A pesar de haber nacido en Vigo, Ricardo Álvarez-Ossorio creció y se formó en Cádiz, donde con sólo 22 años ya ejercía la abogacía, destacando de forma inesperada y prematura en procedimientos de especial complejidad.
Pronto fundó la firma que lleva su nombre, donde en el curso de los años han ido incorporándose letrados y profesionales de distintos ámbitos hasta conseguir la creación de un equipo jurídico sin competencia en el campo del Derecho Penal. Ello, junto a la dimensión de los asuntos que defendía, le llevó a compartir una colaboración profesional con el insigne penalista y catedrático José María Stampa Braun hasta su fallecimiento. La acumulación de resultados y experiencia ha evolucionado hacia una auténtica proyección internacional de la firma, cuyo fenómeno ha despertado el interés de todo tipo de cadenas, plataformas y medios de comunicación. Amazon, National Geographic, BBC London o las alemanas ARN y RTL entre otras, han dedicado programas especializados a la figura de este abogado.
Por su parte y a nivel nacional, la práctica totalidad de canales televisivos y prensa escrita y digital, han contado con las colaboraciones de Álvarez-Ossorio en innumerables documentales, reportajes y entrevistas. De igual modo, Ricardo Álvarez-Ossorio ha participado en diversas conferencias e impartido cursos universitarios sobre la materia, además de redactar artículos especializados en prensa.
El extraordinario índice de éxitos de Ricardo Álvarez-Ossorio, así como su dominio de cuatro idiomas y la creación de un equipo técnico sin precedentes, han comportado la consolidación de esta firma como referente a nivel nacional e internacional. Entre sus casos más destacados figuran Scrinium (Archivos Secretos Vaticanos), ANOM (Malware del FBI), Alex Male, Spanair, Ballena Blanca, Caso Hidalgo, El nene, Danske Bank, Samuel Crespo y loa Castañas.
Ricardo Alvarez-Ossorio tiene la sede de su firma (Álvarez-Ossorio y Castro) en la localidad gaditana de Sotogrande, desde donde despliega su presencia en prácticamente todo el continente europeo y Tribunales Internacionales.
Tu carrera como abogado penalista arranca cuando eres muy joven. ¿Cómo recuerdas aquellos tiempos?
Mi carrera arranca, en efecto, cuando era muy joven. Si me acuerdo de cómo era yo, casi podríamos decir que era una persona bastante insegura. Pero no en las cosas importantes y sí en las cotidianas. Cuando había un desafío, uno de verdad, ahí ganaba seguridad. De alguna forma esto me llevó a ir consolidando resultados y también ir reforzando la seguridad en mí mismo. Puedo decir que aunque sí que soy la misma persona y desde luego tengo la misma naturaleza, me he recubierto con 25 corazas.
¿Qué fue lo que más te atrajo de esta especialidad de la abogacía?
Por un lado diversión sin ninguna duda. Es la rama de la abogacía más apasionante. De hecho no se hacen muchas novelas, ni series, ni películas de abogados de impuestos o de abogados mercantilistas o de divorcios. Sin embargo se hacen infinidad de películas sobre abogados criminalistas. No sé… me imagino que todos tenemos un componente morboso intrínseco. La naturaleza humana hace que nos atraigan las películas de terror, que nos gusten los thrillers o el género policíaco…. Y eso va unido a mi incesante búsqueda por desafíos que superar. De hecho esperaba no aburrirme con esta dinámica de vida en el momento en la que la elegí. Al final es una forma de vivir. Lo que no podía intuir es que iba a tener tan absoluto exceso de adrenalina y emoción.
Y por otra parte también es un privilegio -como dijo mi compañero José María Stampa Brown en una entrevista-. Pero eso lo sé ahora. No lo sabía cuando empecé a conocer la verdad desde dentro. Los policías que investigan un caso tienen una teoría, que muchas veces es válida, pero no siempre, o tiene algunas lagunas. Los jueces también componen su criterio, como es natural y exige su trabajo. Y ahí es donde nosotros como abogados penalistas aportamos otros enfoques de la verdad. Tratamos de recabar visiones, y en definitiva generar otras miradas a la verdad.
¿Con qué frase resumirías el rol de un abogado penalista en la sociedad?
Somos profesionales que la ciudadanía, en general, cree que nunca va a necesitar. Pero la vida puede estar llena de complicaciones. Y desde ahí, desde esas situaciones difíciles que a veces se apoderan de nuestro destino, entramos los letrados defensores… no para defender lo indefendible, ni para negar o distorsionar una realidad, sino para que un ciudadano ejerza su derecho a ser defendido, y también para establecer puentes entre la persona acusada y la justicia.
A menudo no podemos ni imaginar que vamos a caer en ese lado del problema. Cuando le sucede a personas que son, por ejemplo profesionales, que son “ciudadanos normales” desaparecen y se disipan absolutamente esos prejuicios contra los especialistas. Y ahí nos entienden. Todos los que nos veían desde el otro lado comprenden por qué son necesarias las garantías. Asimilan el por qué son necesarias respuestas a tiempo. Y entienden, por tanto, la necesidad de que se respeten los derechos de los imputados; por qué es necesario que permita hacer una llamada a los detenidos; situaciones que parecian inconcebibles porque nunca se han visto al otro lado. Y esas cosas suceden y esos derechos existen y se hacen respetar sólo porque hay abogados penalistas que los denuncian una y otra vez y jueces, por supuesto, que en ocasiones aceptan esas denuncias. Porque si no fuera por esto la tendencia acusatoria del sistema desequilibraría la balanza.
