A Alejandro Albarracín le descubrimos en películas como Al final todos mueren, Respire, Diamantino o Mi querida Cofradía (la más reciente). Periodistas, Mesa para cinco, Los hombres de Paco, Al filo de la ley, Hospital Central, Amar en tiempos revueltos, Gavilanes, Tierra de lobos, Biografía de Alfonso di Calabria, Servir y proteger, o las más recientes 4 Estrellas y Élite -entre otras muchas-, nos hablan de un galán que desde su inexorable atractivo construye a cada personaje interpelándose a sí mismo y aportando el resultado a la persona que encierra a aquel que interpreta.
Como actor protagonista o como secundario a Alejandro Albarracín le caracteriza la frescura y la inquietante mirada de aquel que fue, volvió, regreso al punto de partida y de nuevo volvió. Y cada regreso su mirada intacta. Su talento cada día más incontestable.
Nos encontramos con Alejandro Albarracín seis años después de haberle entrevistado en Melilla. En aquel momento en la piel de Tartufo, sobre la magnífica escena del Teatro Kursaal. La noche africana cruzando el tiempo. Un tiempo que ha volado. Y que Alejandro Albarracín ha aprovechado. Pues hoy nos habla de sus últimos éxitos en dos ficciones televisivas de extraordinario éxito: Élite y 4 Estrellas.
De su infancia recuerda que fue un niño tímido con alma de actor de raza. Nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz) , y curtido al calor de Ronda (Málaga), que fue la ciudad que le vio crecer en ese halo romántico que parece impregnarlo todo.
Nos conocimos hace 6 años en Melilla. Te entrevistaba para esta misma cabecera por tu papel protagonista en la obra de teatro Tartufo, que se representaba en el Teatro Kursaal ¿Cuéntame como han sido tus últimos cinco años en lo referente a tu crecimiento como actor?
Cada mañana despierto y el sentido de mi vida, fluye junto al café a través de mi vocación hecha profesión con un trabajo ante todo disciplinado. Cuando eres joven, vienes con ganas de comerte el mundo pero a la vez, con muchas inseguridades. Y aunque los actores siempre vivimos fuera de la zona de confort, en mi caso, hoy siento que me adentro poco a poco en la madurez profesional y tengo más confianza en mí mismo. Cada día aporto toda mi pasión a cada proyecto que emprendo y eso me hace muy feliz.
¿Cuándo decidiste que la interpretación debía ser el rumbo de tu vida y cuáles han sido tus referentes en todo el proceso?
Siempre fui un niño muy introvertido, sin embargo, disfrutaba mucho vivir en la piel de otros personajes. Desde pequeño siempre participaba en obras de teatro improvisadas con mis primos y luego ya en el instituto estaba siempre experimentando con las artes escénicas. Con tan sólo once años era un apasionado del cine, sobre todo del cine independiente. La sala de cine de Rondas se convirtió en mi segundo hogar, un hogar cálido y tranquilo, donde todos los sueños mágicos se convertían en luz y esa luz me fascinaba durante horas delante de la gran pantalla. El cine español siempre fue mi favorito porque me sentía muy identificado con el valor autóctono, con mis raíces y soñaba con formar parte algún día de toda esa magia de historias cercanas y personajes carismáticos. Era un niño soñador cuyo mundo interior se enriquecía incesantemente a través de la música y la magia del séptimo arte. Toda esa maravillosa época pasada podría definirla metafóricamente como mi paraíso perdido. Mi raíz como actor nace de ese paraíso perdido y mi talento como intérprete se ha forjado, con mucho trabajo y con la plena convicción de saber de dónde vengo y cual es el camino futuro que quiero recorrer. Uno de mis principales referentes ha sido Benito Zambrano director de Solas y luego pues te podría mencionar por ejemplo a Ana Fernández, Cecilia Roth y Eduardo Noriega.
La vida del actor es ardua y llena de altibajos ¿Cuándo te diste cuenta que elegir ese camino había valido la pena?
Esta profesión me ha hecho enfrentarme a la vida y salir de mi zona de confort de manera radical. He aprendido mucho sobre mí mismo y sobre las relaciones psicológicas entre las personas. Los años de trabajo esmerado me han entrenado para estar más enfocado, concentrado y a disfrutar cada toma, cada repetición y cada nota del director que propone un sendero diferente. La certeza de estar donde quiero estar y sobre todo disfrutar en todo el proceso, es un auténtico regalo de la vida.
¿Cómo definirías a la generación de actores a la cual perteneces?
Considero que pertenezco a una generación de actores muy comprometida con la realidad que le ha tocado vivir. Entendemos la libertad interpretativa como el camino más honesto hacia una reflexión profunda de todas las contradicciones que nutren la sociedad hoy en día. El cine, el teatro y la televisión, cada uno según su lenguaje, reflejan a través de historias la realidad cotidiana e incluso la enriquecen creando nuevas interrogantes o resolviendo de una manera artística muchos conflictos morales o éticos que de otra manera quedarían solapados en la vorágine frenética del mundo actual.
¿Con qué género interpretativo te sientes más identificado a la hora de emprender un proyecto profesional?
Soy un actor dramático hasta la médula, sin embargo, si partimos de la premisa de que no hay drama sin comedia y que no todo es blanco o negro, también disfruto de la comedia en la medida que enriquezca mi personaje o me facilite una expresión orgánica que conecte con el público. De todas formas, independientemente del género al cual me enfrente, lo primordial es bucear en la riqueza emocional del personaje, sus contradicciones más profundas y sus anhelos. La construcción del personaje requiere una observación exhaustiva de su realidad y es como un puzzle, donde cada pieza que vas encajando lo hace más real, más cercano y facilita la conexión con el espectador que va al cine y muchas veces busca inconscientemente una identificación que le aleje de su realidad propia y le sumerja en la libertad de un mundo casi onírico donde la magia se hace luz y esa luz reconforta, alecciona y le hace volar.
Élite y Estrellas. Dos proyectos que se han visualizado este año y que supongo que están siendo un punto de inflexión.
En efecto, ahora mismo estoy inmerso en el proceso creativo de la serie Élite de Netflix y 4 Estrellas para RTVE. Estos proyectos me cautivaron desde el principio y me hacen mucha ilusión porque hay un trabajo de producción muy profesional. Élite fue creada por Darío Madrona y Carlos Montero, y la historia se centra en un grupo de estudiantes de clase alta que van al colegio Las Encinas y trata temáticas como la homosexualidad, las drogas, el VIH y la muerte. En este proyecto me he dejado llevar de la mano de grandes directores como Lino Escalera, estoy, en definitiva, muy ilusionado y con ganas de poner todo mi esfuerzo en un trabajo profesional bien hecho.
¿Cómo llevas la sobreexposición que inevitablemente trae tu carrera como actor?
En general la gente es muy agradable y cordial conmigo. Es cierto que en ocasiones evito de salir de noche de fiesta porque la gente en esos ambientes suele estar ebria y propensa a exceder ciertos límites. Lo llevo bien, aunque no me gusta ser observado y prefiero que me pidan la foto a que me saquen instantáneas clandestinas en las cuales muchas veces se reflejan circunstancias incómodas.
¿Cuáles son tus principales aficiones en tu tiempo libre?
Soy muy fan de una cerveza o un buen vino en una terracita. Me muevo mucho por Malasaña , La Latina y por el Rastro. Me gusta mucho entrenar al aire libre en Madrid Río y dedico mucho tiempo a la lectura y a ver clásicos del cine.
Editor y Redactor: Jaume Amills
Estilismo: Ewin Puello
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