En 2017 da el salto definitivo con Elegant Pain. Su dolor no puede ser vulgar ni ostentoso: es sencillo, repetitivo y eterno. Triunfa ante un público entregado en la gira de presentación y en casa, logrando hacer entender a sus padres —que son sordos y lo ven por primera vez en directo— el por qué ha dejado de estudiar psicología para dedicarse en exclusiva a la música. Con la bendición de sus progenitores se convierte en lo que es hoy. Se autoproduce, no pertenece a ninguna compañía, compone lo que quiere, graba lo que le gusta y respira libertad con una voz que se mete en nuestras cabezas y dice aquello que muchas veces queremos expresar, pero él lo dice bonito, mucho más bonito.
- ¿Qué tiene Zetazen que produce escalofrío?
Eso pregúntaselo a la persona a quien se lo produce. Yo escribo y canto mis pensamientos e inquietudes, a mi manera y a mi forma. Que alguien encuentre refugio ahí es un regalo.
- ¿Ganas cuando pierdes o aprendes?
Aprender de una derrota siempre es una manera de ganar algo.
- “Tú ya sabes de qué estoy hecho yo”, dices. ¿De qué está hecho Zetazen?
De una persona detrás del “personaje” y de la parte más pública. Corriente y humilde. Esa frase dice que, aunque haya una versión que se expone y exhibe, “tú” conoces al Rubén que hay detrás.
- Si equivocarse para ti no es un error, ¿es aprendizaje?
Eso es. Una acción hecha con mala intención, o algo así, quizá sí pueda ser un error. Lo demás es lección y aprendizaje siempre.
- ¿Estás dispuesto a correr el riesgo de la soledad, la del corredor de fondo?
Por suerte y por desgracia, sí. De todas formas, la soledad y yo nos llevamos bastante bien. Creo que es sana.
- ¿Eres puro dolor o es que la pena pone?
La pena y el dolor inspiran. Si un día “soy todo dolor”, como dije en una canción, ese día tal vez escriba y esa canción tal vez represente un estado que perdure en el tiempo, que ese tema brille.
- ¿Qué te deja más resaca: un mal amor o una traición?
Una traición deja peor cuerpo. Un mal amor quizá me deje una resaca más creativa que pueda terminar trayéndome nuevas cosas. Una traición ya depende.
- ¿Algo provoca que se produzca la guerra interna que te hace arder y crear?
Muchas cosas. Están en las canciones. Todo lo que estimula mis sentidos y emociones. Hay personas que tienen hipersensibilidad. Realmente no creo que sea mi caso en absoluto, pero cuando me encuentro más sensible de la cuenta tengo mucha facilidad para crear. Sé cuándo padezco esos días y sé enfocarme en ello.
- Tan frío, tema que llevábamos esperando desde Me va bonito, ¿establece un nuevo punto de partida?
Sí. Es un nuevo punto de partida. Cierra una etapa y abre otra en la que llevo un tiempo trabajando.
- ¿Ya no puedes ser quien eras?
Ni se puede ni se quiere.
- ¿Adónde vas a llegar? ¿Qué quieres que vea tu madre?
Como dije en Antes de que rompa, de Elegant Pain, “todo lo que no se dice en alto por si no se cumple”. Esta respuesta es una de esas cosas.
Con Islandia su punto de giro al infinito advierte “se dejarme caer si pierdo” consciente de su resurrección. Zetazen es humano, aunque a veces no lo parezca, con una imagen perfectamente creada en sus videos. Siempre solo, en una playa, una carretera, un aparcamiento o un bosque. Cada verso de sus temas es un disparo certero a las emociones. Y elegante, ante todo es elegante, “y yo elegantemente hecho un desastre”. Ni un exceso rodea a Zetazen en sus diseños de portadas, videos o complementos, tan asociados a su tipo de música. Solo una cadenita como la que podemos llevar cualquiera desde que éramos pequeños, sin que le haga agachar el cuello el peso del oro.
Javier Bellot.