«Si pensamos nuestra existencia como un ovillo, siempre le prestamos más atención a la punta de la vida y menos a la de la muerte. Chavela Vargas vino al mundo a cantar verdades con el corazón y con la daga de su voz. Una vez dijo: “Yo no me voy a morir porque soy una chamana y nosotros no nos morimos, nosotros trascendemos”. María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano vuelve a casa después de una larga gira, la última. Su amiga “La Pelona” viene a buscarla dentro de tres días y Chavela oscila entre el filo de este y el otro mundo. De vez en cuando olvida quién es, pero un hilo rojo la lleva lejos; a esos lugares en “donde amó la vida”, a un limbo de recuerdos que la visitan antes de la partida. Allí, una anciana espera a la muerte, una niña herida manda dentro de una mujer y un Mito se hace eterno. Los personajes aparecen y se desvanecen en una puesta escénica dotada de un realismo mágico. Cada noche, canalizaremos a “el Mito” que nos cantará y llevará a ese mundo onírico.
Chavela nos enseñará a mirarnos en su espejo libre y rotundo, viviendo, muriendo y haciéndose eterna. Por eso Chavela Vargas es mucho más que todo eso. Chavela somos todos y todos somos Chavela. Levanta tu copa y brindemos por esta muerte que se vuelve vida. Únete a este tránsito de lucidez terminal y asciende con ella por esos escalones para llegar al cielo, hasta su cielo» nos adelanta Carolina Román como previa a lo que será uno de los acontecimientos musicales del próximo 2025.
¿Quién fue Chavela Vargas?
Hablar de Chavela Vargas es hacer referencia a una de las voces más influyentes de la canción de Latinoamérica.
María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, conocida como Chavela Vargas, había nacido en San José de Flores, Heredia, Costa Rica, el 17 de abril de 1919. Falleció en Cuernavaca, Morelos, México, el 5 de agosto de 2012.
Si bien su estilo siempre se inclinó por el bolero y la ranchera (típico género mexicano, país que adoptó y en el que terminó sus días), “la Chamana” (apodo que portaba al igual que “La Vargas”) internacionalizó su voz y su mensaje. Pero de la “ranchera festiva” eliminó todo vestigio de alegría, prescindió de la figura del mariachi y empezó a cantar “desde sus entrañas”. Así nacen joyas musicales como “La llorona”, “Luz de luna” y “Paloma negra”, entre tantas otras. De actitud desafiante y rebelde, vivió con Frida Khalo y Diego Rivera, fue amiga de Juan Rulfo y devota amante del tequila.
Recién pasados los 80 años pudo reconocer abiertamente que era lesbiana. Hoy es reivindicada por la diversidad sexual y por el movimiento feminista.
Chavela Vargas rompió todos los estereotipos sociales: vestía ropa masculina, fumaba, bebía demasiado y llevaba pistola.
Se despidió definitivamente de los escenarios en 2006 porque, según ella solía decir, “no quiero que me vayan a ver solamente por ser una viejita simpática”.