Por Juan Carlos Trinchet
Collage ilustrados por Tomás Valdivieso
Madrid o la historia de los hombres enclaustrados.
Juan Carlos Trinchet
Desde la transición a la tensión sólo hay dos segundos de caída libre del avión. El vacío empieza a sacudirnos de arriba hacia abajo; intestinos humanos revueltos en un vientre de metal vulnerable y los costados, en un balanceo esquizofrénico. A ratos, la aeronave se desliza sobre una montaña rusa imperfecta y por otros, como una bicicleta desvencijada atravesando un sendero histérico y estrujado por la tierra. Vértigo, frenadas y sacudiones. La espera. En algún momento el Comandante sabrá que su muerte anticipada es la muerte anticipada de todos sus pasajeros.
Este avión no se va a caer por esta turbulencia: tiene una gran flexibilidad en las alas porque en cada punta puede desplazarse hasta un metro para arriba y para abajo y con el fuselaje funcionan como un cajón de torsión. Podría caer si excediese sus propios limites estructurales.
Mi avión excedía con creces sus límites estructurales y mi Comandante hacía su última travesía después de 28 años. 16 copas, 9 dosis de GHB y 15 slams puestos en vena de la mejor mefedrona traída de los Países Bajos, componían su mapa mental esa noche fatídica. Todo resuelto por la naturaleza convulsa de las circunstancias. Era su última travesía “colocadísimo”, porque las anteriores 17 habían ido bien demasiado bien y eso le impulsaba a seguir pilotando aeronaves. Los 5000 pasajeros anteriores en sus disímiles y azarosos destinos flotaban siempre sobre nubes algodonosas y ácidas desde la nave nodriza a su ciudad destino. Ni un incidente, ni una perspicacia elocuente, todo encauzado según su capacidad milimétrica de Comandante curtido en mil vorágines apocalípticas. Cero contratiempos.
Las turbulencias normalmente generan movimientos bruscos en el vuelo, tipo coctelera, que puede durar varios minutos, pero por el simple hecho de que exista una turbulencia no debería caer mi aeronave. Si llegara a suceder es porque todo iría acompañado de algún otro fenómeno meteorológico intenso, como brutales tormentas con mucha actividad de viento y granizo, y sobre todo por corrientes de aires ascendentes y descendentes denominados cumulonimbos.
Los cumulonimbos son nubes de gran desarrollo vertical, internamente formadas por una columna de aire cálido y húmedo, que se eleva en forma espiral rotatorio. Es un fenómeno que genera las más intensas de las turbulencias y que los aviadores intentan esquivar. Dentro de los cumulonimbos se han llegado a registrar corrientes ascendentes o descendentes del orden de los 150 a 180 m/s. Eso aplasta cualquier avión o le arranca un ala sin mucho esfuerzo. Por suerte los actuales radares meteorológicos identifican perfectamente este tipo de nubes e incluso a las corrientes que le acompañan con suficiente anticipación, lo que permite cambiar de rumbo y esquivar una formación de ese tipo.
