Luay Albasha es un joven fotógrafo autónomo y realizador de documentales afincado en Barcelona. Originario de Siria y Palestina, se ha criado entre la cultura oriental y occidental, otorgándole un punto de vista diferente sobre el mundo y una mentalidad única cuando se trata de conflictos en Oriente Medio.
Se abre al mundo con una historia tan reveladora como sorprendente que abarca la vida y la muerte: Los Hijos de los Muertos. Este perspicaz fotógrafo viajó hasta Egipto para contar la realidad tan devastadora a la que se enfrentan casi 50.000 familias en Al Arafa, un barrio alejado de las excentricidades y comodidades de El Cairo, donde las familias menos pudientes se vieron obligadas a afincarse entre mausoleos y tumbas. La realidad que abrasa sus calles desemboca en el camposanto más concurrido de la megalópolis cairota. Caracterizada por la sucesión de criptas, miles de familias han construido sus casas a los pies de una ciudad que orbita entre la vida y la muerte. Resultado de la superpoblación y de la fractura, a Al Arafa le resulta difícil abstraerse de un halo inexorablemente fantasmagórico y casi irreal.
Este proyecto compuesto por el mediometraje, el reportaje íntegro de Los Hijos de los Muertos y una exposición fotográfica del mismo, puede verse hasta el 30 de Mayo gracias al Festival Imaginaria de la Universitat Jaume I en el Menador Espai Cultural, Castelló de la Plana.
En un contexto tan desgarrador como el que estamos viviendo a causa de la crisis sanitaria por el Covid-19, el autor de Los Hijos de los Muertos señala: “Aquí se enterraron cuerpos por la Peste Negra y ahora también por el Covid-19, la tierra se mantiene húmeda para facilitar el acceso de los siguientes. Pero los muertos no son los únicos inquilinos del lugar. Más de 117.000 almas viven alrededor de la tumba de Qaitbay y se estima que entre 500.000 – 1.000.000 de personas viven con los muertos”.
Este lugar santo alberga la vida eterna de sultanes, príncipes y princesas de las dinastías fatimí (909-1171 d.C.) y la mameluca (1250-1517 d.C.) o la extinta monarquía egipcia. Sin embargo, sus huéspedes “ven la muerte como un aspecto más de su vida, liberándolos así, de cualquier anhelo materialista” afirma Luay.
Por ello, narra la historia de Rami, un joven de 29 años que lleva toda la vida viviendo en Al Arafa, amando cada rincón más que cualquier otro. Aunque eso no le impide tener deseos de salir y descubrir más allá del cementerio. Pero no es fácil, ya que nacer en los extramuros de Egipto, le dificulta cualquier posibilidad de crecer. El otro protagonista del documental, Salama, ha aceptado inherentemente vivir y morir aquí. Para él, Al Arafa es su naturaleza, toda su vida. Los rincones que esconde este lugar le bastan para comprender que la vida es un mero tránsito hacia la muerte.
Teaser Los Hijos de los Muertos
María Casajust.