¿Cuál fue tu primer gran caso?
Diría que fue el de el de “El Nene”. He tenido varios casos de importancia, pero éste fue muy significativo por la trascendencia mediática de un cliente que estaba policialmente considerado un gran Capo a muy joven edad. De hecho, fue la primera noticia de un traficante de hachís que salió a nivel nacional, concretamente en El País en un artículo a finales de los 90, que trascendió muchísimo. Yo también era muy joven y fue mi primer gran caso, por lo que supuso y por cómo saltó a la prensa nacional. Esos focos que estaban puestos sobre él amplificaron todos los movimientos que yo llevaba a cabo. Luego tuve muchos otros casos por supuesto, pero sin duda el primer gran caso que tuve fue el de “El Nene”.
¿Alguna vez has sentido que existía algún posible cliente a quien no valía la pena defender?
Según el sentido en que entendamos que algo o alguien no vale la pena. Los ha habido, si. Yo no siento que tenga asignada la misión de ser la garantía de ningún derecho constitucional. Yo aporto mi grano de arena como profesional en mi campo y me permito hacerlo con mucho entusiasmo y orgullo profesional. Pero también me permito elegir. Y cuando he dicho no, no ha sido porque he juzgado su supuesta culpa o pruebas contrarias ni hechos fehacientes. Sino porque personalmente no me he sentido cómodo. De alguna manera tengo que entender y buscar respuestas en el plano personal. Es una cuestión de feeling, por asi decirlo. Ese entusiasmo del que te hablaba, es realmente motivación. Y tengo que sentir esa motivación. No es un tema moralista. Sino de la búsqueda y el hallazgo de respuestas que me permitan entender. Tengo claro que no tengo porque defender algo que no me creo. Y le dejo al estado su rol: garantizar una defensa desde el espacio público.
Tienes fama de ganar todos los casos en los que has trabajado. ¿Cómo se consigue esto?
Puedo tener un promedio relativamente elevado de casos ganados, o de buen resultado (porque también muchas veces hay que pensar que en un caso, aunque el acusado salga culpable, si le pedian 20 años y le caen 5 no es un caso ganado… pero si satisfactorio para el cliente y para mi. Claro que no gano todos los casos. Se pierde. A veces es así. Yo lo que sí diría es que estoy muy satisfecho del resultado y sobre todo el esfuerzo aplicado en todos los casos en los que he trabajado
Seguramente hay mucha gente que no entiende al abogado del “malo”. ¿Qué le dirías a esas personas?
¿A la gente que no entiende al abogado del “malo”? Les diría muchas cosas, que uno aprende ya en la facultad, y que son puramente oficio y profesionalidad. Pero hay otra naturaleza de motivos; existe una vocación de servicio y de convicción: sin abogados penalistas, nos juzgaría directamente la administración o la policia. Gracias a los abogados penalistas existen otras formas de entender la realidad, de generar un relato alternativo. Y con eso lograr una sociedad menos alienada. El día que no hubiese abogado del malo, habría que crearlo, porque en la experiencia humana está el delito, el error, y el sistema prevé esas rendijas de libertad por las que expresar la voz y el discurso del acusado. Yo le devolvería la pregunta a esas personas: “mire… si usted es médico o cajera o escayolista, ¿no va a darle un servicio a alguien porque esté acusado por la fiscalía y el juicio social? ¿o por el contrario va a ser un profesional y a cumplir su papel?”.
¿Qué es para ti la justicia?
La justicia para mí es tan simple como la observancia de la correcta dicción del derecho romano. La justicia no es satisfacción, la justicia es equilibrio.
¿Qué le falta a la justicia española para ser justa?
No es injusta a priori. Si me preguntas qué le falta a la justicia para ser más justa te respondería que más tiempo. Tiempo para la reflexión, la evaluación, la observación. Existe objetivamente falta de tiempo tangible donde dar una atención necesaria, analizar los distintos ángulos del caso.
Si volvieras a empezar, ¿volverías a ser abogado penalista? ¿Por qué?
No es tan fácil. Preguntarte cuestiones de esta naturaleza te obliga a olvidar muchas cosas. Inexorablemente debe haber un ejercicio de crítica. De poner en valor aquello que mereció la pena, y también lo que debería haberse descartado.
Mi vida como abogado ha sido desde el principio y es hoy una vida intensa, que no cambiaría por ninguna otra vida. Me he sentido libre, he disfrutado el éxito; pero sobre todo he vivido muchas aventuras, experiencias que te abren la mente. Ha sido y es un ejercicio constante de filosofía de vida que no cambiaría por nada. Otra cuestión es ¿repetiría?; pues depende del día. No soy tan de verdades y realidades rotundas.