En Merzougha (Marruecos) podemos adentrarnos en toda una iconografía sonora y visual de estos extraños paraísos llamados desiertos. El punto de partida, Melilla y un trayecto lleno de magia que recoge la mítica carretera Interminable, forman parte del viaje mismo. Dátiles, camellos, jaimas, fósiles, oasis, palmeras o nómadas Tuareg o pistas pedregosas (hamada) son algunos de los principales atractivos de esta aventura.
El desierto de Merzougah es un Erg Chebbi, es decir un pedazo de desierto del Sahara alejado por factores ambientales, que se encuentra a pocos kilómetros de la frontera con Argelia tras cruzar la cordillera del Atlas. Seguir las huellas de otros viajeros o descubrir nuevas pistas constituye una de las primeras decisiones del que emprende un viaje de aventura.
En el camino, pasado Midelt, encontramos numerosos pueblos donde se respira la esencia africana; kashbas artesanales, aldeas de barro y a lo largo de todo el camino, la hospitalidad y el hechizo de un pueblo de tradiciones milenarias como son los nómadas bereber. Además muy cerca ya de Erfoud, en la provincia de Errachidia y a muy pocos kilómetros ya de nuestro destino, cruzamos un palmeral poblado por más de diez millones de palmeras, una parada obligatoria que se transforma ante nuestros ojos en un escenario impresionante cuya visión nos acompañará el resto del viaje.
El clima en el desierto de Merzougah es claramente continental, con días calurosos incluso en invierno, en los que la temperatura no baja de los 24ºC, y noches frías aunque no extremadamente. La oferta gastronómica se circunscribe a la del resto del país –tajine, cus cus, etc- aunque con un acento más bereber. Casi todos los lugareños dedicados al sector turístico hablan varios idiomas. De hecho este segmento ha crecido significativamente a lo largo de los años al calor, seguramente, de una nueva forma de entender el turismo. El ecoturismo, el turismo de aventura encuentra en el desierto uno de sus máximos exponentes. Muestra de ello son las nuevas construcciones, absolutamente respetuosas con la tradición artesanal y los materiales de barro, y los hoteles y albergues. Entre Erfoud y Merzougha encontramos una amplia oferta de hoteles muy cerca del desierto o incluso a pie de duna. Espacios llenos de encanto y con todas las comodidades en un entorno extenuante. Los cielos del desierto son alterados por la inmensa luz a cualquier hora, pero indudablemente, contemplar los amaneceres y los atardeceres a pie de duna o en la terraza de un hotel es parte implícita en alguna de esas fases de nuestro viaje interior, del encuentro con nuestro yo más remoto y furtivo.
Pero también tenemos la posibilidad de elegir una jaima típicamente Tuareg, junto a un oasis, y acercarnos así a la forma de vida de una parte de la población autóctona; los nómadas que coexisten con el desarrollo de la región.
Algunas empresas especializadas en viajes de aventura con grupos reducidos facilitan algunos aspectos del viaje, como el descubrimiento o la llegada a algunos de los parajes naturales que circundan el desierto, las actividades, excursiones e incluso el alojamiento. Delfi Aventura con sede en Melilla posee un amplio conocimiento de la zona, además de una infraestructura formada por boogies, quads o 4×4 para conducir por las dunas o por las pistas pedregosas.
El viaje al desierto puede ser compartido con amigos, en pareja o en la intimidad de la soledad. Todos los viajes coexisten sin condicionar al resto de pasajeros. El respeto por el elemento autóctono y la admiración por el resultado de la evolución de la naturaleza salvaje en estado puro, unen a quienes emprenden la travesía por esta región.
En mitad de un paraje natural de desiertos pedregosos podemos encontrar un escalera semipiramidal que intenta alcanzar las estrellas y que aloja un inhóspito hogar en su interior, obra del arquitecto alemán Hannsjönrg Voth, quien construyó también la Ciudad de Orión, una suerte de ciudad experimental y deshabitada que se ha consagrado como un extraño monumento en mitad de la nada. La Ciudad de Orión cuenta con siete torres que representan la constelación de Orión. Desde sus torres se pueden también contemplar las lluvias de meteoritos sobre el desierto.
El desierto de Merzougah ha servido además como set cinematográfico, en películas como Sex and the city o La Momia, que localizó una de sus más famosas secuencias en la Carcel Portuguesa, otra de las paradas obligatorias en este viaje hacia ninguna parte.
La Búsqueda del destino, la inspiración literaria, el regreso con el elixir y la sabiduría; todo eso es el desierto. Una oportunidad alcanzable en un viaje en el que el camino protagoniza de forma inexorable el trayecto.