Stefan Kaegi conoció a Chiayo Kuo, Debby Szu-Ya Wang y David Chienkuo Wu cuando estaba en Taipei, la mayor ciudad de Taiwán. Chiayo Kuo se describe a sí misma como activista digital y organiza actos en todo el mundo cuyo objetivo es aumentar los lazos con la isla. Debby Szu-Ya Wang es música y heredera de una empresa de té de burbujas, una bebida que en pocas décadas se ha extendido por todo el mundo y ha llegado a representar la noción misma de «Made in Taiwan». David Wu es diplomático jubilado. Hasta hace poco trabajaba en oficinas y delegaciones taiwanesas de todo el mundo. Los tres están profundamente apegados a sus raíces taiwanesas. Visto desde Europa, este apego a su isla y a su historia puede sorprender, pero está estrechamente ligado a la singular situación geopolítica de Taiwán. Sin embargo, los tres no perciben su historia de la misma manera. Al igual que la República de China de Chiang Kai-shek, David Chienkuo Wu está apegado a la cultura china y ve en Taiwán su encarnación perfecta; Chiayo Kuo adopta una postura más crítica y busca activamente abrir nuevas perspectivas libres del flujo histórico del último medio siglo, que comenzó con la autoridad marcial del líder nacionalista; Debby Szu-Ya Wang, tanto a través de la música como de los negocios, defiende otra visión no política que permita a los artistas circular libremente y a las empresas desarrollarse.
Sus diferencias suscitan debates en torno a la posible apertura de una embajada ficticia, colectiva y temporal en el escenario del teatro, han desarrollado una visión de un espacio amplio y acogedor, multinacional, multicultural y multiconfesional, tejido de historias y productos, y donde también pueda existir una forma democrática de desacuerdo. Como portavoces de un territorio, pueden contar mejor su historia al público, la historia de un territorio a la vez lejano y cercano, tan parecido y diferente, donde se pueden explorar formas de practicar la democracia, en un contexto de herencias múltiples y étnicamente diversas.
Sinopsis
Durante una residencia artística en Taipei, Stefan Kaegi se reunió con numerosos artistas, industriales y diplomáticos para pintar un retrato de Taiwán, un territorio único que ha ido perdiendo casi toda su representación diplomática oficial. A través de las historias de un activista digital, un exdiplomático y un músico y heredero de una empresa de té de burbujas, se cuentan distintos puntos de vista sobre la situación de Taiwán a través de modelos, simulaciones y proyecciones de vídeo. Juntos crean el sueño de una embajada efímera, donde la ficción teatral se entrelaza con la historia cultural y política de esta región poco conocida, actuando como un espejo de nuestras democracias europeas.