Al mando de la aeronave se encontraba el Comandante Ernesto Ballester, de 55 años de edad y 17.700 horas de vuelo de las cuales 3.300 eran en el AR-645. Como copiloto fue asignado Miguel Andrade de 47 años con 9.700 horas de vuelo de las cuales 2.113 eran en AR-645. En tanto como radio-operador y navegante se encontraba Ernesto Francisco Santos de 51 años y 15.200 horas de vuelo, y como mecánico Juan María Izaguirre Muñoz de 40 años y con 4.520 horas de vuelo. Completaban la tripulación dos azafatas: Raisa de Marruecos y Zóe, mulata de pechos pequeños oriunda de Cuba y finalmente, un comisario de a bordo de origen libanés. Los informes meteorológicos proporcionados tanto por el servicio meteorológico nacional como por la dirección general de circulación aérea y el propio meteorólogo oficial Fernando Santiago de Aerolíneas Internacionales, indicaban la presencia sobre la capital de un frente cálido e inestable, con techos de 100 a 200 metros, niebla, formaciones de status bajos, cúmulus y posibles cumulonimbos, con chaparrones aislados, actividad eléctrica intensa y turbulencia severa en toda la región metropolitana. Pasadas las 02:30 hrs. otro comandante de un Douglas DC-4 de Aerolíneas Internacionales que iba rumbo a Portugal había notificado a Madrid con antelación la presencia de cumulonimbos sobre el centro de la capital por lo cual solicitó un cambio de altitud y curso. Pasadas las 12:00 hrs. hizo lo propio el comandante de un Curtiss C-46 rumbo a Paris, quien también notificó la existencia de nubes altísimas con potente actividad eléctrica. No había dudas que un frente cálido e inestable se encontraba en la ruta del vuelo AR-645, con reportes que iban desde 5 y 10 horas antes del vuelo. Sin embargo el despachante autorizó la salida del avión posiblemente presionado por no volver a cancelar el vuelo tal como había sucedido el día anterior. Tras embarcar los 80 pasajeros, el supuesto despachante de vuelo le indicó el peso de la aeronave al mecánico, estimado en unos 38.682 kg o sea dentro de los márgenes de peso de una aeronave como la nuestra. En plena oscuridad el AR- 645 despegó desde un punto indeterminado pasadas las 20:55 horas, habiéndose fijado una altitud de vuelo de 4.800 metros a partir de Madrid. A 17 minutos del despegue ese vuelo se reportó al controlador de vuelo competente y fue autorizado su ascenso hasta los 4.800 metros, altitud fijada de crucero. El único comentario que provino del AR-645 durante toda su travesía fue que ingresaba a un banco oscuro de nubes. Se acercaba irremediablemente a una zona de cielo totalmente cubierto, con formaciones extremas de cúmulos y cumulonimbos. El techo estimado era de 0 a 100 metros y se consideraba que los cumulonimbos tenían una base de 1500 a 1800 metros. La visibilidad era inferior a los mil metros, había una potente actividad eléctrica, abundantes chaparrones y una turbulencia moderada casi severa en el área más problemática de la tormenta. Se estima que la zona de mayor actividad de estas nubes se encontraba entre los 4.000 y 4.500 metros, o sea la altitud que en ese momento llevaba el AR-645. Si bien; la ausencia en la aeronave de un radar meteorológico les impidió a los pilotos conocer que dicha formación nubosa presentaba una gran actividad que podía poner el vuelo en peligro; su basta experiencia, el contenido de los dos partes meteorológicos que recibieron antes del vuelo y la intensa actividad eléctrica fueron indicativos suficientes para al menos considerar que se acercaban a una zona con mal tiempo.
A escasos minutos de concluida la última comunicación, el avión comenzó a sacudirse, la lluvia y las descargas eléctricas literalmente envolvieron al pájaro de metal y tal como era la práctica de entonces, se trató de cambiar la altitud para evitar la tormenta o cambiar el curso para rodear a la misma. El único testigo presencial del accidente declaró que observó al avión volando bajo, aún de noche y con lluvia intensa. Esto hace presumir que la tripulación realizó un rápido cambio de altitud y curso para salir de la tormenta. Las estaciones aéreas entraron en pánico al perder en los radares a la aeronave. Algunos medios periodísticos han mencionado que desde el AR-645 se intentó una comunicación persistente con la base aérea. El avión comenzó a naufragar entre nubes ácidas de agrio candor y relámpagos inconmensurables en una densa ventisca con tientes siniestros. Notificaron el cambio de altitud y curso, pero nadie pudo captar contraseña alguna, ni señal , ni palabra entrecortada del Comandante en todos los radares nacionales. Lo único que hacían era implorar asistencia para salir de la tormenta. Nadie quería escucharles porque habían sido condenados. El informe de la Junta de Investigación Nacional de Accidentes Aéreos nada menciona al respecto.
