
Tenemos una cita con Juan Miguel Hernández León. Y Urban Beat queda absorto ante un pequeño recorrido por su amplísimo despacho de exquisita decoración cuyas paredes juegan con obras de Joaquín Mir; Cecilio Pla; Equipo Crónica; Rusiñol; Gutiérrez Solana y Picasso. Los soberbios ventanales inundan de luz todos los rincones con el apasionante paisaje madrileño de fondo y un tablero de ajedrez nos reta con una partida inconclusa cuyo final no podemos dilucidar. Estamos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Juan Miguel Hernández León es Doctor Arquitecto, Catedrático Emérito de la Universidad Politécnica de Madrid desde 2015, colabora habitualmente en diversas revistas especializadas en arquitectura y arte, autor de varios libros, entre ellos, “Arquitectura Española Contemporánea: La otra modernidad” y “Conjugar los vacíos”. Comisario de exposiciones como “Designing America. El trazado español de los Estados Unidos”, que, tras su inauguración en la Biblioteca nacional de España, ha recorrido los EE.UU., exhibiéndose en Washington, Houston, y San Antonio, y Arqueología de la memoria reciente, inaugurada en Madrid, y posteriormente en Tokio. De igual forma que realizador de los filmes experimentales como “The journey”, y “Atlas del deseo”, sobre la transformación de las ciudades y el territorio español en los años recientes. Nuestra apasionante charla aborda la historia del Círculo de Bellas Artes que es en definitiva un compendio de la historia reciente de la cultura contemporánea de Madrid y de Europa.

¿Cómo definirías el papel del Círculo de Bellas Artes en el panorama europeo de la cultura contemporánea?
El Círculo de Bellas Artes en realidad, es una institución que tiene varias características que voy a describir a continuación. En primer lugar, es una asociación privada y eso permite que sea una plataforma de libertad, de no partidismo y que trate incluso con una voz crítica la situación de la cultura y dé cabida a todas las manifestaciones de las distintas disciplinas artísticas que de alguna manera constituyen todo ese mundo que llamamos cultura; pero me gustaría matizar este aspecto. A veces, confundimos el término cultura con el término arte, y es necesario aclarar que la cultura es un concepto que, desde el punto de vista antropológico, es mucho más amplio ya que, abarca distintos ámbitos que van desde la ciencia, la historia, el cine hasta incluso la arquitectura. El Círculo de Bellas Artes tiene una larga historia. En 1880 se crea la Asociación Círculo de Bellas Artes por un grupo de artistas, de escritores, curiosamente en el Café Suizo de Madrid. Por eso yo creo que la cultura madrileña debe dos cosas importantísimas al Café Suizo. La primera es que allí se inventó el bollo suizo, hecho que ha pasado a formar de la tradición gastronómica madrileña. Y en segundo lugar porque allí, en una reunión, se decidió crear la Asociación Círculo de Bellas Artes.
A partir de ahí ha tenido una larga historia, una fructífera historia con distintas sedes. El último enclave se situaba en el ahora llamado Complejo Canalejas. Allí tuvo la última zona de alquiler en la que además consiguió bastantes recursos porque tenía autorizado incluso el juego. Con esos recursos se decidió ya en el año 20 realizar y construir un edificio propio que es este donde estamos ahora. Este edificio se construyó después de un concurso muy complicado, con disputas y con tensiones con el Ayuntamiento respecto a la altura del proyecto previsto. Al final se decide otorgarle la concesión al arquitecto Antonio Palacios, paradigma de la iconografía arquitectónica de Madrid. No hay administración que no quiera tener un Antonio Palacios en su vida. El nuevo Ayuntamiento de Madrid está en un edificio de Antonio Palacios; el primero que realiza en un concurso que gana en colaboración con los hermanos Otamendi. La Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid está en otro Antonio Palacios e incluso el Instituto Cervantes está en otro Antonio Palacios. Normalmente la crítica tradicional, la historiografía tradicional ha relacionado la obra de Antonio Palacios con la Secesión Vienesa, con las referencias a Otto Wagner y con la obra de Richter. Pero es algo más que eso, porque por ejemplo, el edificio del Círculo de Bellas Artes también tiene influencia norteamericana, sobre todo las experiencias que realiza Louis Sullivan en Chicago, me estoy refiriendo al The Schiller Theater Building que después se demolió en los años sesenta y que curiosamente influye a Antonio Palacios, posiblemente a través de revistas o ensayos arquitectónicos.
