
Tras años de formación y bagaje en distintos restaurantes, ocupando todo tipo de puestos, en 2001 dio el gran paso y abrió Javier Martín Restaurante. Desde entonces, muchos han sido los reconocimientos a su estilo y pasión en los fogones. Javier es un cocinero exigente, que prioriza el valor y la procedencia de un buen producto a la hora de elaborar sus recetas, favoreciendo el origen local y ecológico del género, dando valor así, también, al pequeño productor. Todo ello para elaborar una experiencia culinaria que se distingue por un sabor que extrae lo mejor de cada ingrediente en una cocina sencilla, pero con toques vanguardistas.



Javier Martín Restaurante ofrece una cocina eminentemente mediterránea en la que resalte y el producto y la calidad por encima de todo, así como el servicio que brindan a sus clientes.

JAVIER MARTIN RESTAURANTE
Productos de temporada
Con el sabor de la materia prima como mejor aliado, esta casa trabaja todo el año con productos de temporada con el objetivo de satisfacer los paladares más exigentes.


JAVIER MARTIN RESTAURANTE Innovación
En su afán de que el cliente se vaya satisfecho, hacen que cada experiencia sea única gracias al trabajo de innovación, con una constante actualización de su oferta gastronómica.



JAVIER MARTIN RESTAURANTE Experiencia
Más de 15 años avalan la trayectoria del restaurante Javier Martín Restaurante en la ciudad de Cáceres, gracias al reconocimiento de una clientela que ha sabido valorar el buen hacer de un equipo humano especializado.
El recorrido de Javier Martín, ha sido reconocido con multitud de premios y menciones por una cocina en la que toda materia prima tiene su lugar, siempre que sean productos de calidad. Recientemente puede estar orgulloso de formar parte del selecto grupo de restaurantes que aparecen como referencia en las prestigiosas Guía Michelin y Guía Repsol, referentes absolutos de la gastronomía de calidad.
Nos encontramos en Cáceres. Sin duda, una de las ciudades más sorprendentes y bonitas de España, y por ende de Europa. El tiempo parece detenerse en una ciudad no tan conocida por el turismo de masas pero que enamora al visitante pasajero o recurrente.
Nos adentramos en Javier Martin Restaurante. Toda una joya estética y culinaria que conquista nuestros sentidos. Allí charlamos con Javier Martin y con Esther, su esposa y copiloto de uno de los proyectos gastronómicos más fundamentales de la escena gastronómica de nuestro país. Por ello, os dejamos el sustrato de la conversación que tuvimos con ellos.
Responsable, buen estudiante y trabajador. Así recuerda Javier Martín al niño que fue. Originario de un pequeño pueblo de Extremadura, de las Hurdes, de una familia sencilla y entrañable, su padre fue migrante en Suiza, mientras su madre se dedicaba a las labores del campo. Es el tercero de cuatro hermanos. Recuerda que todos ayudaban en casa, trabajando desde muy jóvenes. Evoca aquella etapa como “muy bonita y muy feliz.”
Hoy Javier Martín, titular de numerosos premios y menciones en Guías Michelín y Repsol, es CEO de su propio restaurante, Javier Martín Restaurante, que regenta desde Cáceres junto a su esposa Esther. Un auténtico referente de alta cocina de vanguardia a nivel nacional
Tranquilo, reflexivo y autodidacta, Javier Martín, comenzó su formación en la propia profesión, primero en Ciudad Rodrigo, luego en Madrid. Allí comenzó en cocina, aunque realmente Javier Martín llevaba cocinando desde que era niño, allí en su casa. Con tan solo 8 o 10 años hacía buñuelos, magdalenas y otros dulces típicos de su tierra.


¿Llegó la cocina de forma azarosa a tu vida? ¿Cuándo empezó a interesarte la cocina de forma profesional?
A los 14 años me fui a trabajar a Ciudad Rodrigo. Allí conocí el mundo de la hostelería desde abajo, haciendo un poco de todo. Y allí tuve mi primer contacto con los fogones. En aquella etapa, lógicamente aprendía a cocinar platos de la cocina popular. Dos años después aterricé en Madrid.
¿Cuáles eran tus expectativas en aquella etapa? ¿Ser Chef era ya un propósito?
Pues un propósito empezó a serlo cuando tenía unos 16 o 17 años y empecé ya en Madrid a trabajar en un restaurante muy bueno. Allí aprendí mucho de los extraordinarios profesionales de la cocina con los que trabajé. Me encantaba verles trabajar y explorar nuevos platos y reinventar recetas. Pero sobre todo me volvía loco ver la reacción de la gente; la respuesta del público tan positiva y ver por tanto culminado ese diálogo entre nosotros y los comensales. Era una forma de comunicarme. Me di cuenta que cocinar para otros era una forma de comunicarme con el mundo.

¿Qué pasó después? ¿Cuál fue el siguiente paso?
Después de aquello me tocó irme a la mili. Una etapa que para mucha gente era una interrupción o un tiempo perdido. Yo no lo viví así. Para mi fue una suerte hacer la mili en Ceuta. Yo al principio no quería decir que era cocinero o que simplemente sabía cocinar porque no quería que me tocara dar de comer a tanta gente. Y pasarme la mili en la cocina. Pero de alguna manera se enteraron, y me pasé todo el servicio militar en la Comandancia General como cocinero. Y la verdad es que fue una gran experiencia de la que también aprendí mucho y que siempre me gusta destacar.
Una vez terminado el servicio militar regresé a Madrid.
¿Qué había cambiado dentro de ti? Eras ya un adulto. ¿Cómo fue aquel regreso a Madrid?
Definitivamente sabía que había nacido para esto. Que cocinar era mi auténtica vocación. Continué trabajando en distintos restaurantes, muy distintos entre sí, que me dieron la oportunidad de aprender. Y a partir de entonces realicé muchas formaciones, tanto como sommelier, repostería y otras especialidades. Fue un tiempo de aprendizaje, de técnica, de perfeccionamiento y de investigación.
Has explorado distintos estilos de cocina. ¿Cómo llegas a la cocina de vanguardia, de autor?
La cocina y la búsqueda de la perfección te van llevando a esto. Hacer “alta cocina” o “cocina de vanguardia” es lo que más me hace disfrutar. Además la cocina de autor, en realidad incluye todos los registros; tiene que haber guiso, tiene que haber cocción, tiene que haber una buena materia prima de temporada y de la tierra, porque desde ahí empieza todo y ese todo reúne todos los estilos. La base de un buen cocinero es haber aprendido antes la cocina tradicional.
Para mi cocinar es vivir. Me lo paso bien haciéndolo.

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