Cerca de las 21.25 horas el AR-645 se encontraba realizando alguna maniobra para tratar de salir de la tormenta y recibió una fortísima corriente de aire ascendente que impactó sobre el ala derecha. La fuerza de la misma fue de tal magnitud que superó la resistencia estructural de dicha ala generando una serie de fracturas que terminaron por desprenderla casi en su totalidad acelerando la caída del motor interno. La pérdida violenta de todos estos elementos generó una gran cantidad de fragmentos que impactaron contra la superficie de cola del avión, ocasionándole importantes daños y la consecuente incomunicación con el mando central que operaba in extremis con un equipo de altísimo nivel. El AR-645 quedó sin ningún tipo de control o radiofonía con la base y la fuerza de gravedad hizo el resto. El fuselaje y el ala izquierda impactaron violentamente contra el suelo, en un terreno boscoso y compacto, generándose un incendio de grandes proporciones que consumió la totalidad de los restos del avión. Las autoridades policiales de la localidad fueron informadas del accidente por un radioaficionado, quien además transmitió la noticia a Aerolíneas Internacionales. Divina la suerte que permitió que en ésos momentos un DC-3 (LV-ADF) de carga se encontraba en las proximidades del lugar del siniestro y le fue requerida la asistencia para poder determinar con precisión el lugar del accidente: la Sierra de Guadarrama a unos 70 kilómetros de Madrid . Las tareas de rescate se vieron dificultadas por lo farragoso del terreno y la persistencia de lluvias fuertes y viento huracanado. Se intentó asistencia aérea pero la misma fue imposible precisamente por la mala meteorología existente. Dos helicópteros Airbus H25 de la Armada Nacional que se desplazaron desde la base más cercana estuvieron como abejas dando vueltas. Sólo uno pudo llegar al lugar del accidente. El panal estaba carbonizado y la miel refrita cual sangre seca tapizaba las celdillas a modo de ventanillas reventadas por el impacto. Estamos en Madrid.
La veracidad de mi sueño era tal, que al despertar, comencé a convulsionar como un poseído por Dios. Imaginé un slam mefedrónico impostado puesto en mis venas y agarré por el cuello a Ernesto Ballester; arrastrándolo con una suerte de improperios delictivos hasta la sauna Paraíso. No pudo negarse. Lo tenía apretado hasta los huevos con mi típico chantaje ineludible de siempre.
La sauna Paraíso es un encuentro con Dios para un suicida. Necesitaba a Ballester para que me proporcionara los chuches y para que follara con vehemencia mi terreno pantanoso y profundo con los centímetros latinos de su palmera invasora.
Me detengo en los chuches porque el lector puede elucubrar con el azúcar diabético o la ensoñación de niños con piruleta. Los chuches en la sauna Paraíso, y quiero aclarar; son dosis apropiadas de diferentes sustancias que han sido catalogadas como chuches por la dulzura adictiva de sus componentes químicamente perfectos y porque los maricones le hemos dado ese nombre para entendernos. No queremos llamar la atención de las fuerzas opresoras que no disfrutan del placer de su degustación.
La mefedrona es un típico chuche que puedes esnifar, introducir por tu ano a modo de bomba dulzona o hacer fluir por vía parental. La vía parental implica escoger una vena propicia que conlleve una asimilación de la sustancia en poquísimos segundos.