Antonio Palacios era socio del Círculo y además era el responsable de la sección de arquitectura en el Círculo de Bellas Artes. En este marco esta institución pasa por muchos problemas, crisis, tensiones económicas, etc. hasta llegar a 1982, en el que es uno de los momentos culminantes más tremendos de la crisis del Círculo. De hecho, nadie se presenta a la presidencia y, según los estatutos del Círculo, se crea una Junta de Edad. Una Junta de Edad que tiene la función de disolver la asociación. En los estatutos figura también el hecho de que, en caso de disolución de la asociación, todo el patrimonio, es decir, el edificio, las colecciones de obras de arte que tiene y tal, pasarían al Estado, pero con la obligación del Estado de dedicarlo a los mismos fines con los que venía funcionando hasta el momento. Ante esta, entre comillas, amenaza que recibe el Ministerio de Cultura en aquel momento, el ministro de Cultura, Javier Solana, decide que lo que se trata es de intentar salvar y sacar de esa crisis al Círculo y se crea la idea de un consorcio. Un consorcio en el que estaría y va a estar y está el Ministerio de Cultura, posteriormente entraría el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid. Ese consorcio tiene la obligación de convivencia, es decir, el Círculo está asociado, no hay una dependencia. Entonces deciden conceder una serie de subvenciones nominativas anuales por el hecho justificado que parte del compromiso adquirido al crear ese consorcio, y también se constituye un patronato que supervisa o tiene esa tutela económica sobre el Círculo. Tampoco hay que equivocarse ya que, la aportación de las subvenciones nominativas cubre aproximadamente un 12% del presupuesto del Círculo. Por tanto, con el consorcio no podría sobrevivir el Círculo. Esto obliga al Círculo a funcionar como una empresa cultural creando dinámicas económicas y sociales. En ese año 82 también se coopta a una serie de artistas. El primer presidente cooptado es el escultor Martín Chirino, y aquí entran Lucio Muñoz, Luis Gordillo, Juan Genovese, es decir, toda una serie de artistas importantes. A partir de ahí, empieza una nueva trayectoria del Círculo. Pasa, de ser una asociación cerrada sólo para socios; a ser una institución cultural privada, pero abierta a la ciudadanía.
¿Cómo se inició tu relación con el Círculo de Bellas Artes?
Mi relación con el Círculo se inicia en los años 60 cuando estaba ingresando en la Escuela de Arquitectura. En ese año en mi curso había una asignatura terrorífica llamada Análisis de Formas. Lo que entenderíamos hoy como dibujo artístico: mancha de estatua, pluma, órdenes clásicos, lavado clásico, color, etc. y nos recomendaban, a los que preparábamos ese examen, que viniéramos a los llamados talleres libres de aquí, del Círculo, que están en la sexta planta, para dibujo del natural, dibujo de desnudo, es decir, lo que se llama soltar la mano, en el caso del dibujo. Fue en ese proceso donde se inició mi relación con el Círculo de Bellas Artes. Claro, en esa época éramos como una especie de gente al margen; éramos estudiantes; éramos jóvenes que comprábamos unas tarjetas que nos iban taladrando tras cada sesión que utilizábamos en la sala de los talleres. Por tanto, desde los años 60, de una manera directa o indirecta, yo me siento comprometido con el Círculo de Bellas Artes.

¿Cómo valoras el desarrollo y difusión de la cultura por parte del Círculo de Bellas Artes a partir de la década de los 60?
Mira, en principio, en el año 69 son los encuentros de Pamplona, un hito muy importante para el arte español porque son encuentros en los que hay cine experimental, artes plásticas, tantas y tantas cosas. Incluso se crea una ciudad artística con las estructuras de mi gran amigo el arquitecto Prada Poole y yo presento una película experimental que ahora está en la colección del Reina Sofía.
Es también el momento del Mayo francés en el 68, el Post-mayo francés, es decir, es una época de evolución, de ruptura y que de alguna manera anticipa lo que podría ser la eclosión artística y cultural de los años posteriores, sobre todo en España. Hay que tener en cuenta que los años 20 y los años 30, que son el periodo de las llamadas vanguardias históricas, han pasado a ser vanguardias históricas porque parece que hay una cierta contradicción entre lo histórico y la vanguardia, pero lo define muy bien sobre todo el momento cronológico donde aparecen esas tensiones. De hecho, el círculo tiene una historia muy ligada a lo que podríamos llamar artes plásticas y por supuesto, también al cine. Recientemente nuestro Cine Estudio ha sido integrado en la red de Europa Cinema, es decir, un reconocimiento de una red de cines europeos que se nos concede esa especie de galardón en base a que hemos apostado por el cine europeo. Al mismo tiempo, al Círculo se le declara tesoro de la cinematografía europea, en el sentido de que en este espacio concreto se han filmado algunas de las películas más importantes del cine moderno español.
