El impulso creativo partió de una experiencia común y devastadora. La muerte de la madre de Alejandro Palomas fue el origen de los textos que articulan la obra. Cuando esos escritos llegaron a manos de Muraday, el coreógrafo atravesaba una pérdida idéntica: acababa de despedirse también de su madre. La coincidencia convirtió el proyecto en un territorio de necesidad expresiva. “Me interesaba encontrar una forma de expresar la orfandad y la soledad”, explicó Muraday al referirse a este “viaje intenso” que indaga en el vacío emocional que deja la desaparición de una figura tan cercana. En su trayectoria, palabra y cuerpo han dialogado siempre con naturalidad, y en esta ocasión los textos de Palomas —“maravillosos”, en palabras del coreógrafo— sostienen el movimiento y lo conducen hacia una intimidad atravesada por lo onírico.
La historia de Tantas flores gira en torno a dos hombres que, superados los cincuenta años, se reencuentran por azar en el parque donde jugaban cuando eran niños, después de décadas sin relación. El momento coincide con la muerte de la madre de uno de ellos y actúa como detonante de una memoria compartida: una amistad infantil interrumpida de forma brusca y violenta. Mientras uno de los personajes pone voz al relato, el otro lo traduce en danza. Son figuras opuestas y complementarias: uno llora y el otro se resiste; uno se aferra al recuerdo y el otro lo esquiva; uno confía y el otro duda; uno vive sepultado bajo un océano de flores que no alcanza a ver, el otro avanza con las rodillas rotas; uno se ríe de la vida y el otro aprenderá, no sin esfuerzo, a hacerlo también.
La obra pone el foco en la vulnerabilidad masculina, en todo aquello que los hombres callan —o se callan— por pudor, por miedo o por la sensación de debilidad frente a los demás. Para Palomas, la experiencia de “subir a un escenario, flotar, bailar, volver a contar mi infancia y compartirla con un alma tan cercana a la mía como la de Chevi Muraday es como regresar a casa, dejar la maleta, bajar al parque y comprender que todo está bien, porque si hay vida, entonces está bien”.
Chevi Muraday es uno de los nombres esenciales de la danza contemporánea española. Desde que fundó en 1997 su compañía Losdedae, productora de Tantas flores, su trayectoria ha estado marcada por el reconocimiento institucional y artístico. Tras recibir el Premio Nacional de Danza, obtuvo en 2016 el Premio Max al mejor espectáculo de danza por En el desierto.
Alejandro Palomas, por su parte, desarrolla una obra literaria que abarca la novela, el periodismo, la traducción y la poesía. En 2016 fue distinguido con el Premio Nacional de Literatura Juvenil por Un hijo y en 2018 recibió el Nadal por Un amor. Sus textos han sido adaptados al teatro y traducidos a más de veinticinco idiomas. Este año ha publicado Una vida, novela que clausura el ciclo narrativo iniciado con Una madre y continuado con Un perro y Un amor.
Más información AQUÍ









