Pionera de su época, activista de los derechos civiles y miembro de la Resistencia, Josephine Baker será la primera negra y solo la sexta mujer cuyos restos reposen la eternidad en esta antigua iglesia cristiana de París, reconvertida en un gran templo laico que alberga a las máximas personalidades francesas que han contribuido a la construcción del país desde su Revolución hasta nuestros días.

Nacida el 3 de junio de 1906 en Missouri, esta artista del mundo del cabaret revolucionó su tiempo a golpe de cadera en el escenario y con el puño alzado fuera de ellos para luchar por los derechos civiles y humanos. Tras trasladarse a París, dónde saltó a la fama en 1925 gracias a su actuación en la Revue Nègre en el teatro de los Campos Elíseos bailando el charlestón sobre un tambor vestida apenas con plumas de avestruz, “La Venus de Bronce” o “La Perla Negra” dedicó su vida al círculo del espectáculo y a hacer de este mundo un lugar mejor. La decisión de que Josephine Baker permanezca eternamente en los libros de historia como personaje de la construcción de Francia, evidencia la situación actual que vive el país. Con unas elecciones a la vuelta de la esquina y la ultraderecha ampliando sus fuerzas, el presidente Macron, dio un sí rotundo a que Baker entrara en El Panteón.

El ensayista Laurent Kupferman, que junto a otros personajes que participaron en la decisión, señala la importancia de este hecho: “Es un mensaje muy fuerte de universalismo. Josephine Baker encarna todo aquello que necesitamos en estos momentos, es decir, lo que nos puede unir. Ella es la prueba de que en la República francesa todo es posible. Que existe la igualdad de oportunidades. Y que, además de los derechos, tenemos también deberes”, agregó. “La panteonización de Baker simboliza la imagen de una Francia que no es racista, contrariamente a lo que dicen algunos grupúsculos mediáticos. Josephine Baker es una verdadera antirracista, una verdadera antifascista”, acotó en las declaraciones a la agencia France Presse.

Mientras acrecentaba su fama artística consolidada con su famosa actuación con una falda construida a base de bananas y torso desnudo en el espectáculo La folie du jour en el Follies-Bergère, Baker obtuvo en 1973 la nacionalidad francesa. En mitad del mundo de las plumas y las lentejuelas, Josephine Baker observaba en primera línea el avance en Europa de los fascismos que acabaría combatiendo ella misma como miembro de la Resistencia, igual que años más tarde lucharía por los derechos civiles en su país de origen y por los de las mujeres a lo largo de su vida. “Durante la guerra trabajé con la Resistencia francesa y conduje una ambulancia. Fue excitante. El Gobierno francés me dio la Cruz de Guerra, la Legión de Honor… Les pregunté que por qué me la daban, no hice mucho, otros lo merecían más”, contó la bailarina a The Guardian en una entrevista, quitándose mérito a unos honores que el próximo 30 de noviembre tendrán su oficialización.

María Casajust.