la refuerzan. Me inspiran a seguir siendo exigente, realista y cercano con quienes confían en este programa. Mi objetivo no es que los alumnos repitan fórmulas, sino que desarrollen su propio criterio, aprendan a liderar con propósito y entiendan que el éxito no se mide solo en resultados, sino también en la capacidad de generar impacto y dejar huella.
En definitiva, los reconocimientos me impulsan a seguir haciendo lo que más me apasiona: formar líderes que piensen en grande, actúen con conciencia y estén preparados para transformar su entorno.
La planificación financiera y el marketing son esenciales en cualquier negocio. ¿Cómo logras que temas tan complejos se conviertan en herramientas prácticas y aplicables para los alumnos?
Tanto la planificación financiera como el marketing suelen verse como áreas técnicas o difíciles de dominar, pero en realidad son el lenguaje con el que un emprendedor entiende y dirige su negocio. En el programa las abordamos desde un enfoque totalmente práctico: cada concepto se traduce en una herramienta concreta que el alumno aplica sobre su propio proyecto.
En el módulo financiero, por ejemplo, trabajamos con plantillas reales de proyección de ingresos, flujo de caja y análisis de rentabilidad, para que cada participante aprenda a tomar decisiones basadas en datos y no en intuiciones. En marketing, aplicamos metodologías de posicionamiento y segmentación que permiten definir con precisión el público objetivo y diseñar estrategias de crecimiento sostenibles.
Lo más importante es que los alumnos no solo aprenden finanzas o marketing: aprenden a pensar estratégicamente con ellas, a entender cómo cada decisión afecta al conjunto. Esa integración entre visión, números y estrategia comercial es lo que realmente les da una ventaja competitiva en el mercado.
Además de los 12 módulos, ofreces consultas fuera del temario. ¿Qué tipo de preguntas suelen surgir y cómo enriquecen la experiencia del curso?
Las consultas fuera del temario son, en muchos casos, donde ocurre el aprendizaje más profundo. Suelen surgir preguntas muy específicas sobre los retos reales que enfrenta cada emprendedor: desde cómo reorganizar un equipo en crecimiento, negociar con un inversor o redefinir una estrategia comercial, hasta cómo mantener la motivación y el equilibrio personal en momentos de alta presión.
Estos espacios permiten conectar la teoría con la realidad de cada alumno. A menudo, una conversación de 30 minutos puede aclarar una decisión que impacta directamente en el futuro de su empresa. Además, ese diálogo constante genera una relación de confianza y un aprendizaje bidireccional: yo también aprendo de sus experiencias, de sus contextos y de la manera en que enfrentan los desafíos.
En definitiva, esas consultas personalizadas convierten el programa en algo vivo, flexible y profundamente humano, donde cada emprendedor no solo crece profesionalmente, sino que encuentra claridad y enfoque para liderar con propósito.
El programa es internacional. ¿Qué valor añade esta perspectiva global a un emprendedor que quiere competir y destacar más allá de su país?
Vivimos en un entorno donde pensar de forma local ya no es suficiente. La perspectiva internacional no solo amplía el mercado potencial, sino también la forma de entender los negocios, la innovación y el liderazgo. En el programa reunimos a emprendedores de distintos países y sectores, lo que genera una riqueza enorme en la interacción: se comparten experiencias, desafíos y soluciones desde contextos muy diferentes, y eso expande la visión de cada participante.
Además, trabajamos con metodologías y casos aplicables a cualquier mercado, lo que permite que los alumnos aprendan a adaptarse, negociar y competir en entornos globales. Entender las dinámicas internacionales, las tendencias de consumo y los estándares de gestión a nivel mundial es una ventaja competitiva decisiva.
En última instancia, el valor de esta mirada global es formar emprendedores con mentalidad internacional, capaces de construir empresas que trascienden fronteras, conectan culturas y generan impacto real más allá de su país de origen.
Para quienes quieren profundizar antes de apuntarse, ¿qué recursos gratuitos o contenidos exclusivos pueden encontrar en tu web que complementen la formación del curso?
En mi página web los emprendedores pueden encontrar una serie de recursos gratuitos creados precisamente para acompañarlos antes, durante y después del programa. Si se suscriben a mi newsletter, tendrán a su disposición claves para analizar su idea con perspectiva, herramientas que utilizo con mis propios clientes y alumnos, errores reales que pueden evitar y preguntas que los ayudarán a decidir, además de una secuencia de correos que los acompañarán a pensar con estructura.
La idea es que cualquier persona interesada pueda empezar a formarse desde hoy, descubrir nuestra metodología y comprobar cómo una visión más estratégica y profesional puede transformar su manera de emprender.
