Por José M. Diéguez Millán.
Corre el mes de julio, sin embargo, encuentro una isla de São Miguel verde y frondosa donde no falta el agua. Agua de lluvia en forma de chubascos cortos en verano, agua de mar rodeándola por completo, agua dulce en múltiples lagunas y torrentes dispersos por toda su superficie, y aguas termales que nos recuerdan el origen volcánico de este archipiélago.
Junto a otros viajeros que encuentro en Ponta Delgada, inicio mi recorrido por el occidente insular: en Sete Cidades. Aquí, según cuenta la leyenda, siete urbes se hundieron en la enorme caldera del volcán que hoy ocupan dos lagos gemelos: uno de aguas azules y otro verdoso. Dice la tradición que el diferente tono de estas dos balsas se debe a que fueron formadas por las lágrimas de una princesa de ojos azules, una, y su amado campesino de ojos verdes, la otra, cuando hubieron de separarse al ser entregada en matrimonio la bella joven a alguien de su rango.
Las vistas desde el mirador Do Canario son impresionantes: numerosas lagunas ocupan el interior de sendos cráteres volcánicos cuya forma cónica está totalmente revestida de verde por la exuberante vegetación local. El contraste de tanto verdor con el cielo –en el que no suelen faltar nubes–, hace que uno se quede boquiabierto al observar cómo, además, todo este panorama está rodeado por el mar. Agua envuelta por una tierra que, a su vez, está en medio del agua.
El Atlántico es frío, pero, en la cala de Ferraria, una corriente de agua termal desemboca bajo el mar. Aquí disfrutamos de un baño tibio. La isla está salpicada de manantiales de aguas hirviendo empleadas para obtener energía geotérmica o para uso recreativo público o privado. También nos acercamos a Furnas para observar cómo se cocina un cocido local enterrándolo en una tinaja durante seis o siete horas, proporcionando el subsuelo volcánico el calor necesario para su preparación.
Cuando más disfruto de São Miguel es durante mi voluntariado en casa de Ana, en Ribeira das Tahinas. Esta mujer, una experta en permacultura, me explica interesantísimas técnicas de cultivo. También es una gran cocinera vegana cuyas deliciosas recetas convierten cada almuerzo en una fiesta, aunque a veces sustituye su menú vegetariano por unos sabrosos chicharros recién pescados fritos. Encuentro su recetario escrito a mano junto a un antiguo fogón donde una cafetera espera siempre a ser preparada. Además, Ana fabrica jabones de peculiares aromas que vende en las ferias artesanales celebradas a lo largo de la isla, como la de Ribeira Grande, donde la acompaño. Desde el dormitorio que esta bella persona proporciona a los voluntarios, diviso el litoral sur insular. No se puede pedir más.
Precisamente desde aquí descubro el islote de Vila Franca, con forma de anillo abierto, al que me acerco en barca para disfrutar de un baño en la playa que alberga en su interior.
Más hacia oriente, realizo una ruta senderista desde Povoação a Faial da Terra caminando junto a los acantilados. Durante este trayecto vivo la otra cara de estas islas: una densa niebla se echa mientras camino por un sendero escoltado a ambos lados por retorcidos árboles cuyas ramas cubiertas por el musgo tienen aspecto fantasmagórico. Súbitamente un chubasco me sorprende. Sin embargo, la lluvia cesa tras unos minutos y la niebla se dispersa. Así es el clima de Azores.
Desde Faial, otra ruta a pie lleva hasta Sanguinho. Esta antigua aldea está siendo reconstruida por un grupo de voluntarios, utilizando las técnicas locales de edificación.
Mágica isla, buena gente, deliciosa comida, paz, clima cálido y lluvioso a la vez, creo que, definitivamente, este lugar es el secreto mejor guardado de Europa.
5 comentarios en “La isla de São Miguel, ¿Atlántida o no?, por José M. Diéguez Millán.”
Que lugar tan apetecible!! Gracias por tus descripciones y fotografías, ayudan hacerse una idea de los lugares tan bonitos por los que andas.
A vosotr@s por recibir con gusto mis crónicas. Un abrazo.
¡Gracias a vosotr@s! Que leéis estas crónicas con ganas de explorar. Un abrazo.
Como siempre ,un fantástico relato que te transporta a los lugares y personas descritas él sintiendo la magia de cada rincón y conociendo lo caracteristica de cada persona. Gracias José.
¡Gracias a ti por leer con ganas!