Hablemos de la mefedrona. La mefedrona es una droga sintética que forma parte de la familia de las catinonas. La catinona se obtiene de las hojas de una planta floral típica del cuerno de África y la Península Arábiga conocida como khat o Catha edulis. Desde hace siglos se conoce la práctica del mascado de las hojas de khat por su efecto psicoestimulante semejante al de las anfetaminas. La catinona es el principal componente activo de dichas hojas. A partir de los años 20, partiendo de la estructura química de la catinona, comenzaron a sintetizarse nuevos compuestos conocidos como catinonas sintéticas. Una de las primeras catinonas sintéticas desarrolladas fue la mefedrona en 1929. Comúnmente llamada mefe es ilegal en Europa desde 2010, por lo que su consumo también es reciente. Se puede comprar por Internet de forma fácil, sin embargo, ya existe una amplia red de traficantes o camellos en Madrid, que usan diferentes medios para distribuirla y sacar ganancias. Su rastreo se hace especialmente difícil debido a que se enmascara con la etiqueta de abono o fertilizante. Tras declararse una sustancia ilegal, han aparecido derivados de la misma que no se encuentran fiscalizados, es decir, cada vez que un derivado es ilegalizado, los laboratorios quitan o colocan un componente químico que no vulnere el efecto y a su vez permita esquivar el control de la Unión Europea que, cada cierto tiempo, saca su listado de sustancias prohibidas. Debido a que se producen estas derivaciones en su composición, no se puede saber con exactitud las consecuencias de un consumo desmedido para iniciar un tratamiento en caso de producir efectos adversos. La mefedrona te pone muy cachondo y eufórico. Cuando digo cachondo y eufórico me refiero a una necesidad compulsiva de sexo que no entiende de límites. No hay límites. Caes perdido en deseos libidinosos constantes durante mínimo 72 horas. No comes porque suprime el apetito y no duermes porque es un estimulante pletórico de ráfagas voluptuosas que recuerdan las anfetaminas clásicas. Follas con todos en todas las circunstancias. Conozco varones gais que han soportado hasta 5 días enclaustrados en saunas como la Paraíso sin ingerir alimento, sin ver la luz y sin conciliar el sueño gracias a tomar cada 60 minutos dosis de mefedrona. La sustancia les sustrae de una realidad que no comprenden o no quieren vivir. Hombres enclaustrados sin asideros, apocados en su propio enclaustramiento. Nadie debe, ni puede juzgarles. Forman parte del tejido social aunque nadie quiera reconocerlo. Se han clasificado testimonios de hombres enclaustrados.
Los enclaustrados propician eventos privados dentro moradas acordes con una luz roja de casa de putas. Dichos eventos son maratones de sexo químico eufemísticamente llamados chills. Los chills merecen un capítulo entero que los diseccione en su verdadera anatomía psico-social y eso ocurrirá, de manera natural, en las próximas líneas. Nada debe ser forzado. La mefedrona entra en tu vida sin esfuerzo, justo cuando te sientas más sólo, y nada puede ser evitado. La soledad y la incomunicación están ya dentro de nosotros como los micro-plásticos que respiramos o ingerimos en los alimentos. Así es, salvo que comas sardinas, boquerones o bivalvos: ahí va todo para dentro. La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) estima que una ración de mejillones de 225 gramos podría contener hasta siete microgramos de micro-plásticos, partículas con un tamaño inferior a cinco milímetros. La soledad es un micro-plástico que ya forma parte de nuestro organismo y tristemente por ese hecho, está normalizada. Nadie debería juzgar a nadie porque para eso están los tribunales de títeres de colores de la democracia perfecta y plástica que nos rodea como una neblina fatídica y espesa. Dios me libre de pensar que la constitución española recoge en su benevolencia a quienes saben que no les importa ser juzgados porque son felices. Cada uno es feliz según su naturaleza. Las adicciones cómo el café y el ron son adicciones bienaventuradas. Mejor no caer bajo el yugo de una adicción que según los tribunales de títeres de colores sea desventurada. Si alguien cae, se le da la mano, un abrazo y se le deja elegir. Eso es la democracia que nos vendieron por Amazon. A casa nos llegó una muy diferente. En su caso debe devolverse porque es un paquete de democracia tóxica o un paquete tóxico de la democracia.