Aquí han filmado películas de Almodóvar, Antonio Drobe, Pilar Miró y podría seguir hablando de una serie de películas que han enriquecido la filmografía española de una manera fehaciente. Esto implica, por tanto, que este edificio, esta institución pase a tener un doble reconocimiento. Uno, el de ser un bien de interés cultural, ya reconocido desde hace muchos años, es decir, es un monumento protegido. Pero al mismo tiempo, no sólo por la materialidad o la forma concreta arquitectónica del edificio, sino además porque ha sido sede y espacio que ha recogido experiencias cinematográficas, personalidades artísticas de las distintas disciplinas artísticas e importantísimas personalidades que han pasado por aquí. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que en el ranking o en la relación de Medallas de Oro, que es otra distinción que concede el Círculo, pues por aquí ha pasado la mayoría de los más importantes escritores, artistas y filósofos del ámbito nacional e internacional.
¿Qué relación existe, en su opinión como arquitecto, entre la cultura y la política?
La relación con las Administraciones, en el caso específico del Círculo de Bellas Artes, creo que siempre ha sido fluida, ha habido, es lógico, en algún momento tensiones, sobre todo porque supone, entiendo, una actitud generosa por parte de las administraciones saber que están apoyando a una institución que no pueden controlar.
¿Ha sentido la censura alguna vez?
Alguna presión ha habido, pero nunca hemos hecho caso. Es decir, porque eso es lo más positivo de esta relación. Las administraciones; que de alguna manera están apoyando al Círculo, entienden que no somos manejables, no porque tengamos ninguna intención anarquista de destruir a las instituciones, sino porque esto es un espacio de libertad, un espacio de libre pensamiento que amplía además este concepto no sólo al ámbito madrileño o al ámbito español, sino incluso, al ámbito europeo. Debemos tener en cuenta que somos Casa de Europa también, no porque nos lo haya concedido ninguna Administración, sino porque registramos el nombre de Casa de Europa para dar un paso de excelencia al Círculo de Bellas Artes. Actualmente incluso el ministro de Asuntos Exteriores nos ha reconocido que somos Casa de Europa. Y esta idea surge precisamente el año que le concedo la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes al filósofo Máximo Cacciari, que fue alcalde de Venecia y fue también eurodiputado. En sus palabras de agradecimiento en el acto de otorgamiento que le hicimos dijo: Tengo que reconocer que el Círculo de Bellas Artes ha hecho más por una cultura europea que muchos ministerios de cultura de países europeos. Pues debería ser así. Y yo dije, bueno, pues es el momento de autorreconocerlo. De hecho, fuimos la única institución española que fue invitada, por lo menos la que aceptamos estar en la European Alliance of Academies, una asociación europea en la que estamos más de 60 instituciones, desde el Pompidou, la Academia de Kingston, la Royal Academy, la Académie Française, etc. Nuestra misión fundamental como asociación europea está basada en el principio de solidaridad, de apoyo entre todos los agentes de la cultura europea y también para defender el principio de la libertad de creación artística. Esto, de hecho, ha servido para que a través de European Alliance hayamos estado en Budapest defendiendo a los escritores húngaros de unas ciertas presiones y de censura existentes en Hungría. Hemos estado también en Polonia defendiendo también a los artistas polacos de esas presiones. La función de European Alliance es básicamente, estar alertas ante las señales de que aparezca un intento de presión sobre eso que entendemos como libertad absoluta de creación para los artistas y los creadores, es en definitiva, autodefendernos.
¿Qué valoración haces de todos estos años como presidente del Círculo de Bellas Artes?
La valoración es muy positiva pues he crecido en una comprensión profunda, que ya intuía, de que la cultura y las artes son elementos fundamentales para la democracia. Es lo más importante. En primer lugar, porque yo creo que la cultura tiene, y espero que se me entienda, una dimensión política en el sentido de polis, es decir, de construcción del mundo, de relación, etc. Y si no lo es así, es pura decoración. Por tanto, esa dimensión de la cultura y las artes como garante de la democracia es lo que nos hace preguntarnos sobre el mundo, sobre nuestras relaciones, sobre nuestro ser existencial. Esto es básico. La cultura pregunta, el arte pregunta en un proceso de retroalimentación que hace avanzar al ser humano de una manera u otra y le abre hacia nuevas perspectivas. El arte debe inquietar porque en la inquietud está precisamente la apertura de interrogantes con un significado trascendente. La conciencia crítica se alimenta de un arte emancipado de censuras y vanos prejuicios. Libre en toda su extensión.
