Alejandría, viajes sin retorno. por josé M. diéguez millán.
El primer comentario que oí acerca de ti fue que eres pequeña:
⎯Tres días. Suficientes para verla entera ⎯me decían.
Esta opinión se basa en que tienden a compararte con El Cairo. Sin embargo, dos meses no me bastaron para conocerte. Seguí descubriendo algún nuevo rincón cada vez que salía, incluso en mi barrio, hasta el último día.
Casi seis millones de habitantes, y eres pequeña. Es cierto que la capital de Egipto triplica tu población, pero hay más alejandrinos censados que madrileños y barceloneses en sus respectivas ciudades, sumados.
Más de treinta kilómetros de costa urbana amparados por tu Corniche: ¿pequeña?
Mientras te exploraba, te pregunté:
⎯¿No tienes apodo? ¿Qué sientes cuando nombran otras metrópolis utilizando un alias del que tú eres igualmente merecedora?
«Ciudad de la luz»
Al alumbrarse tu litoral cada anochecer, o al adornarte con infinitas bombillas de colores para celebrar el Ramadán y, sobre todo, al ponerse el sol tras tu extremo occidental produciendo reflejos en el Mediterráneo y tiñendo de anaranjado tus fachadas. También, desde tus comienzos, tu antigua biblioteca iluminó a la humanidad durante más de quinientos años, además de tu faro.
«Ciudad eterna»
Cuando visito las catacumbas de Kom Ash Shuqqafa o el Pilar de Pompeyo, siento que detienes el tiempo en la época romana. También lo paralizas al transportarme a tu etapa griega en Kom Al Dikka o el templo de Serapis. Eres eterna incluso bajo el mar, donde se bucea junto al palacio de Cleopatra.
Pueden vivirse más eras recorriéndote:
– La turca.
En la ciudadela de Fort Qaitbey.
– La andalusí.
En varias mezquitas donde reposan santos que, tras conocerte durante su peregrinaje a La Meca, decidieron residir hasta su muerte en tus dominios: Al Mursi (de Murcia), Al Tartús (de Tortosa) …
– Los siglos XIX y XX.
En la casa de Kavafis, o al atravesar las calles Salah Mostafa o El-Horeya posando la mirada sobre edificios y cafés.
– La actualidad.
Tu presente, en el que diversas culturas y orígenes siguen conviviendo, tras siglos, pues a todos has cobijado durante tu existencia y muchos se quedaron contigo para siempre.
«Ciudad que nunca duerme»
Los alejandrinos se turnan para circular por tus arterias. Tras cerrarse bares y restaurantes, miles de clientes regresando a casa atascan La Corniche hasta la madrugada. Aún queda algún rezagado deambulando cuando los almuecines llaman al primer rezo, y los fieles, acudiendo a sus mezquitas, evitan que tus calles queden vacías. Poco después, llegan los mercaderes con carros llenos de productos frescos y, mientras abren sus innumerables puestos distribuidos por tus avenidas y bazares, amanece.
Para mí, eres ciudad amiga.
Hube de ganarme tu amistad. Tuvimos altibajos, pero siempre me compensaste con gestos impagables. Me inspiras. Podría haber escrito un artículo cada día que te habité. Sentí tu cariño. Nos queremos. Te dejé porque, si me hubiera quedado contigo un segundo más, no me habría ido nunca; lo sabes bien. Te despediste de mí haciendo resonar casualmente en muchos de tus rincones diferentes versiones de la vieja canción árabe «Ya msafer wahdak» (Oh viajero solitario). Con esa balada, interpretada por Ghalia Benali, me recibiste en tu ópera. Ya entonces, recién llegado, sentí que entendía tu mensaje.
Regresaré, «Álex». Sí. Tu apodo es Álex, simplemente. Así te apelamos tus amigos, y también los egipcios e incluso tus señales de tráfico. Pronto, algún libro dirá: «Alejandro Magno fundó Alejandría, Álex para los amigos.»
José M. Diéguez Millán es autor del libro ESTE
Facebook: José Diéguez Millán
Instagram: @josedieguezmillan
4 comentarios en “Alejandría, «Álex» para los amigos.”
Que bonito!! Después de leer este artículo sobre Alejandría, apetece organizar una visita.
Es una ciudad que engancha. Aunque quizá el motivo sea que todo en ella es un reto.
Como siempre, una narración de un buen amigo, te transporta y te hace sentir en cada poro la esencia de los maravillosos lugares y personas de donde por un tiempo determinado mora. Gracias por estos relatos que te ponen la piel de gallina..
Bely.
Es una ciudad que engancha. Aunque quizá el motivo sea que todo en ella es un reto. Gracias a ti.