El Palacio de Cibeles, 100 años después: memoria urbana en un edificio que nunca dejó de transformarse
El Palacio de Cibeles no es simplemente un edificio que alcanza el siglo de vida: es una presencia que ha acompañado a Madrid como una columna vertebral hecha de luz y piedra. En 2019 cumplió 100 años y se impone allí donde otros inmuebles envejecen en silencio, este sin embargo, ha crecido con el pulso de la ciudad, ha respirado sus transformaciones y ha proyectado, década tras década, un imaginario de modernidad y solemnidad. Cumplir cien años, en su caso, no es una efeméride: es la prueba viviente de cómo la arquitectura puede convertirse en memoria colectiva. Durante un siglo, este coloso de piedra, hierro y vidrio, proyectado por Antonio Palacios y Joaquín Otamendi ha sido centro postal, icono urbano, símbolo institucional y ahora, además, artefacto cultural ya que alberga CentroCentro, un espacio de encuentro intercultural, una gran plaza pública para el ciudadano y un escenario de participación, acción, ocio y aprendizaje. Y aunque forme parte del decorado cotidiano, mucho de su historia sigue escondido bajo su piel arquitectónica.