Si pudiésemos revisitar el concepto de libertad tan manoseado por absolutamente todos, por comunistas, socialdemocracia, doctrinas liberales, etc. ¿Cómo te relacionas con estos nuevos conceptos de libertad que algunos preconizan?
La libertad yo la he definido como un significante flotante. Hay muchas palabras que son así. Si acudimos a uno de los teóricos como John Mills, liberal (no estoy hablando de ningún comunista venezolano) que define la libertad precisamente en el sentido de atender a los problemas más profundos del ser humano sin interferir y permitir el desarrollo individual siempre y cuando ese desarrollo como individuo no dañe el espacio del otro y el Estado consiga de una manera eficiente, respetar todos los procesos individuales. Por tanto, ese concepto de libertad entronca con la palabra que lo representa, cuando es un significante, es decir, un sonido, entonces debe ser entendido en la raíz etimológica. Cuando es un sonido, es que claro, ya los lingüistas decían que las palabras son sonidos compuestos de significado y significante. Cuando el signo, la palabra, se convierte puramente en un significante, es decir, ha perdido el significado complejo, pues puede ser utilizado, manipulado y tergiversado de cualquier forma y a conveniencia de cualquier doctrina.
¿Qué opinas de la mercantilización del arte?
La condición del mercado, el fetichismo de la mercancía ha contaminado todos los espacios …todos los espacios concretos de creación genuina. Rancière, filósofo e historiador del arte, explica o define en alguno de sus textos que podemos llamar arte, o debemos llamar arte, a todo lo que está enclavado o reconocido por lo que llama agencias de estéticas o de artisticidad. Es decir, si tú pones en un museo o en una galería algo, podrá ser una horrible obra de arte, pero no le puedes eliminar del término de obra de arte porque está precisamente en ese ámbito, en ese contexto. Eso explica además muchas condiciones, aparte de que el dominio de la mercancía, del carácter mercantil en el ámbito del arte se traduce también en la manipulación, como tú decías, de las palabras. ¿Por qué es cool una cosa? Es importante porque la cotización del mercado es muy amplia, claro, y valora un precio tremendo. Yo recuerdo aquella historia de unos dibujos importantes que había descubierto una familia en un desván francés y que cuando se los valoraban las galerías no encontraban una autoría clara, hasta que unos expertos decidieron certificarla como pertenecientes a Leonardo da Vinci. Fue entonces cuando el precio de mercado de dicha obra se disparó hasta unos niveles exorbitantes. Claro, la pregunta ahora que puede uno hacerse es ¿qué pasaba? No es la obra en sí solo, porque si eran grandes obras de arte, pues los hubiera hecho Leonardo da Vinci o los hubiera hecho su tía Rita. Lo importante es la autoría por encima del auténtico valor de la obra. Pero, claro, resulta que la firma era la que le daba la valoración importantísima en el mercado, aumentaba muchísimo su valor como mercancía. Esto implica un tipo de relación muy compleja que no vamos a poder ahora entrar a fondo, pero que hay que tenerla en cuenta para entender un poco la trivialización que se produce cuando la mercancía aparece en un baile indecente con el arte.
¿Cuáles son sus nuevos proyectos para este año?
Hemos iniciado un programa de radio que su vez se convertirá en video-podcast llamado Hablemos de Arte. Vengo de grabar en los estudios de arriba. En colaboración con Radio Círculo y con la participación de Radio 3 tenemos ya en edición, el programa piloto llamado Hablemos de los Museos con la participación de Manuel Borja-Villel que ha sido hasta hace poco el director del Reina Sofía, Javier Arnaldo, que está en el Prado y estuvo en el Thyssen-Bornemisza y Fernando Castro Flores que es Doctor en Estética y le llamamos el enfant terrible del grupo. Por otro lado, seguiremos trabajando en nuestro proyecto de Casa Europa para que el Círculo de Bellas Artes siga siendo un referente inestimable de libertad creativa, difusión cultural en todos sus ámbitos y en defensa de la democracia y la convivencia pacífica en Europa y el resto del mundo.
