Cualquiera que conozca a una persona LGTBi (lo cual no es complicado: son sus pediatras, sus fuerzas de seguridad, sus artistas, sus periodistas; son sus taxistas…) sabrá que su vida no es tan color de rosa como plantean series y programas de televisión como “Queer Eye” o “Rupaul Drag Race”, pero tampoco son los malos de la película como planteaba ese cine de Hollywood de los sesenta o setenta. Son existencias tan anodinas, brillantes, creativas, superficiales, interesantes o “instagrameables” como las de cualquier mortal. Eso sí: en mayor o menor medida, con sus gotitas de homofobia o violencia física o verbal en el expediente vital, las cuales se hacen notar en el día a día y obligan a que, sí, a que tenga que existir un Día del Orgullo anual.
Porque solo hablamos del Primer Mundo, donde suben los delitos de odio por orientación sexual e identidad de género (cifras de un 15 y un 25 por ciento en Cataluña y Valencia, según el Ministerio del Interior en 2021, con 321 incidentes registrados en la Comunidad de Madrid para las mismas fechas, tal y como arroja el Observatorio Madrileño contra la LGTBifobia). Recordemos que hay países donde ser homosexual es delito o supone jugarse la vida: uno de cada tres, cerca de 70, castiga penalmente este tipo de relaciones, Once, con la muerte.
La colectiva “Sin dobleces (Bent Over)” se suma a las propuestas culturales del Orgullo en Madrid salpimentando la reivindicación política con la fiesta desde una disciplina concreta: la del collage. Siete creadores (como siete franjas tiene la primigenia bandera LGTBi) de dilatada trayectoria que se sirven de las posibilidades poliédricas y polisémicas de la técnica para mostrar una faz y la contraria, una cara y la otra. La realidad del colectivo sin dobleces, o con muchos de ellos.
Comenzamos el recorrido con Mateo Fetén (Córdoba, 1974), artista que lleva la práctica a su mínima expresión. No solo en el collage, también en la escritura, esta autor busca siempre “reducir, simplificar, podar”, condensar la fuerza del mensaje empleando pocos elementos. De hecho, durante años disfrutó logrando narrar con sus collages uniendo solo dos piezas. De ahí pasó al empleo de una única imagen combinada con manchas de color. En ocasiones, la reducción llega hasta el punto de componer sobre cristal, trabajando sin un fondo… Fetén opera solo en analógico y con materiales que van de lo más exquisito (revistas antiguas, papel fotográfico, catálogos de arte…) a lo más innoble (papel para manualidades, revistas corporativas…).
En Casa Sur presenta obras del conjunto “Serie X”, que ponen en valor la belleza del cuerpo masculino a través de fotos de revistas porno gay del pasado. Despojándolas de su contexto y jugando con la percepción del espectador gracias al poder de los colores flúor persigue elevar imágenes creadas para “usar” y tirar a otro nivel. Los ejemplos del conjunto ‘Deportivo’ inciden por su parte en el homoerotismo presente en el deporte: músculos, poses, licras… Iconografía gay impuesta por la mirada tanto del creador como del que contempla. Como su autor expresa, “hombres deseables en un contexto adulterado”.
