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Máximo Huerta

Máximo Huerta: «París despertaba tarde es la alegría de vivir en un tiempo difícil. Es el poder de la segunda oportunidad y el deseo de gastar la vida»

Máximo Huerta ha publicado su última novela «París despertaba tarde», un fascinante viaje a Paris de los años 20, donde cohabitan personajes ficticios con los artistas más emblemáticos de la época que pululaban por lo cafés de Montmartre «haciendo de las suyas» con el deseo de gastar la vida
Máximo Huerta

 

París despertaba tarde (Planeta), de Máximo Huerta es la alegría de vivir en un tiempo difícil, es una emocionante historia de amor donde pervive la amistad solidaria entre mujeres que buscan una segunda oportunidad en la vida. Con más de diez novelas publicadas, Máximo Huerta  ha transitado por una carrera profesional ecléctica que incluye su brillante trabajo periodístico en televisión, un paso digno por la política y su sueño hecho realidad: Doña Leo, una librería democrática en su entrañable Buñol a donde se ha trasladado a cuidar de su madre.  La pasión por la literatura, el carisma magnético y la elocuencia de Máximo Huerta guían esta entrevista en exclusiva para Urban Beat.

Máximo Huerta

Paris despertaba tarde se inicia con este fragmento evocador: En aquellos días, París era tan fácil. Las casas no tenían paredes porque todos vivíamos en las calles, y estas no tenían techo porque vivíamos en el cielo. En parte por la mugre, en parte por el alcohol. Siempre borrachos, borrachos de vino, de poesía, de pintura, de risas… Borrachos de todo porque emborracharse era vivir… ¿Qué significa para Máximo Huerta vivir?

Vivir debería ser jugar con esta partida que tenemos, pero la vida a veces no la elige uno, la elige las circunstancias, la familia, la salud, los trabajos, los compañeros, a veces, uno se ve desbordado por las circunstancias, pero vivir debería ser jugar.  Jugar sin miedo, en una partida de aceptación y coraje.

¿Cómo fue el proceso de gestación de tu última novela, París despertaba tarde?

El París que despertaba tarde, el París de los años 20, es un París que, a pesar del dolor, a pesar de la guerra, a pesar de la pobreza, supo divertirse, y eso significa la alegría de vivir en un tiempo difícil. Frente al dolor el baile; frente al dolor la alegría; frente al dolor el brindis y frente al dolor el arte.

  ¿Cómo te enfrentas a la página en blanco cuando tienes un proyecto en mente?

Pues es complicado, pero cuando el proyecto ya está muy fijo, cuando ya está muy imaginado, cuando ya el motor se ha puesto en marcha en la cabeza, la página en blanco deja de dar miedo. Da mucho más miedo el previo, esos meses en los que uno está fabricando la novela en su mente, y a veces dudas, en ocasiones te entran deseos irracionales de buscar otra idea. Todo el proceso llega a un momento álgido en el que todas esas piezas funcionan, encajan, y ya el folio en blanco no da miedo porque se convierte en un universo rico e ilimitado.

¿Cuál es tu estilo a la hora de enfrentar un proyecto literario?

No lo sé, sería muy pretencioso decir que tengo un estilo propio, eso lo debe decidir el tiempo y los lectores cuando habitan mis historias con entusiasmo y pasión. A mí me gustan los libros atemporales, me gusta la literatura que toca los sentimientos, las emociones, que habla del paso del tiempo, de la familia, de los amores, de los deseos en busca de la felicidad, creo que eso es lo que podría unir a todos mis personajes.

 ¿Cuáles son tus referentes en la historia del arte que más han influido en tu carrera como escritor?

Pues mis grandes referentes en la historia del arte son Juan Ramón Jiménez, Ana María Matute, Miguel Delibes, y por hablar de los vivos, Antonio Muñoz Molina, Luis Landero, Elvira Lindo. En cuanto a referentes extranjeros podría mencionar Patrick Modiano que me gusta mucho, David Foenkinos y Martin-Lugand. En mi literatura hay referentes muy variados y de un montón de estilos.

¿Cómo se retroalimenta tu faceta de periodista con tu faceta de escritor?

¿Cómo las gestiono las dos? Pues para mí, contar historias en el fondo es lo mismo, da igual que las cuentes en un periódico, en una radio, en la tele, eso es contar historias. La literatura lo que te permite es contarlas con más tiempo, y tú eres más director, más dueño del espacio, del tiempo, de los personajes. En la literatura uno es el jefe y el empleado, en los medios de comunicación eres una pieza más, pero en el fondo todo se resume a utilizar el poder de la palabra para contar historias.

¿Cuál sería tu decálogo básico para algún escritor novel que quiera iniciarse en el oficio de la escritura?

