¿Cómo germinó la colaboración creativa entre Luciano Rosso, Alfonso Barón y Hermes Gaido que dio origen a “Un Poyo Rojo”?
Comenzamos con el proyecto en el año 2008. Nicolás Poggi y yo éramos pareja en ese entonces y queríamos hacer una obra de danza contemporánea. Luego de algunos intentos, decidimos trabajar junto a Hermes Gaido en la dirección. En ese entonces teníamos un centro cultural, donde además vivíamos los 3 juntos, en las afueras de Buenos Aires y siempre era una buena excusa juntarnos a crear. Con Hermes éramos amigos hacía años y trabajábamos juntos en otros proyectos.
La obra la estrenamos en Abril de 2009 e hicimos enseguida una gira por España gracias al Circuito Iberoamericano de Teatros Alternativos. Después de muy poco tiempo, con Nico decidimos separarnos, pero no queríamos que la obra muera. En ese entonces lo vimos a Alfonso en otro espectáculo, y entre los tres decidimos proponerle reemplazar a Nicolás. Él aceptó enseguida.
Vuestros montajes son una amalgama multidisciplinardonde se dan cita la danza, el clown, la mímica, el deporte como vehículo expresivo; la interpretación escénica a través del teatro físico e incluso la acrobacia ¿Cómo se retroalimentan todas estas vertientes artísticas en Un Poyo Rojo?
Como intérpretes, tenemos una formación extensa y variada de disciplinas: deporte, danza, teatro, música, acrobacia, improvisación, clown, etc.
A nosotros siempre nos atrajo la idea de mezclar esas disciplinas para contar historias simples, donde la complejidad esté puesta en el lenguaje físico. Creo que hemos encontrado una veta artística propia y nos da mucha felicidad poder mostrar nuestro trabajo alrededor del mundo.
¿En qué os inspiráis a la hora de crear vuestros montajes?
No tenemos una fuente de inspiración concreta. A veces es una imagen, una idea, una improvisación que nos gusta.
Por lo general nuestros procesos creativos son muy caóticos. Cada una trae su bagaje artístico y personal, y con esa información vamos tejiendo pequeñas escenas que luego se encadenan con otras y así va sucediéndose el proceso hasta que tenemos algo digno para mostrar. Nuestras creaciones están siempre en proceso de crecimiento, no sentimos que un estreno signifique que la obra está terminada, por el contrario, la obra nace ahí pero luego hay que alimentarla para que crezca y se desarrolle.
¿Cómo es el trabajo diario del equipo que integra “Un Poyo Rojo”?
La obra tiene ya 15 años de vida, así que por lo general no ensayamos. Nos encontramos en la ciudad donde actuamos y eso es todo. Luego cada uno tiene sus proyectos personales que nos ocupan también bastante tiempo. Pero siempre es una alegría juntarnos a hacer esta obra que nos da muchísimo orgullo.
Hoy en día está en boga el concepto de las nuevas masculinidades que tiene que ver con otras maneras de ser hombre y que se alejan de los prejuicios tradicionales que encorsetan y en ocasiones ahogan la libertad individual a la hora de expresarnos ante el mundo ¿Qué hay de todo esto en “Un Poyo Rojo”? Y ¿Cuál es el sustrato reivindicativo de esta obra?
Desde mi punto de vista, la obra habla del amor. Es la historia de un primer beso y de cómo llegan los personajes a ese encuentro. En este caso son dos hombres, pero bien podrían ser un perro y un árbol, o una mariposa y un pez. La obra no tiene otra bandera que la del amor, que es universal y no segmentario. Nos gusta pensar que lo que creamos traspasa las barreras de las ideas concebidas y se ubica en un lugar donde todo el mundo tiene libre acceso.
¿Qué significa para vosotros haber presentado esta obra en España en el marco del festival Temporada Alta en Girona?
España es como nuestro hogar. Siempre es un placer actuar en cualquier ciudad de España porque culturalmente nos sentimos muy cercanos. Girona y, en particular, el Festival Temporada Alta, nos dió una dosis de alegría que hacía tiempo necesitábamos.
¿Qué valoración hacéis del desarrollo del arte y de la cultura contemporánea América Latina versus Europa?
Primero diría que no hay un “versus”. Y partiendo de esa base, y desde mi experiencia personal y particular, diría que en América latina en general hay una cuestión visceral con respecto al arte, la gente creadora va a trabajar aunque no tenga un subsidio para crear. Hay un impulso innato que tiene que ver con las limitaciones y cómo romperlas o transformarlas, que te llevan a salir adelante incluso cuando todo se torna difícil. Mi experiencia en Europa con respecto a la creación artística es que hay una base, una tranquilidad y un sostén interesante para plasmar ideas en un hecho estético que ayudan mucho a ordenar y canalizar las ideas de una manera más provechosa, aunque el resultado pueda ser el mismo.
El espectáculo Un Poyo Rojo creado en 2008 ha sido representado en más de 30 países con un total de 1500 representaciones, son cifras de vértigo ¿Qué es para vosotros el éxito?
Pienso que el éxito, tanto como el fracaso, son sólo ideas de la mente. La obra gusta porque mezcla, entre otras cosas, lo popular y lo elitista, y en ese lugar nos encontramos todos: niños, jóvenes, adultos, ricos, pobres o cualquier derivación de todo eso, riéndonos de nosotros mismos sin cuestionamientos ni juicios. Mi mayor deseo desde arriba del escenario es poder levantar el ánimo del público y dar un momento de respiro al cerebro humano que hoy en día tiene tanta información que procesar.
¿Qué nuevos proyectos tenéis en mente para el futuro?
Siempre fantaseamos con la idea de inmortalizar la obra en una película cinematográfica. Espero que pronto podamos concretarlo!
Más sobre Luciano Rosso aquí: https://luciano-rosso.com/
Más sobre el Festival Temporada Alta aquí: https://temporada-alta.com/es/