La obra de Aurora Duque (Madrid, 1966), collagista desde 2014, pone en evidencia la construcción heteropatriarcal de la imagen de la mujer
–que tanto ha influido también en el colectivo–, que impuso patrones que se perpetúan sobre el amor romántico, la maternidad, el sexo o el matrimonio. Sus personajes, pues, se empoderan y reclaman su espacio sin tutelajes. Para ‘Sin dobleces’, presenta siete collages también analógicos. Las imágenes de las que se sirve provienen, entre otras, de publicaciones de los años 30 y 50, intervenidas con rotuladores y ceras y combinadas con material más actual. Los resultados visibilizan identidades y sexualidades diversas: lesbianas, transexuales, gays, travestis; masturbación, travestismo, poliamor… Incide la autora en que, en un momento en el que parece que no hay que cuestionarse nada y en el que todos pensamos que la diversidad –de género, sexual– es “lo normal y lo natural, lo que debe ser”, solo conocemos nuestra propia realidad, “aunque sea abierta, punk y cañera”. Duque es consciente de que, como sus collages, la diversidad tiene muchos vértices y aristas, que van más allá de lo que cada uno es capaz de conocer. Ella misma reconoce que habla desde su atalaya, pero su obra es una invitación, también personal, a imbuirse en otros contextos porque “la diferencia es necesaria, positiva y un posicionamiento político. “El binarismo lo simplifica todo”, sentencia. “Amor de lilas-Lilac Love” o “Una difícil decisión- A difficult decision” reivindican al homosexual con pluma (el “lila” del pasado). “Yo soy tu ángel- I’m your angel” critica a los que persiguen y catalogan de enfermas y degeneradas a las personas queer, con la primera comunión como momento crítico para cualquier trans. “Squirting” visibiliza el orgasmo lésbico, “Tres nunca es multitud”, el poliamor; “Metamorfosis” y “Yo soy ella-I am Her”, la reasignación de género…
Continúa el hispano-brasileño Marcelo Mendonça (Salvador de Bahía, 1972) su denuncia contra la censura (sobre todo del cuerpo desnudo) en Internet y redes sociales. Su nueva serie, ‘PornoNeoPuritano’, analiza los límites que separan pornografía de arte. La energía erótica del género del desnudo, que provocó muchos escándalos en la sociedad de otras épocas, principalmente por motivos religiosos, y que vuelven ahora con una pátina de intereses económicos y corporativos como ola neopuritana es lo que inspira este trabajo. Curiosamente, estas plataformas digitales tienden a eliminar de sus contenidos fotografías del cuerpo expuesto independientemente del autor del mismo, pero hacen la vista gorda con obras del pasado, generalmente de pintores. ¿Es la técnica empleada la que determina la decisión del censor frente al contenido? Emplea para ello Mendonça la mezcla de ambas en su nuevo conjunto. Utiliza imágenes extraidas de internet que representan a diferentes hombres disfrutando de sus fetiches sexuales. El artista hace una versión “pictórica” digital de forma que “foto” (sus tradicionales diapositivas) y “pintura” generan una nueva estampa en la que las partes que las redes eliminarían se le velan a la foto a través de su fragmento “pictórico”, que se superpone al mismo.
No necesariamente se tiene que hacer collage con papel. David Trullo (Madrid, 1969) y Alain Cugnenc (Béziers, Francia, 1974) son dos buenos ejemplos de ello. El primero lleva tiempo experimentando con la transferencia de la imagen fotográfica sobre la superficie cerámica. La serie ‘Platos rotos’, que incluye en esta colectiva, se compone así de collages realizados exclusivamente con material tridimensional y con procedimientos cerámicos. Los ‘desastres’ producidos por las roturas en las superficies empleadas (platos de vajillas antiguas) son tratados por el artista como “hallazgos”, y, por lo mismo, aquello que sería desechado, como material precioso. Trullo aporta nuevo valor a “lo torcido” (“bent” en inglés, sinónimo despectivo de homosexual en esta lengua). Además de mimar los restos como si se tratara de piezas intactas, este autor reproduce técnicas de ‘reparación’ como el “kintsugi” japonés o el “trencadís”, en una suerte de parodia tanto de la ‘gran cerámica’, lo que se transforma además en una crítica directa a la interpretación posmoderna del objeto que ha de ser utilitario. Incluso, perfecto en su diseño. Transversalmente, y como el propio Trullo afirma, el conjunto pretende reivindicar lo “camp” sobre lo “queer”.