Pues los diez puntos serían leer, o si me apuras los nueve primeros puntos serían del uno al nueve: leer, leer, leer… y el último sería arriesgarte a empezar con valor, a contar tu historia. Seguramente cuando has leído mucho ya puedes escribir, porque has bebido de varios mundos, has aprendido, has entendido cómo otros lo hacen. Ahora muchos escriben, escriben, escriben y leen poco, y se nota mucho.

Es mejor a la inversa ¿verdad?

Sí, hay que leer casi de manera compulsiva y luego ya llegarás a escribir, pero hay gente que tiene muchas ganas de escribir por el encanto, la vana estética, la ensoñación que genera todo lo literario. Me parece demasiado frívolo escribir una novela teniendo en mente a priori el photocall y los flashes de la futura presentación de tu obra al mundo. Hay que leer, reflexionar y ahondar mucho dentro de ti para escribir. El oficio de escritor es, por cierto, una labor creativa bastante solitaria.

 Si tuvieses que recoger el recuerdo más bonito de tu infancia ¿Cuál sería? Y ¿Cómo han influido tus relaciones familiares en tu vocación como escritor?

Pues el recuerdo más feliz de mi infancia supongo que es alguna de las fotos roídas por el tiempo, porque al final, si te das cuenta, la infancia nos la inventamos y novelamos mucho y la memoria es muy novelera y recrea con vagas reminiscencias un poco esa etapa, porque yo ya no me acuerdo de nada. Tendría que mirar alguna de las fotos y seguramente vería una playa maravillosa o podría revivir, quizás, el amor de mi abuela frente la cocina haciendo esas recetas envueltas en la magia de especias y guisos cuando correteaba por casa, en esa ingenuidad deliciosa, durante alguna noche de Reyes. La familia influye mucho en mi literatura a la hora de escoger novelas, a la hora de que me enamore de algunas de ellas o a la hora de escribir. La familia a mí me ha ayudado a encontrar la inspiración, las ideas precisas y aunque hay momentos oscuros que prefiero no rememorar; me quedo con lo positivo, me crezco, perdono y esa paz me hace grande.

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¿Consideras que las novelas se construyen de una manera más fehaciente desde el dolor o desde la tranquilidad y la estabilidad?

El dolor es bueno para el narrador porque el dolor genera ideas. Luego ya el trabajo es largo y lleno de curvas en el oficio de escribir y en ese proceso, el dolor puede haberse olvidado, apagado y convertido en felicidad, con lo cual, luego ya es de oficio construir las metáforas, ordenar las frases y cerrar los capítulos. El dolor creo que es bueno para la inspiración, para ese momento de encierro, de pensamiento creativo, de introspección.

¿Cómo definirías de manera sucinta tu última novela?

París despertaba tarde es la alegría de vivir en un tiempo difícil, seguramente. Es el poder de la segunda oportunidad y el deseo de gastar la vida.

En ese deseo de gastar la vida, ¿Qué papel debería jugar la cultura en general y la literatura en particular a la hora de despertar conciencias?

La cultura debe ser entretenimiento. La cultura debe ser evasión, ya sea a la hora de visitar un museo, de emocionarte con la ópera, de reír con una película o de visitar nuevos mundos con una novela… Luego ya se pueden generar mil ramificaciones de emociones y sentimientos siempre con la necesidad de investigar, de saber más, de conocer, de crecer espiritualmente. Yo creo que la cultura debe entretener y despertar conciencias de una manera lúdica, sin censuras o imposiciones que la encapsulen o la  limiten en vanos conceptos.

Y yendo un poquito a lo local ¿Qué significa para Máximo Huerta, Buñol?

Pues Buñol es el pueblo en el que he vivido y del cual tengo gratos recuerdos porque me han convertido de cierta forma, en lo que soy hoy en día. Yo nací en Utiel, el pueblo de al lado, que es donde está mi familia. Buñol ha sido el pueblo de acogida en el que yo he vivido toda la vida, he estudiado, he jugado y donde he aprendido a amar en todas sus facetas. En Buñol he conocido a grandes amigos y es mi centro de gravedad, donde todo está en orden, y donde yo posiblemente soy más yo.

¿Qué significa para Máximo Huerta, el orden?

Ah, para mí el orden es tener la cabeza tranquila, aunque esté la casa hecha un cuadro. El orden no es algo cartesiano, de tenerlo todo en su sitio per se. A veces es algo más de paz mental. La tranquilidad es orden. Si yo tengo paz mental estoy en orden y eso es lo mejor del mundo.

¿Cómo se puede trasladar a través de la literatura, lo local a lo universal?

 El amor es universal, la familia es universal, la calle donde naces, es universal, los vecinos son universales, la comida, los sueños, todo eso es universal y la literatura bebe de ello y lo reinventa, fantasea gracias a las metáforas que se hilvanan en las historias. Lo local es absolutamente universal, porque los sentimientos están concentrados.

