Comisariada junto a su hijo Boye, esta muestra culmina una línea de investigación a la que el historiador dedicó una parte central de su trabajo durante buena parte de su trayectoria.
Tradicionalmente, el trabajo conjunto entre Pablo Picasso y Julio González ha sido considerado por la historiografía del arte como el momento en el que se produce la «invención» de la escultura en hierro y, por lo tanto, la introducción de la abstracción en el territorio escultórico. Sin embargo, y por primera vez, la presente muestra plantea cómo este hecho, uno de los hitos fundamentales en el arte internacional del siglo xx, no fue algo aislado y puntual, sino consecuencia de un proceso que «respondía a un impulso de transparencia y desmaterialización que agitaba, de diferentes maneras, la creación artística de finales de los años veinte y comienzos de los treinta», en palabras de Tomàs Llorens, comisario de la muestra en el origen de este proyecto
Julio González
(Julio González Pellicer; Barcelona, 1876 – Arcueil, 1942) Escultor y pintor español. Figura fundamental de la renovación escultórica del siglo XX, Julio González es especialmente reconocido por su permanente experimentación a nivel formal y su aportación de nuevos materiales a la actividad creadora.Hijo de una familia de orfebres catalanes, aprendió a forjar en el taller familiar. El joven Julio, sin embargo, quería ser pintor, y con ese propósito marchó en 1900 a París, donde entró en contacto con Picasso y Pablo Gargallo. A pesar de dedicarse a la pintura en sus comienzos, sus conocimientos del metal forjado lo llevarían a iniciarse en la escultura. De 1910 datan sus primeras máscaras de metal repujado, en las que se advierte una sensibilidad cercana a las experiencias cubistas. En 1922 celebró su primera exposición individual, y a partir de 1927 centró ya su actividad artística en la escultura.
En sus primeras obras escultóricas en hierro, Julio González abordó principalmente dos temáticas: las naturalezas muertas y las máscaras. En las primeras se aprecia la influencia del cubismo, y en las segundas, del arte negroafricano. En 1929, con las series El beso y El sueño, se alejó definitivamente del cubismo para adentrarse en la abstracción. Sin embargo, no puede calificarse a González de artista abstracto, ya que su constante ir y venir entre la figuración y la abstracción lo convierte en un escultor singular. En 1931 colabora con Picasso en la realización de la escultura en hierro forjado para el monumento al poeta Guillaume Apollinaire. Es su período más experimental, durante el que se adentra en territorios inexplorados, haciendo que sus piezas de hierro constituyan dibujos en el espacio. Se integró en el grupo Cercle et Carré y firmó en 1934, junto a Picasso, Fernand Léger y Vasili Kandinsky, el manifiesto del grupo Abstraction-Création. En 1937 presentó su escultura La Montserrat en el Pabellón de España de la Exposición Internacional de París, con la que quiso expresar el dramatismo de la guerra civil y abordar desde el arte la problemática social española. De 1939 son sus Hombres-cactus, expresión de una época que puede describirse como un surrealismo matérico.
Sala Recoletos
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