El segundo, adapta su serie pictórica “Los bellos durmientes”, del lienzo al papel, y superpone sus resultados. En la última década, Cugnenc se ha centrado en el análisis del cuerpo masculino en posiciones inusuales, violentos escorzos de colores intensos. La intención del francés no es idealizarlo. De hecho, esas poses, subrayadas a través de tonalidades poco acordes con el natural, inciden en cierta violencia más o menos contenida que todos llevamos dentro. Y por violencia, entiende el pintor la brutalidad que forma parte de la naturaleza humana y que los sistemas democráticos han sabido controlar. No en vano, cedemos la gestión de la violencia al Estado. Cugnenc materializa el encuentro entre un cuerpo en apariencia en calma, relajado y ensimismado con un conflicto real que tiene lugar en su inconsciente emocional. Las mezclas de colores chocan entre ellas, buscan el dramatismo entre luces y sombras, creando texturas y volúmenes. El encuentro ahora de varias figuras a través del collage amplifica los resultados, pues, recortadas, las siluetas, se distribuyen superpuestas generando un decalaje, un espacio entre ellas que aumenta la profundidad y el movimiento. El papel le permite acentuar la fragilidad entre sueño y pesadilla en la que los modelos parecen inmersos.
También es Lo Super (Tresjuncos, Cuenca, 1964) , desde hace años, una “curranta” del collage. Los del conjunto “Evolution Kuir!” que incluye en el recorrido son un homenaje a aquellas manifestaciones del orgullo de finales del siglo XX y comienzos del XXI que ella vivió en Madrid. Tal y como recuerda: “Entonces, tanto en la manifestación estatal como en la calle Pelayo, se mezclaban travestis con ángeles, centuriones con los del LL vestidos con sus trajes de Maria Antonieta, seguidos de los del Eagle con su estética leather, sus códigos y sus vestimentas”. Chueca parecía una fantasía en el que el mismo acto de presentarse así y la necesidad de no esconder lo existente se convertía en lúdica resistencia política. Como expresa Lo Super, estas eran las fiestas de San Pelayo, disfrutadas por ateos del santo y pastores entregados a sus causas. La artista, transfeminista convencida, lleva a sus papeles (en el que el soporte es en ocasiones, como ahora, hojas de biblias antiguas: todo es cuestión de fe) una amalgama que reivindica el carácter múltiple y mutable de cualquier sociedad moderna.
Finalmente, Tomás Valdivieso (Santiago de Chile, 1981) busca constantemente con su obra reivindicar el género femenino, cuestionando la masculinidad tal como nos ha sido impuesta, lo que significa que la crítica social y política es marca de la casa de este chileno. Con la serie “Carnal-Out of the Closet”, interpela a aquellos que hoy niegan la existencia de la discriminación. “Mientras exista un solo lugar en el mundo donde se nos persiga, nos mate o simplemente se nos prohiba expresarnos es porque esta existe”, sentencia. Valdivieso expone el cuerpo como si de un arma se tratara. Lo renombra y acompaña de nuestros deseos más profundos. El “closet” de su título hace referencia a ese armario del que toda la persona lgtbi se ve obligada a salir (mientras otros prefieren protegerse en él o dejan la puerta entreabierta). Para este autor, existen tantos tipos de “armarios” como personas. Él se sirve de la imagen icónica de las sopas Campbell de Warhol como metáfora de los mismos, con todo lo que conlleva este artista al movimiento pop y el imaginario homosexual. La serie invita a a reflejarse en ella y a que cada cual pueda salir de su propio encierro. La libertad sólo es un derecho mientras entendamos qué significa ser libre.
En definitiva, siete maneras de entender la mezcla, la pluralidad, el encuentro, las dobles lecturas y los matices. Cortar ¡y (des)pegar!. Todo es empezar.
*Javier Díaz-Guardiola es periodista, crítico y comisario de exposiciones. En la actualidad es coordinador de la sección de arte, arquitectura y diseño de ABC Cultural, redactor-jefe de ABC de ARCO y autor del blog de arte contemporáneo “Siete de Un Golpe”