Imaginemos que estamos frente a la librería Doña Leo, que es un refugio de sabiduría, un encuentro de amor por la literatura y recordamos esa frase que decía José Martí: ser cultos para ser libres. ¿Cómo surge la idea de fundar una librería en tu pueblo natal, Buñol?

La librería Doña Leo surge por amor. Yo quería corresponder y crear un lugar que sirviese de encuentro, de juego, de búsqueda y de gratitud a todo lo que yo he leído; a los vecinos de toda la vida y a las calles llenas de magia que recorría de pequeño. Doña Leo nace como una idea pequeñita, sin embargo, a mí me han desbordado todas las previsiones más optimistas que yo pudiera tener, porque se ha convertido, en un año y medio, en una librería conocidísima a la que viene gente de toda España. Doña Leo está hecha desde un relato de amor a mi pueblo, de amor a la literatura, de amor a mi perra.

 ¿Cuál sería el universo literario al que se enfrentaría algún lector distraído que de repente toca la campanilla y entra en  Doña Leo ? ¿Qué puede encontrar?

A mí no me gusta que haya prejuicios en Doña Leo y por eso me gusta mezclar distintos estilos y universos creativos. Creo que una librería, en la que haya libros del mismo autor, del mismo género, es un aburrimiento absoluto. A mí me gustan las librerías democráticas, llenas de muchos colores, con autores distintos que beban de disímiles estilos y seguramente se notará también el mío y mis gustos, mis placeres están en la librería. Los autores franceses son mi debilidad, debo reconocer que tienen cierto privilegio en los anaqueles de Doña Leo.

¿Qué libro estás leyendo ahora mismo? ¿En qué estás enfrascado? ¿Qué es lo que te está motivando?

Pues tenía mucho interés en conocer a una autora juvenil que creo que ha dado un paso gigantesco y que se llama Alice Kellen. Este verano me propuse indagar qué literatura les está gustando a que a los jóvenes porque a mí, ya se me ha ido esa pulsión juvenil, ya que tengo 53 años. Entonces tenía mucho interés este verano en saber qué leen, sobre todo porque ahora percibo un auge de lectores muy jóvenes que leen muchas novelas. Hay mucho nuevo lector y también mucho autor joven que me fascina por la frescura de los relatos y sobre todo por las temáticas que tejen, en una actualidad tan compleja que nos ha tocado vivir. Por otro lado, nunca me olvido de los clásicos como Moby Dick, porque considero que es un libro que me hubiese gustado escribir.

Eres un escritor consagrado con diez novelas publicadas, ¿Qué balance haces de todos estos años de escritura ¿En qué has crecido? ¿De qué te has dado cuenta?

Me gustaría volver a escribir alguna de las novelas que escribí al inicio, pero la literatura no se puede replicar. Pertenece a un tiempo, a un momento vital, a una observación, a una edad. Y lo que sí tengo claro es que he encontrado mi mundo literario. Después de diez novelas, hay un mundo literario que habla de mí, en el que yo me siento seguro.

¿Cómo te influye el paisaje a la hora de abordar los espacios geográficos en los cuales se mueven tus personajes?

El paisaje es fundamental. No es lo mismo alguien de Sevilla, alguien de Cádiz o de San Sebastián. El paisaje determina incluso el carácter de los personajes, los guía y les insufla credibilidad. El paisaje junto a las circunstancias va construyendo el relato junto a la época histórica que abordes, todos estos elementos bien hilvanados, son la clave de una buena novela.

¿Cómo ves la política actual? ¿Qué hay de literatura, de cómics, de mundo imaginario en la política?

Pues para a mí todo el panorama político actual roza con lo esperpéntico. Pero bueno, el tiempo suaviza mucho y yo soy de los que entiende el tiempo político con paso del tiempo. Dejándolo reposar. Hay tanto ruido, tanto conflicto, tanta gente opinando por todos lados que me veo incapaz de tener una opinión firme acerca de lo que está pasando realmente en la política española.

¿Cómo se siente Máximo Huerta hoy en día como escritor, como persona, como amigo?

Pues aprovecharía para mencionar a la mujer por la que nos hemos conocido, mi gran amiga Bibiana Fernández, para citar una de sus maravillosas reflexiones acerca de la vida en tránsito. Porque soy un hombre en tránsito, en un momento de tránsito, en un momento de cambios, como si hubiera habido un terremoto bajo mis pies e intentase recolocarme ahora. Ese tránsito un poco lo familiar, con el cambio de lugar, de Madrid a Buñol. Estoy poco a poco acomodándome a otro espacio. En el terreno sentimental, he vivido una ruptura y debo reconocer que he pasado una etapa muy muy pesimista pero poco a poco, me voy sintiendo más efervescente, más vital porque pienso que la vida son etapas para transitar con humildad, aceptación y generosidad con nosotros mismos.

Juan Carlos Trinchet

Máximo Huerta

Más sobre Máximo Huerta aquí:

https://www.maximhuerta.com/bio

Más sobre Buñol aquí :

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