Jacobo Serra es un cantante, guitarrista y compositor manchego que deslumbra con una poesía envolvente tejida con un talento pletórico que asume una originalidad sin fisuras. Es un indagador incansable en la búsqueda de lo imposible. Su arte juega con el pop y el folk-rock pero también con ecos de la música electrónica ambiental más contemporánea y con evocaciones a los crescendos más épicos de la ópera italiana; todo ello traducido a un lenguaje rompedor y actual, insólito en la canción española. Su álbum Doce es un viaje desgarrador lleno de sensibilidad y emoción. La metáfora de la vida transcurre por los meses y las estaciones en una experiencia poética, vibrante e inmersiva.
Jacobo Serra:
“La pasión por la música es algo innato en mi vida. Lo curioso fue darme cuenta que era artista pues ni siquiera era consciente de mi talento creador. Nunca pretendí dedicarme a la música de manera profesional sino que todo surgió de manera accidental. Vivo la vida como si fuera una obra de arte y mi historia es atípica porque está exenta de pretensiones, es decir, nunca hubo una intención explícita de querer vivir tantas experiencias positivas en los escenarios de tantos lugares del mundo. Todo surgió espontáneamente, de una manera casi mágica. La riqueza emocional y espiritual que ello conlleva ha ido forjando mi personalidad y se ha ido filtrando en mis canciones.”
Hace 10 años publicabas tu primer EP (The Word I never say); ¿Qué valoración haces de esta década?
Ha sido una suerte haber podido evolucionar y consolidar mi carrera como artista durante los últimos diez años. Ha habido momentos difíciles y frustraciones sin embargo, la vida me ha recompensado dándome la oportunidad de superarlos y seguir muy presente dentro del complejo y fascinante mundo de la música. Nunca pensé que iba a llegar tan lejos y cuando miro hacia atrás, siento cierta nostalgia y sobretodo mucho agradecimiento. Lo interesante de este proceso es saber que hay un legado que dejas que no va a morir nunca. El arte te da la posibilidad de perdurar, y transcender el tiempo y a ti mismo.
Arrancaste con tu carrera en Londres y cantando en inglés; ¿Qué aportó Londres y la lengua de Shakespeare a tu lenguaje musical?
En realidad ya desde pequeño me apasionaba cantar todo el tiempo. En el instituto tuve varios grupos, estuve en un coro de polifonía clásica y durante cinco años canté música renacentista, es decir, toda esa etapa estuvo muy marcada por la música. Si es cierto, que es en Londres donde descubro mi voz y afianzo mi propio estilo. Siempre me he sentido muy identificado culturalmente con Inglaterra y mi personalidad como artista ha absorbido toda la riqueza artística del país anglosajón.
¿Cuáles son tus influencias musicales a la hora del acto creativo?
Mi acto creativo está sustentado por una amalgama muy curiosa de diversas influencias que van desde la música clásica hasta el jazz americano. Luego también tengo la fuerte influencia musical de grandes artistas como Frank Sinatra, Chet Baker y The Beatles.
¿Cómo defines tu estilo musical?
Es muy complicado definir mi estilo musical porque he bebido de muchas fuentes y he creado un modo de hacer música distinto, con un sello muy personal. No asumo etiquetas ni pertenezco a ningún género que limite mi obra. Mi reino no es de este mundo.
¿Hasta qué punto una discográfica puede influir en la obra de un artista?
Todo depende de la libertad artística que un músico sea capaz de negociar con su discográfica. En mi caso he tenido muchísima libertad a la hora de componer y crear mis obras y siempre las compañías discográficas con las que he trabajado han respetado todas mis decisiones a la hora de crear el producto artístico.
¿Qué opinas del mercado musical actual?
