La pandemia como punta de iceberg de la gran crisis climática que vive el planeta ha puesto de manifiesto como ninguna otra circunstancia, cuáles son, siguiendo a Judith Butler, los cuerpos que importan y los que no, las vidas dignas de ser vividas y las que no. Algo hemos ido sabiendo sobre esto hasta la llegada del fatídico 2020 a través de las guerras y las consecuencias trágicas de las migraciones, sobre todo a orillas del Mediterráneo. Esta preocupación motivó la investigación que la ya legendaria compañía italiana Motus (fundada en 1991 por Daniela Nicolò y Enrico Casagrande) estaba llevando a cabo, primero con Antígona y luego con Las Troyanas, justo antes de que todo se parara por la acción del virus. Aquella investigación cobró una urgencia diferente y la primera escena de Las troyanas, con esas mujeres reducidas a botín de guerra con Hécuba a la cabeza, cobra un sentido nuevo que hace más presente esta obra escrita hace 2.500 años. Esas mujeres, señala Daniela Nicolò, «encierran un gran dramatismo. Los hombres están muertos y las troyanas se ponen del lado de los vencidos, de las figuras más débiles y frágiles». Eurípides da voz y espacio a las que nunca lo tuvieron, porque el centro de la narración eran tradicionalmente los héroes, los hombres.
No solo de Eurípides vive esta pieza oscura y furiosa, no es de hecho un mero montaje del clásico, como no puede ser de otra forma tratándose de Motus. Durante la investigación se trabajó también a partir de la relectura que hace Sartre, y no faltan los mimbres aportados por la citada Judith Butler o Ernesto de Martino y Donna Haraway. Y la apuesta sube enteros si hablamos del dispositivo escénico-plástico que propone el espectáculo, sin proyecciones de vídeo en esta ocasión, pero con un desarrollo que se alimenta del trabajo del artista visual _vvxxii, de las luces —brutales— de Simona Gallo, y una concepción espacial llena de organicidad que permite la performatividad apabullante que ponen en juego las tres intérpretes: Silvia Calderoni como Hécuba, Stefania Tansini y Francesca Morello poniendo la parte musical en directo. Tutto brucia, todo arde, presagio de un mundo abocado a la tragedia. ¿Quién nos salvará? Está claro: las mujeres.