Las medinas o ciudades antiguas están degradadas físicamente e intelectualmente devaluadas: Las élites urbanas las habían abandonado para instalarse en barrios nuevos chic, algunas habían quedado vacías, otras habían acogido a la gente del campo. Estas medinas quizás aún no sean apreciadas en su justo valor por toda la población de un país cambiante dividido entre la tradición y la modernidad, para quienes el éxito depende muchas veces del acceso a nuevos modos de vivienda y de una relación aún negativa hacia dichas medinas. Hablar de ciudadanía o urbanidad en estas condiciones, parece ser un retroceso, un intento de desenterrar un tema que tiene tintes de nostalgia según el geógrafo Naciri, por lo tanto, se vive una grave crisis de ciudadanía.
Todo aquel que haya conocido los ensanches de Tetuán y Larache, siente hoy tristeza nostálgica al patearlos: Las paredes de las casas de corte español están resquebrajadas, las ventanas desvencijadas, los cristales rotos, las puertas desgastadas. Los diferentes agentes externos a los que se exponen constantemente los edificios, causan el deterioro y daño habitual que se puede apreciar en inmuebles de mayor antigüedad.
Lo de Larache clama al cielo ya que su patrimonio arquitectónico de los años 30 donde se advertía la incorporación de estilos vanguardistas en boga en esos momentos en Europa – (El cine Ideal)- ha sido saqueado y expoliado, se ha procedido de manera deliberada a la demolición de edificios de interés del ensanche sustituyéndose por inmuebles de una fealdad extrema y falta de diseño arquitectónico. Ese ensanche de gran homogeneidad hasta los 60 ha sido desvirtuado por un proceso especulativo de construcciones de viviendas desproporcionadas que aumentan considerablemente la densidad de población, ocasionando fuertes impactos ambientales.
En el caso de Tetuán su ensanche se caracteriza por tener construcciones de más de 90 años las cuales con el pasar de los años se han ido deteriorando. Algunos inmuebles de este ensanche poseen diferentes problemas causados por el paso de los años y el deterioro constante como: debilitamiento de los refuerzos estructurales, necesidad de restauración de fachada, entre otros. Los edificios sufren diferentes problemas que derivan en una pérdida de su fuerza estructural, lo que se refleja en daños, erosiones y fisuras. Algunas de las causas son: la humedad, la lluvia, el fuerte viento y el paso del tiempo. Entre las patologías que se detectan en diferentes edificios podemos encontrar: desprendimiento de los aplacados, patologías de suelo, deslizamiento del cimiento, hormigón dañado, lesiones en los pilares. El deterioro del patrimonio arquitectónico del ensanche oeste y la identificación que la comunidad posee de él, son interrogantes que difícilmente se abordan en dicha sociedad. Si bien, desde hace tiempo, existe un intenso debate en círculos asociativos, éste aún no ha sido asumido por la sociedad tetuaní en su conjunto. Los procesos de cambio ponen en contraposición la conservación de estos edificios frente a los nuevos usos que la ciudad genera. A ello se suma, además, la falta de conciencia e interés existente entre los habitantes y la falta de medios económicos en las diferentes administraciones.
La investigación sobre la arquitectura desplazada como disciplina plantea numerosos problemas metodológicos tales como la definición geográfica y temporal de dicha arquitectura, la desaparición de buena parte de testigos o técnicos tales ingenieros, arquitectos, maestros de obras, urbanistas que fueron los autores responsables de los ensanches de la zona, la dificultad de acceso a las fuentes y archivos y por último su grado de conocimiento variable según cada una de las experiencias europeas llevadas en Marruecos. Las fuentes de documentación para estudiar la arquitectura desplazada, exportada o trasplantada en un territorio como el norte de Marruecos presentan dificultades de todo tipo: Trabas administrativas, dispersión de fondos, extravío de planos y documentación técnica incompleta. Los expedientes consultados se encuentran esquilmados y los que había han desaparecido un día de manera extraña sin dejar rastro. Otro problema metodológico no desdeñable es el ninguneo u omisión por parte de la histografía francófona marroquí de dicha arquitectura. En un libro colectivo sobre el conocimiento de la arquitectura europea de los siglos XIX-XX en diferentes territorios mediterráneos, el arquitecto marroquí Mohamed Chaoui, encargado de redactar el capítulo sobre la arquitectura colonial en Marruecos, habla de la arquitectura francesa, ignorando por completo la presencia arquitectónica española y no cita en su trabajo ningún autor o arquitecto español y ninguno libro o artículo en castellano, siendo su escrito un trabajo dedicado exclusivamente a la arquitectura francesa en su zona de influencia en Marruecos, eliminando así de golpe y porrazo décadas de presencia y aventura arquitectónica en el Marruecos jalifiano.