Acompañado por una banda de músicos tan virtuosos como él, Bonamassa desplegará un repertorio que combinará los temas de su último álbum, Breakthrough, con los clásicos que lo han convertido en una leyenda viva del blues rock. El disco, que alcanzó el puesto número 1 en la lista Billboard Blues por vigésima novena vez —un récord absoluto en la historia del género—, confirma que su dominio técnico y su sensibilidad musical continúan en estado de gracia.
Pero más allá de los números, Bonamassa representa algo más profundo: el triunfo de la autenticidad en tiempos de artificio. Su estilo se nutre del linaje de los grandes, de Clapton, Page y Stevie Ray Vaughan, pero tiene una identidad que no imita, sino que expande. Su sonido —un cruce de músculo eléctrico y melancolía poética— ha llenado recintos como el Royal Albert Hall de Londres, donde ha tocado más de diez veces y al que los críticos llaman ya su “hogar espiritual”.
El año pasado volvió a demostrar su talla universal: compartió escenario con The Rolling Stones en Seattle, recibiendo una ovación unánime, y fue telonero de The Who en Chicago, confirmando que el blues no solo sobrevive, sino que sigue encendiendo estadios. En una época en la que los algoritmos dictan tendencias, Bonamassa apuesta por lo humano: el sudor, el error, el silencio que precede al solo perfecto.
Además de su virtuosismo sobre el escenario, Bonamassa cultiva una devoción casi arqueológica por la guitarra: posee una de las colecciones más amplias y codiciadas del mundo, verdadero archivo sonoro de la historia del blues. Pero no se limita a preservar el pasado. A través de su fundación Keeping The Blues Alive, impulsa programas educativos y becas que mantienen viva la enseñanza del género en escuelas y comunidades musicales. Esa labor silenciosa, unida a su incansable presencia en los escenarios, convierte su trayectoria en algo más que una carrera: en una misión cultural que lo consagra entre los grandes arquitectos del blues rock contemporáneo.
Su regreso a España no es, por tanto, una simple gira, sino una celebración del poder del directo, del contacto entre artista y público, de esa electricidad que ningún estudio ni inteligencia artificial puede fabricar. En Barcelona y Madrid, Bonamassa no solo presentará un disco: presentará una forma de entender la vida a través de seis cuerdas.
El blues, parece decirnos, no está muriendo. Está de gira. Y Joe Bonamassa, su más fiel apóstol, viene a recordárnoslo con un rugido que resuena como una plegaria eléctrica.









