Los resultados del viaje de prueba inaugural del primer buque oceánico impulsado por propulsión asistida por viento (WAP) en el mundo, el barco Pyxis Ocean equipado con dos velas de acero WindWings, revelan importantes ahorros de combustible, según la compañía Cargill, que ha fletado este colosal navío. La compañía Ocean Bird ha dado un paso más a allá y ya tiene sus buques equipados con cinco wingsail de acero. El video presentación de su nuevo buque quita el aliento por la majestuosidad de una tecnología sostenible y futurista. Las WindWings no son velas de lona, sino estructuras sólidas y plegables hechas de acero y materiales compuestos, similares a las alas de un avión, cuyo propósito no es reemplazar los motores diésel convencionales, sino proporcionar propulsión complementaria cuando el barco navega con vientos y corrientes favorables. Se calcula que la tecnología WAP, (sistemas de propulsión asistida por el viento, WAPS por las siglas en inglés de Wind-Assisted Propulsion Systems) permite ahorrar en un año un promedio de 3 toneladas de combustible por día. Esto equivale a reducir las emisiones de dióxido de carbono CO2 en 11,2 toneladas por día, lo cual a su vez equivaldría a retirar unos 480 automóviles de la circulación durante un año, según Cargill. Los expertos dicen que la energía eólica es un área prometedora para explorar. La industria del transporte marítimo intenta reducir los 837 millones de toneladas de CO2 que se estima que produce cada año. En julio acordaron reducir los gases que calientan el planeta a cero “para el 2050″, una promesa que los críticos dijeron que era improbable. La propulsión mediante energía eólica puede marcar una gran diferencia.
En los tiempos de la colonización los buques dependían del viento para poder navegar, pero descubrimientos posteriores, unidos a la evolución del sector marítimo, suprimieron esa necesidad. Y ahora de nuevo, en un negocio naval siempre cíclico a lo largo de la historia, han vuelto una serie de técnicas que permiten la implantación de sistemas para la navegación auxiliados parcialmente por el viento. Ya existen nuevos sistemas de propulsión con una parte eólica con los que se obtienen ahorros de combustible interesantes, y a los que se suman una serie de mejoras medioambientales.
Si en los mares del mundo hay unos 90.000 barcos mercantes de gran porte, solamente entre 20 y 30 buques llevan montada una tecnología de este tipo.
Los sistemas de propulsión asistida por el viento (WAPS, por las siglas en inglés de “Wind-Assisted Propulsion Systems”) aprovechan el viento disponible para generar un empuje de propulsión limpio, reduciendo la potencia necesaria del motor, y las emisiones contaminantes. En algunas velas, para obtener ese empuje se efectúa un control activo de la capa límite mediante succión, aspirando una pequeña cantidad de aire que se adhiere al flujo de aire de la vela, generando enormes cantidades de sustentación. Dicho empuje puede llegar a generar una potencia hasta seis veces superior al de una vela convencional.
La Naumon, el buque teatro
La Naumon es un barco teatro itinerante, capitaneado por La Fura dels Baus, que viaja por el mundo llevando arte, innovación y sostenibilidad a cada puerto, y que se convierte en foro de divulgación y debate cada vez que atraca en un puerto.
La cubierta de La Naumon es un gran escenario flotante, idóneo para representar los macro espectáculos de La Fura dels Baus, que pueden llegar a ser vistos por miles de personas desde el muelle o la playa. El espectáculo sigue dentro del barco, donde la bodega está equipada para acoger exposiciones y actuaciones más íntimas, con un aforo para 600 personas. Además, intervienen en edificios icónicos de los lugares que visitan, tomando las calles con figuras gigantes que recorren la ciudad y que guían a todos hacia el puerto.
En referencia a este artículo, La Naumon cuenta con una seña de identidad que la hace reconocible sobre el horizonte. Posee una gran vela abatible de acero capaz de aprovechar la fuerza del viento para ahorrar hasta un 30% de combustible. También cuenta con su propio laboratorio de a bordo en el que hacer pruebas reales de innovación, buscando soluciones a los retos del mañana mediante el desarrollo de energías limpias.
Pero además del auxilio de las velas, los barcos también podrían beneficiarse de la energía solar. La cubierta de un buque siempre está orientada al Sol, por lo que recibe gran cantidad de este tipo de energía, y además de manera “gratuita”.
En cualquier caso, debe indicarse que, en buques de gran porte, el ahorro energético obtenido sólo por energía solar nunca será de gran impacto, aunque sí debe tenerse en cuenta. Por ello ya algunas empresas han desarrollado diseños de velas que, además de aprovechar la fuerza del viento, son capaces también de utilizar la energía solar a través de paneles solares en su superficie.
El concepto de “vela energética” hace referencia a una vela rígida dispuesta en el buque, capaz de rotar automáticamente para sacar el máximo partido del viento y ayudar a propulsar el buque; y que al mismo tiempo posee paneles solares incorporados en la vela que pueden aprovechar la energía solar para proporcionar energía eléctrica y reducir así el consumo de los generadores y sistemas auxiliares.
Aunque depende de los modelos, las principales ventajas de la vela rígida radican en: su capacidad para poder ser plegada (o abatida sobre cubierta), por lo que el calado aéreo de la embarcación no se ve afectado; ser totalmente pasiva (no se requiere energía para producir sustentación); y poseer una resistencia mínima.
Obviamente, el tipo de buque en el que se vaya a instalar el sistema, su número de velas, y sobre todo la ruta concreta que realice, van a ser claves para el éxito del sistema. Todo es cuestión de poder aprovechar más o menos el viento, así que las velas ofrecen menos ventajas en el Mediterráneo, por ejemplo, que en el Atlántico Norte o el Pacífico. Y por supuesto, si el buque es de línea regular, y pose una ruta fija, será más fácil predecir el ahorro que se pueda obtener.
A finales de este año deberíamos tener 48, posiblemente 49 buques eólicos, con lo que llegaríamos posiblemente a 3.5 millones de toneladas de peso muerto de transporte marítimo.