La industria musical es un reflejo de muchas problemáticas que envuelven el mundo complejo que nos ha tocado vivir. Todo debe ser valorado desde una perspectiva global. En mi opinión hay una decadencia total en muchísimas cosas. Es una época de acelerados cambios tecnológicos para los cuales nuestra mente no está preparada, es decir, todo se nutre de una inmediatez efímera que casi siempre es vana y desprovista de empatía. Lo positivo de todo es que aún quedan grandes artistas que hacen un trabajo artesano, cuidando los detalles y respetando los tiempos. El concepto del arte está muy manoseado hoy en día y es nuestro deber entenderlo desde el respeto y libertad.
Tu nuevo disco Doce viene motivado por los doce meses del año que transcurren por las cuatro estaciones a través de exquisitos arreglos musicales que vibran en relatos vitales muy emotivos; ¿Cómo fue el proceso de creación de este disco conceptual?
Mi objetivo era crear un disco conceptual profundo, con una carga dramática casi enfermiza. Es un viaje desgarrador lleno de sensibilidad y emoción. Mi única intención era hacer el disco que como público me hubiese gustado escuchar. Tuve muy claro que quería una creación distinta, reflexiva y que respondiera a varias preguntas existenciales. Es un trabajo hecho con esmero, donde la poesía adquiere mucha relevancia y el telón de fondo son las estaciones del año que van aportando matices climáticos a cada mes lo que su vez encierra una historia diferente. La metáfora por ejemplo, del frío de febrero, la utilizo para relatar la historia de una carta de despedida de alguien que tiene que partir o para describir la muerte. Al final es una experiencia inmersiva que juega con los ambientes psicológicos gracias al poder supremo de la música. Es duro para mí cantar las piezas de este disco porque hay muchas coincidencias existenciales que me tocan muy hondo, y un potente trasfondo autobiográfico. La acogida del público ha sido muy generosa y estoy muy agradecido por el resultado que he conseguido.
¿Qué es para ti el éxito?
El éxito es un concepto peligroso dado su ambivalencia y la malinterpretación que se tiene de él. Mi trabajo cómo músico nunca ha estado encaminado a la búsqueda del éxito. Para mí, el éxito es una consecuencia de mi trabajo bien hecho, no una meta u objetivo que deba perseguir porque entonces no haría la música que hago y tampoco sería libre a la hora de crear mi arte. No debemos apoyarnos en el éxito para ser felices. En realidad he sido un privilegiado y honestamente ha sido un éxito llevar ya diez años de carrera sin perder mis valores, respetando mi esencia y explorando cada día, nuevos lenguajes de una manera original, y en contacto directo con el público. En realidad ese es mi éxito.
¿Qué papel juega la familia como núcleo emocional en tu obra?
La familia está siempre presente de manera intrínseca y es esencial en mi devenir como ser humano. Es mi fuente de felicidad y es mi alfa y omega.
¿Con qué sueña Jacobo Serra?
Mi sueño es librarme de las expectativas. Seguir haciendo un trabajo que amo desde las entrañas y seguir dando pasitos de gigante. Soy muchos Jacobos, tengo el afán de vivir muchas vidas en una y esa es una obsesión romántica que guía mi historia vital. Cada canción que compongo es un sueño realizado desde la inspiración más genuina y el respeto a mi público, que es en definitiva, el motor de todo mi trabajo.
Si tuvieses que definirte con tres palabras o con una frase, ¿Cuál sería?
La canción Enero de mi disco Doce es la mejor definición que podría dar de mí mismo. Está canción habla acerca de la búsqueda de lo imposible. Todo lo que soy, como artista y como persona, queda plasmado en esa canción. Soy un indagador incesante en la búsqueda constante de la belleza a través de la música.
¿Qué consejos darías a un joven talento que quiere iniciarse en el mundo de la música?
Le diría que el único consejo que puedo darle es que no escuche ningún consejo. Los consejos siempre traen demasiada carga subjetiva y cada persona vive sus propias circunstancias de la mejor manera que sabe hacerlo. Ser fiel a uno mismo y confiar en nuestras capacidades es la clave para salir adelante en el mundo convulso que nos ha tocado vivir.