Es importante tener una visión completa del fenómeno más importante asociado al consumo abusivo de cualquier droga: el craving. En sus primeras concepciones el craving por el consumo hacía referencia al deseo irrefrenable por el consumo o ansia de la sustancia. Representaría un deseo muy intenso por una experiencia concreta de algún tipo como comer, bailar o practicar sexo. La realización del deseo se alcanzaría con la consumación, el medio de conseguirlo sería el acto consumatorio. El impulso se conceptualiza como la consecuencia instrumental del craving es decir, la intención conductual para verse implicado en una conducta consumatoria específica. El objetivo último del impulso es reducir el estado que lo ha instigado (craving). Los craving y los impulsos por el consumo tienden a ser automáticos y llegan a ser autónomos, es decir, pueden continuar incluso aunque la persona intente suprimirlos, no se suprimen con facilidad porque actúan reprogramando tu cerebro adicto y subyugado. Dadas estas características, el abordaje del craving resulta fundamental en el tratamiento de las personas con problemas de dependencia a sustancias.
Los craving por el consumo son los factores más importantes de abandono terapéutico y son los causantes de las recaídas después de largos períodos de abstinencia, sobre todo, porque resurgen durante y después del tratamiento. El terapeuta evalúa inicialmente la percepción idiosincrásica del paciente ante sus cravings y le ayuda a comprender los distintos factores que contribuyen a su aparición; a reenfocar sus experiencias y asumir nuevas formas para afrontarlo.
Las personas con una tasa y frecuencia alta de consumo, suelen experimentar una disminución en el grado de satisfacción que encuentran en el uso de la sustancia, pero con un incremento de la sensación de malestar interno cuando dejan de consumirla. En estos casos, el craving toma la forma de necesidad de sentirse bien de nuevo(refuerzo negativo) en busca de un alivio de síntomas de abstinencia. Luego viene la respuesta a la falta de placer que implica implica todos los intentos de los adictos por mejorar sus estados de ánimo de la forma más rápida e intensa posible. Se trata de una forma de automedicación para aquellos momentos en que el individuo se encuentra aburrido, decaído o no tiene habilidades para afrontar distintas actividades (búsqueda de refuerzo positivo). También tenemos la respuesta condicionada a las señales asociadas a la sustancia. Los pacientes que han abusado de sustancias, han aprendido a asociar algunos estímulos que en principio serían considerados neutros con la intensa recompensa obtenida con el consumo. Estos estímulos son capaces de inducir craving de forma automática. Finalmente vemos en ocasiones el inicio del craving cuando desean aumentar una experiencia positiva. Estamos condicionados desde que nacemos y nada de esto es relevante, es nuevo porque nadie lo afronta desde la percepción adecuada. Todavía no se han identificado de forma clara los mecanismos del craving, porque el craving es ante todo una experiencia subjetiva para cada individuo. El modelo neuroadaptativo y el modelo cognitivo asumen sus propias explicaciones.
Estamos todos enclaustrados en una sauna llamada Paraíso. Estamos enclaustrados en un paraíso perdido, oscuro y vulnerable donde la melancolía y el desarraigo encadenan nuestras almas. Ernesto Ballester lleva su toalla blanca y la llave de la taquilla ajustada en el bíceps con una liga apretada y pegajosa. Las jeringas están listas. La noche es un extraño pájaro blanco que sobrevuela la Baja Malasaña.
Las saunas en Madrid son espacios destinados para la relajación de sus clientes y sus clientes buscan en la saunas un encuentro cercano con Dios y con hombres sedientos de otros hombres. Mi labor, al principio, era la básica satisfacción libidinosa de mi ansioso ego. Con el transcurrir de los días, todo adquirió un tono distinto, casi evocativo. Todos aquellos hombres enclaustrados me desvelaban poco a poco sus motivaciones más impías y sus sueños incoloros a través de la palabra furtiva y las ideas insensatas que merodeaban aquel ambiente con olor a eucalipto, lejía salpicada y semen de varios días. El dolor descuartizado y supurante se esparcía sobre los azulejos como el vapor sofocante de los sueños rotos. Me convertí en un escritor artesano que, ante una visión del infierno, decidide a través de la benevolencia justa de las palabras exactas darle a todo su justo tono, para luego, incorporar los seres al todo e ir armando una historia, la historia de los hombres enclaustrados. Mi historia de hombre enclaustrado en Madrid.