Con apenas 30 años, el escritor y activista francés Édouard Louis se ha convertido en una de las voces literarias y políticas más sobresalientes de su generación, con una prosa muy directa y apegada a la realidad, de quien se considera un «desertor de clase». Con este montaje ha dado un paso más en su relación con el teatro (muchos de sus textos han sido llevados a la escena en varios países) y directamente actúa y se interpreta a sí mismo, bajo la dirección de uno de los grandes nombres del teatro europeo, el alemán Thomas Ostermeier, que ya puso en escena otra obra suya, Historia de la violencia, estrenada en la Schaubühne de Berlín en 2018. Qui a tué mon père (Quién mató a mi padre) es un retrato indignado en el que se mezclan la ira y la ternura y donde Édouard Louis explora las contradicciones privadas de un hombre roto. El impacto demoledor del texto se intensifica al oírlo en boca de su autor y verle bailar y compartir sus recuerdos de infancia
La crítica europea se ha rendido ante este montaje, en el que el escritor se desnuda interiormente hasta la conmoción, sin renunciar a la torpeza. A pesar del poso de denuncia social, la representación pasa también por la dulzura, que contrasta con la violencia de la historia que cuenta. De lo sensible al grito, de la intimidad del viaje interior a la llamada comunitaria, la vulnerabilidad de los oprimidos habla por boca de Édouard Louis y rompe hasta el corazón más duro. Quién mató a mi padre es una apuesta por entender las fuerzas socio-políticas que moldean y transforman la vida de individuos desestimados por la sociedad como si no importaran. Esas fuerzas percuten con corrosiva constancia no solo sobre la personalidad, distorsionándola a través de lo que se acepta o rechaza como comportamiento convencional para una clase o un género determinados, sino que también producen efectos físicos, destruyendo los cuerpos. En palabras del propio autor, «tener un determinado cuerpo en un contexto social —ser negro, mujer, transexual o trabajador— significa estar expuesto a la ruina a una edad temprana. Estoy contando la historia del cuerpo de mi padre que fue destruido tanto por el trabajo como por una determinada ideología masculina, así como por una serie de reformas políticas»
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