Pieza fundamental en la forja de la modernidad fotográfica y la profesionalización del medio en España, Carlos Pérez Siquier (1930-2021) destacó en el panorama español, primero desde postulados próximos al neorrealismo, y más adelante como pionero de la fotografía en color. En ambas vertientes, Pérez Siquier actuó desde una privilegiada posición fronteriza, periférica, e hizo gala de una mirada singular, plenamente consciente de su autoría a pesar de haber partido de una concepción intuitiva de la fotografía, más parecida a la de un paseante anónimo que a la de un retratista profesional.
Esta exposición se plantea como una amplia retrospectiva que recorre sus series más emblemáticas, realizadas entre 1957 y 2018, y que cuenta con una importante presencia de imágenes inéditas y aportes documentales que enriquecen su discurso.
Si algo caracteriza y hace tan valiosa e interesante la fotografía de Carlos Pérez Siquier, esto es, por un lado, el asunto que la recorre de principio a fin –el mundo real y próximo al autor–, y, por otro, la mirada atenta y singular con la que el fotógrafo lo vertió en imágenes. La aparente contradicción que podrían sugerir los drásticos cambios de tema o el paso súbito del blanco y negro al color desaparecen cuando analizamos con detenimiento su obra y descubrimos así la sólida coherencia que la atraviesa, marcada por la innovación, la inteligencia que descubre posibilidades donde aparentemente no las había y la pasión por el medio. Todo ello conforma una de las obras más potentes e importantes de la fotografía española en las últimas décadas.
Pérez Siquier no era un fotógrafo que pasara su tiempo mirando a uno y otro lado permanentemente. Más bien fue conformando en imágenes su propio mundo paso a paso, sin forzar y sin pretender parecerse a un modelo conocido. Creó así una obra compacta en evolución continua, en la que el protagonista es su entorno, un mundo original, extraordinario, reducido, local y universal a un tiempo; una obra que dio sentido a su vida.
A lo largo de su trayectoria, que le hizo merecedor del Premio Nacional de Fotografía en 2003, Pérez Siquier dio forma a un corpus fotográfico que se adentra de manera tangencial, pero profunda y mordaz, en los debates de su tiempo. Por sus series fotográficas discurren la periferia social, las alteraciones visuales que provocó en el entorno el desarrollismo franquista, o el choque cultural producido por la llegada masiva del turismo foráneo a España, hasta el repliegue, en la última etapa de su vida, hacia ámbitos más personales.