Esta adaptación de la novela gráfica El tesoro del Cisne Negro, de Paco Roca y Guillermo Corral, que a su vez se basa en la historia de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, la serie de seis episodios nos lleva por una lucha en torno a un pecio encontrado por una empresa cazatesoros. Con todos los indicios apuntando a que se trata de los restos del naufragio de un barco español, un par de jóvenes se embarcan en la aventura de intentar recuperar el tesoro.
Álvaro Mel encarna a Álex, joven diplomático que asume la misión de recuperar el tesoro robado por Frank Wild (Stanley Tucci), dos millones de monedas de oro y plata. “Al entrar en el ministerio de Cultura no se imagina que se verá envuelto en una gran aventura, pero se enfrentará todo lo que le viene por delante”, dice Mel. Lo ayudan Lucía (Ana Polvorosa), experta en protección de Patrimonio Nacional, osada y peleona, y Jonas (Clarke Peters), abogado del Gobierno español en el juicio en EE. UU. Pero aparecerán enemigos relacionados con las cloacas del poder, como Zeta (Blanca Portillo).
Hay anecdóticas escenas que recrean la fragata de Nuestra Señora de las Mercedes hundida en 1804 y secuencias de búsqueda submarina (con referencia al Titanic de James Cameron), que invocan la idea del viaje y la exploración. Pero, cuando toca hablar del sentido de la aventura tradicional que invoca Amenábar, llama la atención la paradoja: el aroma clásico choca con una trama que se desarrolla en despachos funcionariales y juzgados.
La Fortuna, que se debería definir como una aventura burocrática o como una serie de pseudoaventuras, parece estar hecha de las secuencias que exponen los hechos, los desafíos, y preparan al espectador para las escenas de acción, de tensión, de exploración y de descubrimiento, las que nos muestran hasta qué punto los personajes están dispuestos a jugarse la vida con tal de llevar a cabo su misión.
«Aunque el cómic está basado en una historia real y nos hemos inspirado en él, decidimos volar por libre y los personajes son ficticios», puntualiza Amenábar, que también extrajo su historia de la realidad en dos de sus películas: ‘Mar adentro’ y ‘Mientras dure la guerra’. Explica Amenábar que, como la historia transcurre entre dos mundos –«el norteamericano y el español /latino/mediterráneo»–, quería jugar a ese contrate y dar pinceladas sobre ambas culturas. «En el caso español, los héroes son funcionarios. Quería mostrar cómo gente anónima, desde las instituciones, que presentan muchos problemas, muchas carencias, lucha por lo correcto y al final las cosas salen bien».
Según el realizador, ateniendo a ello, «se puede ver un sentido patriótico en la serie, pero quiero pensar que en el buen sentido». También advierte de que «se pone en valor a una gente que hace las cosas bien, pero estas se hacen desde España como podría haber sido desde cualquier otro país».