
En 2005, la escena europea cayó fascinada por H2, una coreografía blanca y minimalista venida de Brasil que, desde una elegancia superlativa, ofrecía otra mirada y otras posibilidades expresivas al hip hop, más allá de batallas, proezas, virtuosismo y estridencias. El nombre de Bruno Beltrão, su autor, comenzó entonces a escalar rápidamente hacia la consolidación y el reconocimiento. No ha sido muy prolífico, apenas nueve obras desde 1996 cuando, a los 16 años, fundó su agrupación Grupo De Rúa, que fue avanzando hacia un estilo personal, en el que el break dance era una herramienta más que un fin en sí mismo.

Nueva creación, su trabajo reciente, nos lo devuelve en la madurez. Permanecen algunas constantes de su obra. Sigue trabajando en un espacio diáfano y limpio, vuelve a huir del exotismo y los clichés típicamente brasileños for export, renuncia a la música hip hop intercambiándola por sugerentes sonoridades electrónicas y la apuesta sigue siendo por la elegancia dentro de una calculada austeridad. La iluminación, ésta vez diseñada por Renato Machado, permanece como un elemento expresivo clave en la propuesta.

No obstante, destacan novedades. Una de ellas, la presencia de la mujer por vez primera. Aunque en minoría —dos bailarinas frente a ocho breakers—, el gesto parece el síntoma de una toma de conciencia sobre el inexplicablemente masculino ámbito del hip hop escénico. También, discretamente, aparece el apoyo en vídeos y ahora desestima los trajes neutros a cambio de un llamativo, colorido, contrastado y tremendamente sugerente vestuario.

Su pieza anterior, Inoha (2017), fue vista como premonitoria de la llegada al poder en Brasil de Jair Bolsonaro y sus políticas de derecha radical. El concepto habitual de batalla de hip hop era reconvertido aquí en tensión, dominación y juego de poder. Ahora, en Nueva creación, parece volver, siempre de forma sugerida y nada explícita, al desencanto y la desunión, la parálisis y la ausencia de libertades que se combaten, a su modo de ver, con solidaridad.
