Por María Lightowler, Comisaria de arte.
Luego de una estancia prolongada en Estados Unidos, Betiana Bradas se traslada a Madrid, donde se gesta PROFUNDO, proyecto multidisciplinario que involucra pinturas, objetos, instalaciones y fotografías, entre otros soportes.
Bajo la lógica de work in progress (trabajo en proceso), es el cambio de sitio el que lleva a la artista a reflexionar sobre el entorno que la rodea y también a repasar su propia historia, estrategia que se vuelve posible al tomar distancia de su ciudad natal.
Sin caer en la cuenta de que series anteriores como: Layers (2018), La sagrada geometría de la oportunidad (2018-2019) y Lado B (2020), que en apariencia abordan ejes desconectados de PROFUNDO, bajo una macromirada general, cobran sentido y se hace evidente que están enlazadas, ya que algunos conceptos insisten en la producción de Bradas desde tiempos precedentes.
Con el énfasis puesto en el proceso como foco y transformando e integrando formas y materias de aspecto disímil, las obras que constituyen este proyecto, trazan un entramado complejo en el que se involucran referencias propias, transgeneracionales y universales a la vez que, transversalmente cruzan toda genealogía, de cualquier ser en el mundo. De este modo, una historia que utiliza el recurso de lo autorreferencial como fuente, se vuelve pública y atemporal porque es posible apropiarse de ella. En clave de despojo, casi en sintonía minimalista, PROFUNDO navega conectándose con la sensación de calidez y retorno a las materias primas. La historia de los abuelos -maternos y paternos- es ineludible y constituye la plataforma de lanzamiento para esta serie que está en proceso.
El yute que se vuelve objeto, la lana pura que se transforma en escultura blanda, hilos que se incluyen en las pinturas y que eran en otro tiempo, parte de la génesis de elementos utilitarios que, constituían el quehacer diario de diferentes oficios, hoy operan como metáforas visuales para posicionarse como enunciados conceptuales.
Piedra, metal, madera, tela y papel son sometidos a diferentes operaciones que graban la impronta de la artista en cada pieza, funcionando como un lazo que una diferentes generaciones en un mismo gesto.
En su trabajo, la transformación es mutación, es un cambio vertiginoso y radical en el que los materiales con los que trabaja, a veces son manipulados de modo sutil, pero en otras ocasiones, son sometidos a desgarros, quiebres, deformaciones e incluso forzados al punto tal de que se vuelven irreconocibles.
Sin pretensiones de insertarse en la geometría más rígida o en el constructivismo histórico, alude en ocasiones a lo modular y al cálculo riguroso, haciendo convivir la premeditación con lo visceral. La acción y el gesto, dejan huella del recorrido físico que involucra la ejecución de cada pieza, emparentando su producción con un expresionismo que, sin embargo, tiene raigambre conceptual.
Lo inesperado, es siempre potencia en su obra y conjuntamente con el trazado de esta genealogía que propone el proyecto, plantean la necesidad de comprender y comprenderse para delinear un futuro más consciente.
A veces, las búsquedas se centran demasiado en la aprobación del mundo exterior, en el afuera, PROFUNDO indaga hacia el adentro. Mira el origen, busca lo elemental, detecta aquellas estructuras que se solidifican con la historia familiar y que en conjunto dibujan una cartografía, que se vuelve impersonal y colectiva, porque a todos nos atraviesan las mismas historias constitutivas.